Sarita Montiel deja un legado artístico para España
Protagonista de medio centenar de películas (entre las que destacan títulos como ‘El último cuplé’, ‘La violetera’) y de numerosos discos (con temas como ‘Fumando espero’ y ‘Bésame mucho’), Montiel fue icono sexual y artístico de la cultura española de la segunda mitad del siglo XX.
Su imagen de mujer indomable cautivó a miles de seguidores del cine hollywoodense y abrió paso a futuras generaciones de actrices en esta industria.
Considerada como la actriz española más célebre de Hollywood, Montiel, falleció ayer a los 85 años por causas naturales en su residencia en Madrid mientras la acompañaba su hija Thais.
El cuerpo de la actriz fue trasladado la tarde de ayer al tanatorio de San Isidro, según confirmó el alcalde de Campo de Criptana, su localidad natal, Santiago Lucas-Torres.
Nacida el 10 de marzo de 1928 en La Mancha, en la localidad de Campo de Criptana (Ciudad Real), María Antonia Abad Fernández, su verdadero nombre, labró también una importante carrera como cantante.
Destacó por su interpretación en el repertorio tradicional de coplas y cuplés, declamado con su característica voz grave.
Además, recuperó varios temas clásicos entre ellos ‘Contigo aprendí’.
Respetada e idolatrada por las generaciones más jóvenes, colaboró con músicos como Joaquín Sabina, José María Cano, Javier Gurruchaga y Fangoria.
De origen humilde, huérfana de padre y estudiante interna en un colegio de monjas en Orihuela (Alicante) la joven María Antonia solo quería cantar y ser actriz.
Siendo apenas una niña, unos productores la escucharon cantar una saeta durante una procesión de Semana Santa y la contrataron por 500 pesetas al mes.
De acuerdo con la biografía de su página oficial, Sara Montiel fue la cara más barroca y atrevida del espectáculo, gracias a sus papeles melodramáticos y a su sensual manera de cantar y vestir, en una España gris y necesitada de fantasía bajo la censura y las limitaciones económicas.
Su primer papel de importancia fue en “Locura de amor” (1948), gran éxito de Juan de Orduña protagonizado por Aurora Bautista y Fernando Rey, a la que siguieron “La mies es mucha”, “Pequeñeces” y “El capitán veneno” (1951) de Luis Marquina, protagonizada por Fernando Fernán Gómez.
Sara alcanzó la fama mundial tras actuar en el western ‘Veracruz’, realizado en 1954 en Hollywood junto a Gary Cooper, así como con ‘La Violetera’ en 1958 y ‘El último cuplé’ en 1957.
La canción con la cual será siempre identificada es ‘Fumando espero’, con la que Sara Montiel hizo que el fumar, que hoy es un hábito mal visto, se considerara entonces algo elegante.
En la meca del cine americano firmó contratos millonarios para Warner Bross y United Artits, trabajó con directores como Anthony Mann, quien fue su primer marido, cuando la estrella ya había amortizado su nombre en las pantallas españolas.
Sara Montiel rodó seis largometrajes, entre los cuales están: ‘Bambú’ (1945), de José Luis Sáenz de Heredia, con el que repitió en ‘Mariona Rebull’ (1946); ‘Don Quijote de La Mancha’ (1947), de Rafael Gil; ‘Locura de amor’ (1948) y ‘Pequeñeces’ (1949), ambos de Juan de Orduña, y ‘El capitán Veneno’ (1950), de Luis Marquina.
En 2000 presentó su biografía “Toda una vida” y, dos años más tarde, el volumen “Vivir es un placer”, ambos escritos por Pedro Manuel Villora; dos años después se estrenó el documental “Sara, una estrella” sobre su vida personal y artística.
Colaboró con Alaska en el tema central del disco de Fangoria “Absolutamente” (2009), y en 2011 regresó al cine tras casi 40 años de ausencia con la comedia “Abrázame”, rodada en su Mancha natal donde se interpreta a sí misma.
Su expuesta vida sentimental incluyó cuatro maridos: Anthony Mann, del que se separó en 1961 y obtuvo la nulidad en 1963; el productor José Vicente Ramírez Olalla, al que se unió en 1964; y, en 1979, con el que ella llamaba el amor de su vida, y tras nueve años de convivencia, el industrial mallorquín Pepe Tous. Con Tous, fallecido en 1992, adoptó a sus dos hijos, Thais y Zeus.
A los 75 años se volvió a casar, esta vez con un cubano cuarenta años menor que ella, Tony Hernández, con el que terminó “como el rosario de la aurora”.
Sus amores “imposibles” fueron mucho más elevados: el premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, el poeta León Felipe, el dramaturgo Miguel Mihura, el cineasta Mario Camus, y el escritor Ernest Hemingway.