La miseria humana a través del relato de Oliver Stone
El soldado Chris Taylor está herido y es trasladado en camilla hacia un helicóptero militar mientras ve como sus compañeros echan cadáveres a un foso común.
Al rato, embarcado en la nave intenta reflexionar sobre lo que ha vivido en Vietnam y parece no encontrar respuestas lógicas, mientras el sargento Elías trata de huir, pero muere en el intento con los brazos elevados hacia el cielo, mientras la ‘Adagio for strings’, de Samuel Barber, eriza la piel de cualquiera que esté viendo aquella escena en la que simplemente el horror de la guerra rompe esa línea delgada que separa del bien con el mal.
Simplemente se pierde la conciencia para distinguirlo y es lo que Oliver Stone pretendió con aquella escena final, con la que prácticamente se resume ‘Platoon’ (traducido al español como ‘Pelotón’, 1986), el filme que es considerado por los críticos como el mejor de su carrera.
Más allá de los cuatro premios Oscar que consiguió (mejor película, director, edición y sonido) de las ocho postulaciones que le había concedido la Academia, ‘Pelotón’ es un crudo retrato de lo que sucedió en la guerra de Vietnam (considerando que se trata de un tema que siempre ha sido tratado dentro del cine. De hecho, otra de las memorables obras sobre producciones bélicas precursoras al filme de Stone es ‘Apocalyse now’, en la que curiosamente el protagonista es Martin Sheen, padre de Charlie Sheen, quien encarnó al soldado Taylor en ‘Pelotón’).
Y lo del retrato tiene que ver con el simple hecho que el largometraje se basó en el guión que escribió Stone en 1968 y llamó ‘Break’, tras combatir él mismo en Vietnam. Por eso su película se ambienta en 1967 y se percibe a Charlie Sheen como una especie de narrador y hasta de punto medio dentro de un mundo hostil donde ni siquiera se soportan los dos sargentos de un mismo pelotón: Barnes y Elías (encarnados magistralmente por un cicatrizado Tom Berenger y Willem Dafoe).
Son ellos quienes llevan el peso histriónico del filme, aunque Sheen no desentona (eran sus inicios), en un papel que se supone es el mismo Stone durante sus tiempos de combatiente (el hecho de sobrevivir y tener la lucidez para escribir el guion alimentan la hipótesis).
No obstante, existe otra escena que refleja -quizás- aún más la violencia injustificada (que como denuncia fílmica durante el gobierno de Ronald Reagan dejaba mal parada la imagen de Estados Unidos). Es aquella en que Taylor (Sheen) es obligado a torturar verbalmente a un prisionero cojo e incluso lo hace bailar a punta de disparos hacia el piso. Para Taylor fue lo peor que hizo, no así para Bunny (Kevin Dillon), quien disfrutaba la maldad y mató al prisionero con culatazos de su rifle contra el rostro del prisionero.
La cinta, que se rodó durante 54 días en Filipinas, no solo es denuncia, es una visión de la miseria humana, que se logró con trabajo de “método” (basado en el sistema de Stanislavsky) para sus actores (incluidos los entonces poco conocidos Johnny Depp y Forest Whitaker), quienes se sometieron a un intenso entrenamiento de dos semanas, en el que -incluso- cavaron trincheras y fueron sometidos a trabajos forzados.
Eso evidenció el hecho que más pesaron sus expresiones reales, las imágenes y, por supuesto, el sonido con el que trabajaron John Wilkinson, Richard Rogers, Charles Grenzback y Simon Kaye. Para Stone, ‘Pelotón’ también fue el inicio de una trilogía de películas bélicas (las otras son ‘Nacido el 4 de julio’, 1989; y ‘El cielo y la tierra’, 1993). Pero esas son para otro tema.