Tierra, agua, fuego y aire, elementos primordiales en la población kichwa
En tiempos antiguos los elementos de la naturaleza: Agua, tierra, fuego y aire eran considerados una doctrina que propiciaba la vida y sobre la cual se regía la humanidad. En el siglo XXI, esas creencias se mantienen arraigadas en algunas culturas como la indígena y son parte de su tradición oral.
Lucila Lema, docente de Estudios de Oralidad en la Universidad de las Artes, comenta que alrededor de esos componentes existen mitos y leyendas que responden a preguntas existenciales y a sueños colectivos que las civilizaciones quieren continuar para que haya un control social. “Para los kichwas los elementos tienen sexo. La tierra es mujer porque genera vida; el agua es mujer y es la sangre de la tierra que permite la germinación. Y los pueblos modernos deberíamos entender que el sol sale para todos, sin él no habría vida; que la tierra pare para todos, de lo contrario, no habría alimentos. Entonces le daríamos sentido a las fiestas que celebran la vida, como el Inti Raymi”.
Los cuatro elementos están presentes en los ciclos de las siembras y las cosechas, en nacimientos, en las muertes y en todo lo que es motivo de festejo. Cada uno por separado no tendría sentido ni podría existir para la cosmovisión kichwa y de los pueblos indígenas.
“El ser humano y la naturaleza, y todo lo que hay en ella están íntimamente conectados. Es un todo el pacha (tiempo y el espacio) y cada uno tiene su papel: Cuando uno falta se desequilibra la vida. Científicamente el conocimiento occidental ha comprobado lo que ya era sabiduría de los pueblos ancestrales. Por ejemplo cuidar las plantas porque purifican el ambiente”.
Pedro Cabascango, gestor cultural y experto en cosmovisión andina, indica que los cuatro elementos son parte de nuestra esencia y están presentes todo el tiempo en la cosmovisión, pero se los exalta en las fiestas.
“Yaku (agua) es vital. La bebemos y con ella hacemos baños de purificación que son primordiales en nuestra vida. A guaira (viento) lo necesitamos para respirar y que nos dé buenos augurios, nueva energía. De mina (fuego) recibimos su energía a través del inti taita (sol) para devolver la vitalidad al cuerpo. Con alpa (tierra) tenemos el contacto que nos sirve para producir los alimentos”.
Lema expresa que los cuatro elementos son motivo de adoración porque sin ellos no habría vida humana. “Hay un concepto del ranti-ranti que quiere decir: te doy y me devuelves, donde tú como pueblo o familia das una ofrenda a la naturaleza, para que ella te devuelva la vida. El concepto de dar y recibir está presente tanto en lo personal, familiar comunitario y con las divinidades y dioses, como el Sol, la Luna, las estrellas, los montes y otros.
“Creo que en Guayas deberíamos hacer una fiesta para agradecer su existencia y todo lo que nos da a nivel ecológico y económico. Nos falta ritualizar la vida, agradecer por lo que recibimos”.
Las plantas forman parte de uno de esos elementos porque brotan de la tierra para convertirse en el alimento o la medicina cotidiana y otras se las utiliza en rituales (ortiga, chilca, ruda y claveles) que purifican el espíritu, el cuerpo y devuelven las energías para mantener el equilibrio.
Aunque esa doctrina es parte de una tradición oral, Lema lamenta que se esté perdiendo. “La memoria es frágil, pero también hay que tomar en cuenta que la cultura es dinámica y cada una mantiene y resignifica lo que le parece importante para trascender”. Entonces estos elementos culturales existen hasta la actualidad, pero se debe apelar a otros soportes para poder socializarlos con otras generaciones, tal como el video, el cine, la literatura, que existen paralelamente con la oralidad.
“Saber qué somos, de dónde venimos y qué queremos ser es una consigna de lucha de los pueblos indígenas y su movimiento. Como ecuatorianos creo que nos falta esa parte de valorarnos y sentirnos orgullosos de todo lo que somos. No solo mirar lo de afuera, sino lo de adentro. Nos falta conocernos más entre ecuatorianos y luego con el mundo”. (I)