El humor de ellos se basó en lo cotidiano
En el escenario parece sencilla la tarea de hacer reír a la gente con la cotidianidad. Para muchos es cuestión de contarlas simplemente. No obstante, el show que la noche del sábado pasado ofrecieron el mexicano Adal Ramones y el ecuatoriano Francisco Pinoargotti en el Centro de Convenciones va más allá de eso. La tarea no es sencilla.
Para eso, ambos humoristas necesitaron de un agudo sentido de observación (eso significa conocer el entorno en el que se desarrollan quienes acuden a sus presentaciones y, por supuesto, su indiosincrasia. Ahí la ventaja es que el público latinoamericano es muy semejante en ciertas costumbres.
Y la tarea previa consiste también en la investigación. En el caso de Ramones, necesitó conocer detalles como el volcán Pichincha. “No entiendo por qué ustedes le pusieron el nombre de un banco a un volcán”, bromeaba Ramones en referencia al Pichincha. Y no contento con eso, le dedicó la noche a una seguidora suya, a quien él bautizó como Tungurahua. “¿Cómo es que se llama el volcán en erupción que me dicen? Tungunahua, Tungu...qué?”, decía el mexicano, quien tuvo la respuesta inmediata de su fan: “Es Tungurahua”. “¿Y por qué se llama así?”, insiste el ex conductor de Otro Rollo. “Porque está en la provincia de Tungurahua”, dijo la asistente al show.
Desde entonces, tras cada duda que tenía Ramones, de 49 años, le consultaba a “Tungurahua”, su amiga del público. “A ver Tungurahua, cómo se dice aquí...”, preguntaba.
En el escenario, el mérito de ambos humoristas fue su capacidad de improvisar en muchas ocasiones. Ramones y Pinoargotti coincidieron en la impuntualidad de la gente para armar un tema dentro del show.
El actor mexicano, que tituló a su show como “33 cosas que me vuelven loco”, recurrió a un resumen de lo que había expuesto en sus primeros 15 minutos. El resumen, que incluía la canción Great Balls of Fire de Jerry Lee Lewis, lo hizo en apenas un minuto como si fuese la rebobinadora de un cassette.
Hablar con humor sobre las diferencias generacionales requiere de un estudio previo.
El colombiano Andrés López, también humorista, ya lo había dicho en visitas anteriores al país. “Me costó más de diez años armar ‘Pelota de letras’ (en el que clasifica a las generaciones por letras). De hecho, Ramones tomó algo de la obra de López. Comparó cómo era la televisión de hace 40 años y sus programas de entonces, como Flipper y Birdman. Lo hizo para recordar la candidez y el respeto que reinaban en las familias antiguas.
Pinoargotti, en cambio, recurrió a los personajes públicos locales. En su discurso desfilaron el alcalde Jaime Nebot y el presidente Rafael Correa, que se enfrentaron en una campaña en la reciente Consulta Popular, pero con el tono de las canciones de Ricardo Arjona.
En lo que ambos humoristas coincidieron fue en las parodias de artistas y filmes. El ecuatoriano abordó a Leonardo Favio y Alejandro Sanz (con disfraces incluidos), mientras que el azteca se valió de la película Titanic. Son sus propuestas en las que necesitan de un micrófono, efectos de sonido, cientos de gesticulaciones y pulmones para hablar durante mucho tiempo sin parar.