La violencia intragénero es un tipo más de violencia
En la medianoche del 1 de enero de 2020, en la cooperativa Unión de Bananeros, en el Guasmo, en el sur de Guayaquil, una mujer de 34 años fue asesinada por otra de 28 años que se presume era la pareja de la víctima.
Al parecer, las mujeres estuvieron bebiendo licor y luego discutieron, según la noticia compartida en medios y redes sociales.
Al leer esto podemos darnos cuenta de algunas situaciones inmersas en este asesinato, las que voy a detallar a continuación.
Se presume que las mujeres fueron pareja. Las relaciones y la convivencia de parejas del mismo sexo no son algo nuevo y en Ecuador ya están reconocidas por la Constitución y las leyes. Así lo dice nuestra Carta Magna vigente desde 2008 en su artículo 68: “La unión estable y monogámica entre dos personas libres de vínculo matrimonial que formen un hogar de hecho, por el lapso y bajo las condiciones y circunstancias que señale la ley, generará los mismos derechos y obligaciones que tienen las familias constituidas mediante matrimonio”.
Más adelante, en 2015, el Código Civil suma otro estado civil, unión de hecho, y finalmente, en junio de 2018, se da paso al matrimonio civil para parejas LGBTI.
En medio de todas estas luchas y conquistas se sumó una que fue completamente ignorada por la Asamblea Nacional: el incorporar la violencia intragénero en la Ley para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.
Durante 2017, activistas en derechos humanos de las mujeres y feministas construimos esta ley. Colocamos a la violencia intragénero como un tipo más de violencia de la que somos víctimas, tomando en cuenta que la unión de hecho y el matrimonio de parejas del mismo sexo ya son reconocidas; esta violencia no podía estar por fuera de nuestra legislación.
Pero… ¿qué es la violencia intragénero? Es la violencia que se da al interior de las parejas o exparejas del mismo sexo. Las manifestaciones son las mismas que en una relación de hombre y mujer, aunque con algunas características específicas.
Debido a que el concepto de violencia de género no se ajusta totalmente a la violencia que sufrimos las mujeres en una relación lésbica, se ha procedido a denominarla violencia intragénero.
Teniendo presente que el objetivo de la violencia de género es el control y la dominación, en las relaciones de pareja LGBTI se puede dar, por ejemplo, el chantaje de hacer pública la orientación sexual, intimidando a la víctima. También hay mitos alrededor de ella; uno de ellos, que las relaciones entre mujeres son igualitarias y sin violencia.
La violencia intragénero es una realidad silenciada e invisible; no se conocen muchos casos, no porque no se den, sino porque no se denuncian, ya que esto supondría una doble victimización: la persona no solo sufre el maltrato, sino también la estigmatización por ser LGBTI.
El miedo de ser objeto de burla o de decir públicamente su orientación sexual, supone un mal rato por el que no quiere pasar.
El machismo y la violencia machista no son exclusivos de los hombres ni de las parejas heterosexuales. Sus patrones son tan cotidianos y normalizados que asociamos al amor conductas que, en muchos casos, son la semilla de la violencia. Hemos aprendido que en las relaciones de pareja hay roles, uno de ellos asumido por los hombres: el ser la parte fuerte, el que controla, el que domina. El otro, generalmente asumido por las mujeres: ser atenta, amorosa, condescendiente.
Esto es a lo que llamamos heteronorma y las parejas LGBTI no estamos exentas de ella; es así como hemos aprendido a relacionarnos.
En consecuencia, la violencia no es extraña a nuestra convivencia en pareja. Los celos, el control, la posesividad, la abnegación, el sufrimiento y los conflictos se toman como positivos y parte de lo que es estar enamorado y tener una relación de pareja. De esta manera nos han enseñado a amar a lo largo de nuestra vida, lo vemos en nuestra familia, en amistades y hasta en películas, novelas y series de televisión.
Por desgracia, en Ecuador no hay estudios sobre la violencia intragénero, por lo cual tampoco tenemos estadísticas ni porcentajes para conocer más a fondo esta problemática.
Queda evidenciado que para el Estado ecuatoriano y la Asamblea Nacional, las personas LGBTI seguimos siendo ciudadanos de tercera, ocultos en una miopía institucional que se niega a vernos como sujetos de derechos, de todos los derechos.
No debemos considerar diferente en gravedad la violencia de género de la violencia intragénero; de hacerlo, estaríamos dando a entender que una resulta más importante que la otra, ocasionando un trato desigual a las víctimas y sobrevivientes.
Uno de los “clamores” en redes sociales cuando se dio a conocer este asesinato fue “¿Dónde están las feministas denunciando esto?”. Pues... aquí estamos, no solo denunciándolo públicamente sino poniéndole nombre y dando a conocer cómo un tipo de violencia que nos aqueja como sociedad fue sacada de una ley por ser considerada poco importante e instrascendente. Hoy, esa violencia menospreciada cobró una víctima que seguramente no es ni será la única. ¿Cuántas mujeres tienen que sufrir esta situación y cuántas más tienen que morir para que se tome en cuenta?
Ojalá este caso origine un debate serio alrededor del tema y que la reforma a la Ley para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, incluyendo este y otros tipos de violencia que quedaron fuera, sean incorporados de una vez por todas.
La violencia machista nos está matando, y poco o nada hace el Estado para poder evitarlo. (O)
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