La talla baja se soluciona con un tratamiento
La familia Muñoz Beltrán en esta semana viajó desde la comuna Febres Cordero (Santa Elena) hasta Guayaquil. Rolando y su esposa Murial arribaron con sus dos hijas: Melina y Madeline.
Las tímidas y sonrientes niñas se arriman y abrazan a las piernas y brazos de sus padres. Melina tiene 11 años y Madeline tres y medio. Sin embargo, la primera aparenta la estatura de una menor de seis y la segunda, de menos de dos años.
Por ese motivo, ambas fueron conducidas hasta el Hospital Los Ceibos, del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Las menores de edad presentan una afección en común conocida como talla baja.
Los médicos detectaron que ellas padecen de un déficit en la producción de la hormona de crecimiento, lo cual ha incidido en su normal desarrollo.
El padre, un hombre de baja estatura, pero que pasa desapercibido entre el promedio de altura de los ecuatorianos, desconocía la existencia de esa dolencia. Él y su esposa se enteraron de eso luego de acudir al pediatra con sus niñas.
Actualmente, Melina ya lleva un mes en tratamiento en el sanatorio. Ella ahora mide 1,06 metros de estatura y está bajo los 0,25 centímetros, de acuerdo con los rangos de su edad.
El doctor Carlos Solís, responsable del área de Endocrinología del hospital porteño, explica que ellas están a tiempo de recibir atención oportuna y revertir la situación.
Hoy las niñas reciben dosis de hormonas de crecimiento, con lo cual se espera que continúen con su normal desarrollo.
Justamente, Jordi Rivera es uno de los pacientes que ha obtenido buenos resultados luego de tres años. Él creció tres centímetros y medio en un mes, y dos, semanas después de recibir las hormonas debidamente medicadas.
Jordi aparenta 11 años, pero en realidad ya tiene 15. Los especialistas que lo atienden estiman que le faltan 15 centímetros. Rivera se siente contento, pues ha notado la diferencia luego de someterse a las recomendaciones de los galenos.
El protocolo
Carlos Solís aclara que este proceso se lo tiene que realizar con ética y responsabilidad, ya que algunas personas pueden confundirlo con un asunto estético.
Por ejemplo, en la Clínica de Talla Baja del IESS, inaugurada en días pasados, los niños son revisados por pediatras y otros especialistas para llegar a la conclusión de que requieren esa terapia.
“Hay que investigar y descartar que existe un déficit de la hormona. Revisamos la edad ponderal y la ósea. Y se efectúan radiografías”, detalla el experto.
De igual manera, se evalúa la condición del paciente, pues pueden presentar una condición por la que no se deba administrar los medicamentos.
La endocrinóloga y pediatra Johanna Acosta precisa que la mitad de las consultas que atiende están relacionadas con el tema de la talla baja. De ese porcentaje, en el 90% de los casos la situación es normal, pero el 10% de los atendidos sí requiere de los tratamientos.
El régimen médico requiere un seguimiento mínimo de un año para observar algunos cambios. En ese centro del IESS, el único en su categoría, ya hay 40 menores que empezarán el tratamiento. Al servicio pueden acceder todos los afiliados.
Los especialistas estiman que a nivel particular la inversión en ese tipo de atenciones puede bordear los $ 1.500 por año. Solo en dosis. También, los médicos recomiendan a los progenitores vigilar que los menores sigan buenos hábitos.
Entre ellos, que los chicos se nutran adecuadamente, que duerman ocho horas diarias y que realicen actividad física. Actualmente, en Ecuador no existe una estadística precisa sobre la problemática.
El panorama
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el retraso del crecimiento tiene una serie de efectos a largo plazo para los individuos y las sociedades: disminución del desarrollo cognitivo y físico, reducción de la capacidad productiva, mala salud y aumento del riesgo de enfermedades degenerativas como la diabetes.
De acuerdo con el Banco Mundial, la pérdida del 1% en la estatura adulta debido a un retraso del crecimiento en la niñez se asocia a una pérdida de productividad económica del 1,4%.
Se calcula que, al llegar a la mayoría de edad, los menores con retraso del crecimiento tienen 20% menos de ingresos que los que no sufren dicho problema.
“A menudo, la insuficiencia comienza ya en el útero y se prolonga después del parto como consecuencia de prácticas de lactancia subóptimas (no exclusiva en los primeros 6 meses) y deficiencias en la alimentación complementaria e infecciones”. (I)