Mujeres, en la encrucijada de la realización profesional y personal
La ya conocida “liberación femenina” -que hace más de tres décadas cobró fuerza hasta ir, palmo a palmo, ganando batallas- tuvo, desde luego, su impacto en Ecuador. Si bien éste sigue siendo un país machista, es claro que ahora las mujeres ocupan cargos públicos, son madres solteras, eligen y pueden ser elegidas, deciden no tener hijos, no casarse, vivir solas o, en muchos casos, ser abiertas con sus tendencias sexuales, cuando estas no coinciden con las “buenas costumbres” de la tradición conservadora.
Todos estos pasos, asegura Eliana Cifuentes, terapeuta familiar, son parte de un proceso y una construcción social que lleva a cambios en la concepción cultural de lo femenino. Añade que una de las decisiones más problemáticas que hoy puede tomar una mujer es la de ser o no ser madre (y cuándo serlo)... Allí intervienen, por supuesto, variables económicas, pero además una idea de realización personal que ha cambiado con el tiempo.
Marlene Calle, por ejemplo, de 65 años y con cuatro hijos, dice que antes ser madre significaba ser mujer al 100%... No cabía en la cabeza negarse... Añade, no sin nostalgia, que si pudiera cambiar cosas en su vida, estudiaría y trabajaría... Entonces comparte una anécdota: Las primeras mujeres que comenzaron a trabajar eran heroínas, liberales y se las conocía como modernas. Una de ellas fue su madre, maestra de primaria... Marlene sentencia: “Ahora, trabajar, más que un acto de valentía es una necesidad”. En el año 2006, un 70% de las mujeres ecuatorianas no tenía ingresos propios, comparado a un 34% de los hombres, que sí.
Para la psicóloga Adriana Fornasini, en los últimos 40 años el asunto de pareja tomó un giro radical. Comenta que antes las mujeres eran más “tolerantes” porque dependían en gran medida de los hombres, al punto de soportar maltratos e infidelidades, sin poder dejarlos en la mayoría de los casos... Hoy, dice, “el divorcio ya no es tan maldito como antes”, en el sentido de que las nuevas decisiones de las mujeres también crearon un desequilibrio en el hombre, que tuvo que adaptarse al manejo de dinero que ellas ahora tienen.
Carolina Cifuentes tiene 27 años. Se especializó en cuidados estéticos. Su primer hijo lo tuvo a los 16 años y la segunda hija a los 24. Jamás -asegura- se arrepentiría de sus hijos, pero, tal como Marlene, a veces se entrega a fantasías hipotéticas: “Si pudiera cambiar algo de mi vida...”.
En un momento, lo reconoce, no descartaba la idea de abortar, pero incluso para tomar esa decisión necesitaba contar con una guía de cómo hacerlo y tener el dinero suficiente para pagar el legrado... Ahora su condición la obliga a cuidar, educar y guiar a sus dos hijos, se dijo a sí misma.
Ahora, reflexiona Fornasini, el acceso a las instancias académicas y laborales ha llevado a las mujeres, en muchos casos, a una encrucijada personal: decidir si prefieren trabajar o dedicarse a las labores del hogar, con hijos o sin ellos.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos del Ecuador, para investigar el factor económico, a la población femenina en edad fértil la clasificó en cinco quintiles. En el uno, el aproximado de ingresos es de $ 200 mensuales; en el 2 y el 3, de $ 400 mensuales; en el 4 y 5 fluctúa entre los $ 750 y $ 850.
Romina Arteaga, coordinadora de Planificación de la Cancillería, comenta que desempeñar sus actividades y poner en práctica su profesión en un mundo de hombres al inicio fue muy complicado, más aún cuando se trataba de establecer nuevas formas de hacer las cosas y no quedarse en los patrones tradicionales.
Romina asegura que ahora, si bien una de sus metas es tener hijos y dedicarles tiempo, su prioridad es desarrollar al máximo su capacidad profesional y cumplir con los desafíos que se impuso dentro de la administración pública. Sujey Velásquez es el más claro ejemplo de aquello de entrar en “un mundo de hombres”: es guardia de seguridad.
