Urcuquí, acogió a los fieles con fanesca y una agenda cultural
Grandes ollas de acero inoxidable coparon ayer el parque central del cantón Urcuquí (Imbabura). Con cucharas de palo, más de 100 mujeres, que llegaron desde las comunidades más alejadas, colocaban uno a uno los 12 granos necesarios para preparar la tradicional fanesca. El objetivo era elaborar 2.000 platos en una ceremonia comunitaria.
Participaron 15 comunidades de las 32 que hay en el cantón. “Los ingredientes para elaborar la fanesca son orgánicos y fueron cosechados en estas tierras por nuestros campesinos”, manifestó Nelson Félix, alcalde de Urcuquí.
Juan Quiguango viajó más de dos horas desde la comunidad San Francisco de Sachapamba, de la parroquia Cahuasquí, en compañía de cinco comuneros más que llevaron 30 libras de melloco cocido. Quiguango explicó que desde el miércoles pasado se reunieron los cerca de 1.000 comuneros que participaron en el proceso de elaboración de la fanesca con el chef para pesar los granos y determinar quién se hacía responsable de llevar cada ingrediente.
Por ejemplo, siete personas de la comuna de Azaya debieron cocinar 150 huevos y 30 libras de frejol, y picar 10 coles. Mientras que la comunidad de Chalguayacu peló y cocinó 30 libras de habas y otras 30 libras de choclo. Betty Burbano, de la comunidad La Victoria, en la parroquia Pablo Arena, indicó que su responsabilidad era lavar los chochos, pelarlos y llevarlos hasta Urcuquí. Además, debían cocer plátanos maduros que, al final, servirían como adorno del plato.
La preparación estuvo dirigida por el chef ibarreño Daniel Padilla, quien les dio un breve taller de manipulación de alimentos a los comuneros. Desde temprano, el olor a fanesca se apoderó de la plaza central de Urcuquí.
El aroma que emanaba de los grandes recipientes se convirtió en un imán que atrajo a miles de turistas. El alcalde explicó que el evento busca fomentar la productividad de las comunidades participantes. “Es la primera vez que realizamos una comida comunitaria, una iniciativa que también atrae al turismo. Desde este año esperamos que la fanesca comunitaria forme parte de las tradiciones de nuestro cantón”, anotó Félix.
Guillermo Reyes, turista de Quito, fue uno de los primeros en degustar la fanesca. “Está muy buena. Es la tercera vez que vengo con mi familia para observar el Vía Crucis, pero el olor de la fanesca nos atrajo”, comentó. Hasta las 14:00 se habían vendido 1.800 porciones, a 3 dólares cada una.
Paralelamente, por las principales calles de Urcuquí avanzaba la procesión del Vía Crucis, mediante la cual los católicos reviven el camino de dolor que recorrió el hijo de Dios antes de ser crucificado.
La representación bíblica conmovía a los visitantes que por momentos se transportaban a ese tiempo. Con cascos de acero, armadura, capas rojas y lanzas, los soldados romanos transportaban encadenado a Jesús por las 14 estaciones.
Janeth Guerra, de 42 años, urcuquireña de nacimiento, explicó que desde que tiene uso de razón su familia ha formado parte del elenco del Vía Crucis. “Antes mis tíos se vestían de soldados y con mis hermanos personificábamos a la sagrada familia. Este año mis sobrinas son María, la madre de Jesús, y María Magdalena”, relató la mujer.