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El Telégrafo
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Javier Gutiérrez, sociólogo y director de Misión Alianza

La violencia está ligada a la exclusión social

El profesional explica que lo ocurrido en Salinas no es nuevo ni propio de un sector en particular. Sostiene que la sociedad ecuatoriana es violenta.
El profesional explica que lo ocurrido en Salinas no es nuevo ni propio de un sector en particular. Sostiene que la sociedad ecuatoriana es violenta.
William Orellana / ET
06 de enero de 2020 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

Tres escenas de violencia en una misma localidad se viralizaron en redes sociales el primer día de 2020: Basura y plásticos por doquier en la playa; agresión a la Policía y escándalo público, y una pelea entre jóvenes afuera de un club, en el balneario de Salinas, provincia de Santa Elena.

Los opinadores, a través de las redes sociales, juzgaron esas situaciones como “únicas” o “exclusivas” de una clase social. También atribuyeron los hechos a la mala educación recibida en el hogar. Pero ninguno de esos actos en realidad es exclusivo de una ciudad, una región o una clase específica, sino comportamientos más bien arraigados y generalizados en la sociedad ecuatoriana y latinoamericana, según el sociólogo Javier Gutiérrez.

Este tipo de eventos ocurridos en Salinas, que vimos en medios de comunicación convencionales y redes sociales, ¿son nuevos en Ecuador?

No, no son nuevos. Hay dos aspectos a considerar cuando nos llegan noticias de actos de violencia y con daño a bienes públicos. Primero, no somos una sociedad (hablando como Latinoamérica) con una cultura de respeto a los espacios públicos.

Segundo, en cuanto a la violencia, estamos enfrentando las relaciones a nivel comunitario atravesadas por la violencia.

Todos las diferencias las resolvemos con violencia. Y esto tiene mucho que ver con la poca legitimidad que damos a la autoridad.

¿Cree que bloquear o enrejar el espacio público contribuye a que los ciudadanos no lo aprecien y lo vean como ajeno?

No. Más allá de las justificaciones que usan las autoridades para enrejar los espacios públicos, esto refleja la poca cultura que tenemos para aprovechar los espacios públicos. Entonces, lo que debimos haber hecho, paralelamente al cierre para garantizar la seguridad, es una campaña a través de colegios, universidades y barrios de cómo manejarnos en el espacio público.

Entonces, ¿usted no considera que esas reacciones violentas contra lo público tenga que ver con las restricciones que se imponen en estos espacios?

No. Yo no creo que haya una relación. La violencia dentro de los espacios públicos y contra el espacio público responde más bien a la ausencia, desde la comunidad, de mecanismos para mediar los conflictos. Es decir, si hay una pelea en la vía pública, quien tiene que mediar en esa situación es una autoridad, pero hay falta de respeto a esa autoridad y con su presencia lo único que sucede es que se incremente la violencia. Los ciudadanos no colaboramos porque estamos concentrados en grabar y fotografiar para lograr likes en las publicaciones en las redes sociales.

Es decir, son muchos los factores que contribuyen a la violencia en el espacio público.

Sí. Son muchos los factores. Somos una cultura violenta. Todo desacuerdo lo queremos resolver con violencia.

Si recordamos las peleas en la secundaria, estas se convertían en espectáculo y los compañeros lejos de separar a quienes se agarraban a golpes, más bien les hacían círculo, hasta apostaban.

¿Cuál cree entonces usted que sea la raíz de esa violencia, de disfrutar de espectáculos violentos?

Hay razones históricas en torno a las cuales se configuró esta sociedad acostumbrada a resolver las diferencias a través de la violencia.

Primero, no hemos sido una sociedad incluyente en términos completos. Excluimos a quienes tienen ideas diferentes, o diferencias sociales, o viven en barrios distintos, o son de otro partido político, equipo de fútbol, colegio o universidad. Somos una sociedad que recalca en lo distinto y tendemos a rechazarlo. En sociedades pacíficas, en democracias avanzadas, esas diferencias se diluyen. 

O sea, la sociedad ecuatoriana es excluyente.

Así es. Esta es una sociedad poco integrada. Excluimos a quienes no están de acuerdo con nosotros. A las organizaciones GLBTI, a los grupos de mujeres, a los defensores de los animales, los vemos distintos y los excluimos, les ponemos etiquetas. Desde el inicio de las repúblicas en Latinoamérica no han sido sociedades incluyentes. Se excluía a través de la violencia y eso se ha mantenido a lo largo de la historia.

En el caso específico de la riña de los jóvenes, ¿cree que pelean porque son de una determinada clase económica?

No. Como ya dijimos antes, en todos los sectores, en todas las clases queremos resolver las diferencias con violencia. Recordemos, por ejemplo, cómo eran las fiestas de Quito. Recordemos los crímenes y la basura que quedaba luego de las fiestas. (I)  

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