En 2015, ya no fue necesario ver tv frente a un televisor
La televisión aún atesora un poder omnipotente, considerando que no todas las personas poseen un teléfono inteligente o computador, pero sí un televisor en su hogar. Por ejemplo en Ecuador casi el 30% de los ciudadanos tiene una PC en la casa, pero más del 92% posee un TV.
Por si fuera poco la televisión lleva más de 60 años ocupando un lugar privilegiado y el 21 de noviembre de 1996, las Naciones Unidas celebró el primer Foro Mundial de la Televisión ante la necesidad de reconocer a esta “caja boba” como “una herramienta importante de orientación, canalización y movilización de la opinión pública”.
En la memoria colectiva aún siguen latentes acontecimientos presenciados en la pantalla chica, como los atentados del 11 de septiembre de 2001, el intento de golpe de Estado contra el presidente Rafael Correa y hasta el reciente error que cometió Steve Hervey, el presentador del Miss Universo 2015 al nombrar inicialmente por ganadora a Miss Colombia en lugar de la representante de Filipinas.
En Ecuador la televisión se estrenó a inicios de la década del 60, cuando los esposos José y Linda Rosenbaum crearon canal 4, la “Primera Televisión Ecuatoriana”, con sede en Guayaquil. Y desde el comienzo fue un “boom”, según el historiador y crítico de cine Jorge Suárez.
“La cajita mágica transmitía al principio solo programas cómicos enlatados. Después, cuando José Rosenbaum vendió el canal a Presley Norton, comenzaron los programas en vivo: números musicales, shows de concurso y las telenovelas, que poco a poco empezaron a manejar la vida y hasta el tiempo de los televidentes”.
El sociólogo Dalton Espín afirma que aunque la televisión ha cumplido el papel de informar, su misión básica ha sido la de entretener alejando a los espectadores de actividades tradicionales.
“Con la televisión hasta cierto punto se perdió la cultura del buen vivir. Todo se hizo informal. Los chicos preferían comer al pie del televisor y se acabó la famosa sobremesa. Y cuando llegaba el momento de la telenovela se paralizaba la casa, señala Suárez, recordando que Simplemente María, fue el primer drama de este tipo que batió récord de audiencia en el país.
Luego viene el boom de las telenovelas y desde Venezuela, México, Brasil y Colombia, en menor escala, llegaron producciones como La Dama de Rosa, Los ricos también lloran o Doña Bella. “La televisión creó una industria, fabricó y desechó artistas, productores, escritores y demás relacionados con el mundo del entretenimiento”, dijo Suárez. También en los 80 hubo espacios para las series como MacGyver, Dinastía, Dallas, Los años dorados, El pájaro espino o Fama, que causaron revuelo, algunas por abordar temas tabúes como la homosexualidad o el adulterio.
En Ecuador esa ‘libertad’ televisiva se amplió en los 90 con transmisiones extranjeras, la mayoría a través del servicio de cable. Entonces llegaron series de culto como Expediente X o ER. Más tarde se importaron formatos como los talkhows (programas de entrevistas) y realities.
Cuando se creía que la televisión seguiría reinando en el mundo y Ecuador, en la escena apareció internet 2.0. Rápidamente las marcas de televisores trataron de competir y mejoraron sus equipos. A las tiendas llegaron los primeros plasmas para conseguir mayor contraste e imágenes más realistas. Se redujo el tamaño del equipo y se aumentaron los pixeles de resolución. En la primera década del nuevo milenio aparecieron los LCD, más baratos y con menor consumo de energía. Las pantallas seguían creciendo hasta permitir los “cines en casa”.
En esta década apareció el HD (Alta Definición) con el que se consiguió la mayor nitidez de imagen. Pero mientras las marcas se esforzaban en lo técnico para no perder adeptos a la TV, la plataforma Youtube seguía cautivando a los internautas. Hoy los videos online se han convertido en la nueva influencia cultural, cambiando conversaciones y los contenidos que los habitantes, en especial los más jóvenes, observan.
Y entonces surge otra competencia para la llamada ‘caja boba’: Netflix y otras plataformas de contenidos pagados, hasta el portal Amazon y el canal Direct TV tienen sus programas. Gracias a estos sistemas hay más personas conectadas a un show en particular, sin necesidad de esperar una hora determinada, hoy es el televidente o internauta quiene decide qué ver y cuándo. “Ya no se necesita ver televisión frente a un televisor”, dice el sociólogo Mauro Segarra, pues desde una tablet o un smartphone es posible seguir su serie favorita. (I)
Por: Gerónimo Altamirano