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La tartamudez tiene dos tipos de terapia

Los pacientes primero van al psicólogo para investigar las causas del problema y cuando lo detectan pasan a  terapias de lenguaje.
Los pacientes primero van al psicólogo para investigar las causas del problema y cuando lo detectan pasan a terapias de lenguaje.
John Guevara / ET
29 de octubre de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

El 1% de la población del planeta presenta disfemia, condición comúnmente conocida como tartamudez. Este trastorno de la comunicación provoca que la fluidez del habla se rompa. Su aparición no tiene una causa específica.

Los estudios médicos estiman que el 70% de los casos se relaciona a un tema emocional (ansiedad, miedo, circunstancias traumáticas o ridiculización). En un mínimo porcentaje, la dificultad se debe a aspectos hereditarios o genéticos.

Científicos como Charles Darwin y Albert Einstein presentaron esta dificultad en su vida. Pero en ningún momento eso influyó en el éxito que tuvieron.

Por ello la psicopedagoga Susana Cabrera afirma que no hay conexión entre este trastorno y la inteligencia. “Salvo los casos en los que existe una deficiencia cerebral producto de algún accidente o afección al momento de nacer”.

Este tipo de pacientes presentan una disfemia orgánica que no tiene cura, solo un proceso de mantenimiento. Se lo hace a través de terapias de lenguaje para trabajar la parte fonológica, la orofonatoria, el lenguaje expresivo y comprensivo.

Para que vayan asociando los sonidos realizan ejercicios guturales y auditivos. Lo acompañan con técnicas de relajación, porque estas personas se ponen más nerviosas. Tienden a desarrollar un tarareo más prolongado y acentuado.

El aspecto psicológico
El trastorno de fluidez en el lenguaje puede aparecer de forma repentina. Cuando eso sucede lo primero que aconsejan los especialistas es el desarrollo de un proceso terapéutico emocional. Este permite descubrir la causa y trabajar en ella.

La terapeuta de lenguaje Diana Saravia asegura que existe una técnica para tratar a los niños: se trabaja en la ansiedad y hasta en la frustración que presentan los padres de familia.

Mientras más conozcan del trastorno, mejor entenderán lo que sucede y podrán ayudar a su hijo. “Para no hacerle sentir culpable de algo que es involuntario”.

Además se debe hablar con el área de psicología de la entidad educativa (donde acude el niño y con el maestro).

De esa forma los compañeros de aula lo ayudarán y evitará las burlas. Los menores de edad -según la experta- no tienen conciencia del daño que producen esos comentarios. “Por eso muchas veces los niños con este trastorno dejan de hablar para no ser criticados”.

Para Saravia es necesario  explicarle al infante que su dificultad es momentánea. La puede superar con acompañamiento familiar y de los profesionales.

Del total de consultas que atienden las profesionales, el 1% de pacientes regresa por el mismo trastorno, pero por causas de menor complejidad o secuelas que aún deben mejorar. 

Cuando esta dificultad se presenta en los adolescentes se hace un proceso terapéutico de apoyo emocional.

En algunos casos se requiere ejercicios para mejorar el lenguaje, a fin de que ellos comprendan que su problema no es orgánico y no está en la parte articulatoria.

Eso se lo logra con actividades que refuerzan la capacidad de razonamiento. También con acciones que ayudan a estructurar situaciones en las que únicamente faltan ideas fluidas que deben desarrollarse con mayor énfasis.

El proceso emocional terapéutico puede durar más de seis meses y la terapia de lenguaje al menos tres meses.

Los jóvenes refuerzan las herramientas para enfrentar sus problemas. Estos los ayuda en el caso de que deseen volver a presentarse las causas del trastorno.

La psicopedagoga tuvo en su consulta un paciente adulto con proceso disférmico específico frente a una autoridad. “Apenas se paraba ante él, la fluidez disminuía y no podía entablar comunicación”, recuerda. Con terapia enfrentó el problema y lo superó.

Predominio en los varones
Las niñas desarrollan más rápido el lenguaje en comparación con los niños, según las investigaciones científicas. Son más expresivas y utilizan mayores herramientas (como el llanto) para sacar con facilidad sus dificultades emocionales.

En cambio, los hombres guardan sus sentimientos y se callan. Allí se forma un nudo emocional que puede somatizarse “al momento de no expresar bien las palabras”.

En Ecuador no existe un registro público que evidencie la magnitud de este problema de salud. (I)  

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