La vacunación de la población adulta es un reto en toda la región
América Latina es un referente en vacunación para el mundo, sobre todo en inmunización infantil; pero existe una gran brecha con los adultos. Así lo evidenciaron los médicos en el Seminario Internacional sobre Vacunación de las Américas que se desarrolló en Panamá.
La infectóloga argentina Carla Vizzoti aclara que ni los pacientes adultos ni el personal de salud son conscientes de la importancia de tener las vacunas completas en todo el ciclo de la vida.
“El esquema de vacunación de nuestra región y del mundo se enfoca mucho en los niños, pero deja de lado a los adultos (..). Muy pocos saben en realidad si tienen o no las vacunas necesarias”.
Vizotti lideró años atrás la Dirección de Enfermedades Inmunoprevenibles de Argentina y fue la responsable de la ampliación del esquema de inmunización que ahí incluye 19 vacunas gratuitas y obligatorias que se solicitan al momento de obtener la licencia o el pasaporte.
Reconoce que su país también tiene problemas con las vacunas de adultos.
“La necesidad de ponerse vacunas no se va con la edad. De hecho, hay determinadas edades en la vida adulta a las que se recomienda ponerse vacunas porque la protección que se recibió de niño puede desaparecer con el tiempo”.
El mismo criterio lo maneja Rodrigo Sini, director de asuntos médicos para América Latina y El Caribe, quien considera que en la región existe una paradoja de inmunización ligada a la edad.
“Tenemos tasas de vacunación infantil por encima del 75%, pero en la adultez no llega ni al 50% y eso se debe mejorar para evitar que existan enfermedades que generan hospitalización y hasta muerte”.
El galeno aclara que el desconocimiento que existe en muchos adultos sobre las vacunas y los beneficios de las mismas, les impide acceder por ejemplo a la inmunización que evita las enfermedades neumocócicas.
“Todos los adultos mayores deberían acceder anualmente a la vacuna contra la influenza, que es muy importante porque previene hasta el 85% de las muertes y el 70% de hospitalizaciones relacionadas con influenza estacional”.
Ambos profesionales señalan que otras vacunas necesarias en los adultos son las que combaten la tosferina, así como el tétanos y la difteria, que deben ser aplicadas cada 10 años para mantener sus beneficios en el organismo.
“A las mujeres embarazadas se les aplica en cada gestación. Además los adultos mayores de 50 años deben recibir una inmunización contra el herpes zóster”.
Dentro del esquema gratuito ecuatoriano para los adultos, además de la difteria y tétanos, se incluye fiebre amarilla y hepatitis B.
Isabella Ballabal, pediatra brasileña, cree que la población actual (sobre todo la adulta), al no palpar problemas de salud como la poliomielitis, que fue erradicada en la región gracias a la vacunación, no tiene los cuidados de inmunizarse. “La vacuna contra el tétanos previene de complicaciones que pueden darse por infección en heridas profundas causadas por la bacteria clostridium”.
Neumonía, problema latente
La neumonía neumocócica es la principal causa de mortalidad en el mundo. Alrededor de 450 millones de personas se afectan anualmente; y en América Latina, la incidencia de esta patología es de 918 casos por cada 100.000 personas; mientras que la meningitis neumocócica afecta a 4,62 niños menores de 5 años por cada 100.000 infantes.
“Dos tercios de todos esos casos se convierten en hospitalización y más del 10% fallece”, recordó el médico Daniel Curcio, quien precisó que para evitar estos inconvenientes es necesaria la vacuna neumocócica que previene ambas enfermedades.
El problema, según Curcio, es que la mayoría de la población no sabe con precisión lo que es la neumonía. Solo el 21% sabe que hay una vacuna que previene ese mal.
Campo de actuación
Una vez que la persona accede a la inmunización, necesita un período de entre 10 y 14 días para que la misma actúe en el organismo y la defienda de los agentes causantes de estas patologías.
“Si en ese período hay una exposición junto a alguien que tenga gripe -por ejemplo- se va a presentar ese contagio, pero de forma muy leve”, afirmó la doctora y exministra de Salud de Costa Rica, María Luisa Ávila, quien reiteró además que los efectos secundarios de las vacunas son mínimos en comparación con los beneficios.
Descartó que exista relación entre la inmunización contra el sarampión y el autismo, como se mencionó años atrás.
“Esas fueron afirmaciones erróneas producto de tergiversaciones que se dieron con algunos médicos. No hay para nada ninguna conexión”.
Recordó que existe la inmunidad rebaño en la que los miembros de una comunidad reciben su vacuna contra enfermedades contagiosas para crear una barrera de protección a quienes no pueden hacerlo por un sistema inmunodeprimido, como ocurre con pacientes oncológicos. (I)