Francisco Velásquez: El pintor que superó el salvataje bancario y la crisis española
Aunque nació en Manta hace 43 años, Francisco Velásquez dice sentirse guayaquileño y madrileño de corazón. Esto porque en estas dos ciudades pudo desarrollar su carrera artística con éxito. Notoriedad que se refleja en varias exposiciones colectivas e individuales que ha desarrollado a lo largo de los últimos 15 años.
Velásquez es un artista relativamente joven en el mundo de la plástica, pero su nombre consta dentro de un grupo de pintores iberoamericanos sobresalientes en España.
Su historia comenzó a trazarse a la edad de 8 años cuando se radicó con su familia en Guayaquil. Estudió en el instituto Pablo Aníbal Vela, en el que empezó a sentir inclinación por el arte, pasándose todo el día dibujando.
Al poco tiempo consiguió su primer éxito en nombre del arte: convencer a sus padres que lo dejaran estudiar en la escuela Juan José Plaza de Bellas Artes y no seguir la carrera de Ingeniería Agrónoma que ellos tenían pensado para él.
Terminó sus estudios en artes gráficas y muralismo. En 1987 ingresó al magisterio fiscal e impartió clases de dibujo en más de diez escuelas simultáneamente.
Paralelamente se animó a lanzar su primera colección plástica motivado por una corriente en apogeo por toda América Latina: el realismo mágico. Sin embargo, no fue hasta 1990 en que expuso de manera individual sus creaciones bajo el nombre de ‘Los movimientos del hombre’.
A partir de entonces realizó varias trabajos importantes en su carrera como ‘Jaramillo precolombino’ y elaboró trampantojos en diferentes ciudades del país. También inauguró el taller de arte y diseño ‘Color público’.
Pero Velásquez también ha sufrido bajones en su carrera, aunque no han sido por su capacidad para pintar ni su sensibilidad. Él fue víctima del salvataje bancario que sumergió al país en una profunda crisis en 1999, por lo que se vio obligado a migrar a España en busca de mejoras.
Habla con amor y sentimiento sobre la capital española. Asegura que esa urbe siempre lo recibió con los brazos abiertos y durante su estadía nunca le faltó trabajo. “A mí me pasó lo que vivió Mario Benedetti con la experiencia migratoria. Esta se vuelve variopinta y tiene cosas lindas e inolvidables. Creo que nadie que haya vivido la migración puede olvidar ese arraigo y la nostalgia de su tierra al adentrarse a un nuevo medio. Pero en mi caso todo fue diferente porque siempre estuve arropado de buenos amigos y no pasé tan malos momentos”, aseguró.
Una vez instalado en España fue seleccionado para trabajar como fondista en un proyecto de Walt Disney en Madrid. A la par reguló sus papeles migratorios.
Luego aprendió el oficio de hacer estuco veneciano y trabajos de alta decoración: “Era un trabajo casi de obrero y no podía darme el lujo de parar. Lo bueno es que este oficio fue muy bien pagado e incluso hasta la fecha me siguen llamando para hacerlo, pero ahora estoy en otra faceta”. Después efectuó varios trampantojos (ilusionismo sobre una superficie) con mucho éxito. “Trabajé mucho con la clase media alta en España y me fue muy bien”, indicó.
Al poco tiempo se convirtió en el único ecuatoriano en formar parte de un equipo de restauradores de edificios patrimoniales en España, como el Palacio de Altamira. Le fue tan bien que le pusieron a tres personas a su cargo para que lo ayudaran con el trabajo. Velásquez contrató a tres ecuatorianos.
Paralelamente hizo varios trabajos y participó de varias exposiciones colectivas e individuales. Montó su taller en el 2006 hasta finales del 2011. Esto lo acercó a otros reconocidos artistas europeos.
Actualmente dos de sus trabajos forman parte de una exposición itinerante llamada ‘Ritos y rituales: arte contemporáneo latinoamericano’, que ha visitado varios países de la región y que en septiembre próximo llegará al país y será expuesta en el museo Nahim Isaías. La muestra finalmente llegará a Madrid en el 2014 y será expuesta en el Museo de América.
Estos trabajos forman parte de la muestra ‘Sustratos’, en la que este pintor desnudó su alma y mostró de manera surrealista la forma en que mira al mundo y al ser humano. “Este trabajo me ha dado muchas satisfacciones, porque aquí es cuando abuso del fondo, tiro y arrojo el color, dejo chorrear la tela y cuando ese accidente se seca, comienzo al proceso surrealista, porque sobre esa mancha comienzo a trazar y dibujar esa fauna y personajes que aparecen en la obra”, explicó.
Y es que el surrealismo siempre estuvo ligado en la obra de Velásquez. Prefiere pintar los sueños que las realidades sin saber el por qué. “Ahora estoy en un proceso de conciencia de madurez, en la que reflejo la manera desordenada de la sociedad. Una sociedad sin Dios y egoísta, que es capaz de morderse la mano a pesar del daño que se infringe. Tengo ese plano surrealista de no tocar las cosas de forma directa”, enfatizó. “Mi trabajo da respuesta y no preguntas como la mayoría de artistas surrealista”, acotó.
Y es precisamente esa manera surrealista de ver al mundo que le ha dado muchas complacencias a este pintor. Considera que sus trabajos son bien recibidos porque las personas “se olvidan fácilmente del paisaje bonito que ven en un cuadro, pero no del pez que está comiéndose a otro pez, que a su vez se come a otro y así sucesivamente. Ese símbolo se te queda adentro y causa asombro”.
Tal como en 1999, el año pasado tomó la decisión de regresar al país por la crisis en la que vive España. También porque quería alejar a sus dos hijos del convulsionado mundo en que viven los jóvenes españoles. “Se unieron tantas cosas a la vez como la crisis que afectó a todos los estratos de la sociedad española y porque la juventud esta más desorientada. De cada diez jóvenes ocho consume algún tipo de droga y no quería que mis hijos estuvieran dentro de esos ocho”, señaló.
Confiesa que fue doloroso dejar esa ciudad a la que quiere como propia y en donde vivió plenamente: “Nunca fui objeto de racismo y me dejé llevar por ese prejuicio que tienen muchos ecuatorianos. Pasa que nosotros somos más cordiales para tratar a los demás y los españoles son más directos y alzan demasiado la voz. Entonces, un ecuatoriano los escucha y piensan que son unos groseros y lo atribuyen a una expresión de racismo y no es así”.
Nuevamente en Guayaquil Velásquez expuso con éxito su colección ‘Sustratos’ y en los próximos meses empezará a trabajar en su primer mural de gran formato en el centro de Guayaquil. También expondrá una colección individual dedicada a la ciudad llamada ‘Ave nou’.