La fe en el poder curativo de plantas medicinales sigue vigente en Azuay
Encontrar o adquirir plantas medicinales en la provincia del Azuay, no es difícil. Los habitantes, en especial del sector rural, cuidan y siembran para tener su propio remedio.
Las plantas, para muchos, poseen un poder sobrenatural. Antiguamente los patios de las casas en Cuenca se convertían en “boticas”, porque allí se sembraban toda clase de hierbas para curar sus males.
Se consideran plantas medicinales a las que se utilizan con algún fin curativo. Se debe diferenciar de la fitoterapia; este último término se usa para denominar a la ciencia que estudia el uso de productos de origen vegetal con un fin terapéutico, utilizando como base las plantas para producir drogas.
Entre las hierbas más conocidas están el toronjil, la caléndula (conocida también como margarita), la manzanilla, hierbabuena, hierbaluisa, ruda, ataco, plantas que han sido usadas durante cientos de años para prevenir y curar ciertas enfermedades.
La doctora Flor María Salazar, dueña de la Botica Olmedo, en Cuenca, aún utiliza estas plantas “para la extracción de ciertos elementos medicinales”.
Según la profesional, los medicamentos envasados y artificiales llegaron luego del primer tercio del siglo pasado, “hasta tanto la humanidad se mantenía solo con la medicina natural”.
Expresa que los huertos de las casas de los cuencanos eran las “boticas” de la familia, porque en el lugar se sembraba ruda, toronjil, manzanilla, flores de fucsia, estas últimas muy buenas para el corazón.
Puso como ejemplo la manzanilla que tiene propiedades diversas, incluso actúa como antiinflamatorio, “ayuda a aliviar las molestias menstruales o tiene la capacidad de reducir el colesterol”, dice Salazar.
También es buena para curar los llamados “fuegos” que salen en los labios y para las lesiones que causan las dentaduras postizas.
“Las plantas son poderosas”, insiste la profesional, quien agrega que el toronjil, en cambio, calma los nervios, se bebe con leche o en infusión. “Antiguamente cuando se moría alguien, se hacían litros de agua para dar a los invitados y a la familia”.
El hombre de la Sierra -afirma- vive de las plantas, y los campesinos son los que más se alimentan de los frutos de las plantas como el poroto, las habas, el maíz, la arveja. “El pan es hecho de trigo, la cebada, la quinua, todas son plantas que por años han ayudado a los habitantes a mantenerse sanos y muy fuertes”.
El pulque o chaguarmishqui
Desde las ocho de la mañana Anita Ramón ya está en el mercado 10 de Agosto de Cuenca con más de 10 litros de pulque o también conocido como chaguarmishqui.
Esta bebida es considerada de gran valor curativo y proviene de la planta del penco que se cultiva en la parte rural. Quienes la consumen creen que les mejora las articulaciones y no sienten dolores reumáticos.
Anita tiene que moverse por distintos sitios de la ciudad para adquirir el penco.
“Voy a San Joaquín, Nulti, Llacao, Challuabamba y también al sector de Chuquipata (Cañar), para comprar una planta”.
Asegura que cada penco está entre los $ 5 y $ 8. La mujer, por más de 10 años, vende este líquido o colada en el mercado, con gran aceptación entre sus clientes.
Según Salazar, es un líquido azucarado que provoca energía en la persona que lo toma. Además indica que tiene muchas vitaminas, por eso es muy recomendado para los menores de edad.
Para Mercedes Padilla, oriunda de la provincia del Cañar, el pulque la ha mantenido con buena salud.
“Toda mi vida he tomado este jugo”, explica la mujer que ya pasó los 80 años.
Esta planta en las provincias de Azuay y Cañar está desapareciendo.
En Cuenca, en la zona urbana, es difícil encontrarla.
Ramón comenta que antiguamente se utilizaba para trazar los linderos de las propiedades, pero que ahora ha desaparecido con la modernidad. “De 23 plantas, imagínese, apenas puedo extraer 50 litros de jugo de penco”, acota la mujer. (I)