Dice que a sus 30 años no tiene deseos, por el momento, de tener un hijo, ya que considera que es una responsabilidad grande que debe enfrentarse en pareja. Velásquez estudió cosmetología, pero no pudo ejercer su profesión por falta de oportunidades. En varias ocasiones tuvo trabajos que al final del mes no le cancelaban su sueldo; sabe que en esas condiciones sería imposible mantener a un hijo.
En la empresa de seguridad en que trabaja hay medio centenar de mujeres. De hecho, llegó allí por recomendación de una amiga, luego de ir de trabajo en trabajo, sin estabilidad. Si bien su sueldo no supera los 500 dólares mensuales, ahora decide sobre su vida de manera más cómoda, aunque sigue viviendo en la casa de su madre. No descarta, de todas formas, continuar sus estudios en cosmetología.
Fornasini concluye que la tendencia actual se dirige hacia un concepto clave: la realización. “Se trata de un concepto subjetivo y depende de la crianza de cada persona”... En ese sentido, es necesario reconocer que en Ecuador el concepto de realización total de la mujer sigue incluyendo a los hijos en la ecuación.
Educación, ingresos y uso de métodos anticonceptivos
En el país, según un estudio de uso de métodos anticonceptivos desarrollado por el Inec, de 5.000 mujeres consultadas en el área urbana el 96,3% conoce de dichos métodos, en tanto que en el área rural el porcentaje es menor: 84,4%.
Los mayores porcentajes de conocimiento de los métodos se observan en los grupos étnicos afroecuatoriano, blanco y mestizo; y el menor en la población indígena, siendo relevante el desconocimiento de la práctica en el 34,7% del total de consultadas. Entre los resultados que se obtuvieron del estudio se muestra que el medio social y económico influye tremendamente al momento de optar por el uso de un método anticonceptivo.
El 93,8% de las mujeres con mayores ingresos, en un quintil 3, lo utiliza; el quintil 5 alcanza el 96,7%. De este conjunto, el 35,7% utiliza la ligadura, seguida del 18,5% que recurre a la píldora; 15,6% el ritmo; el 13,9% la ‘T’ de cobre; y 4,3% el condón.
Entre las adolescentes de 15 a 24 años son más aceptados los anticonceptivos hormonales y los de barrera; la población de 25 a 39 años se inclina, asimismo, predominantemente por los métodos hormonales y quirúrgicos. En cambio las del grupo de 40 a 49 años tienden a usar los quirúrgicos y naturales.
La relación de las variables de uso de métodos por estado civil demostró que la mayoría de mujeres utiliza al menos un tipo de método. La ligadura sobresale en casi todos los estados civiles. Es el caso de las viudas, con el 80,4%. Las mujeres con unión libre y casadas tienen también mayor aceptación por la ligadura (30,7% y 38,2%). Las solteras usan más la píldora y la inyección (24,0% y 20,1%); las separadas, la píldora (16,3%) y la ligadura (47,9%); y las divorciadas el DIU (23,8%) y, asimismo, la ligadura con el 58,1%.
Las familias se reducen
Los hogares ecuatorianos están conformados por 3,8 integrantes, frente a los 4,2 miembros que se registraron en 2001, demostrándose así una reducción del tamaño de los hogares en los últimos 10 años, según los resultados del Censo de Población y Vivienda 2010, realizado en noviembre por el INEC.
En la última década, el número de hogares de una sola persona se incrementó en un 74,5%, llegando a 459.610. Así, la composición de hogares muestra un cambio estructural muy claro.
La población de 0-14 años es del 30,1%: hombres 2’301.840 y mujeres 2’209.971; de 15-64 años 63,5%: hombres 4’699.548, mujeres 4.831.521; de 65 años y más el 6,4%: hombres 463.481 y mujeres 500.982.
Las mujeres a nivel mundial
Esta semana, el informe 2012 del Banco Mundial en el tema El Desarrollo Mundial: igualdad de género y desarrollo, confirmó una verdad de Perogrullo: El acceso a la educación y a un trabajo cambia substancialmente la vida de las mujeres.
En el texto se plantea que a diferencia de hace 25 años las mujeres constituyen ahora el 40% de la fuerza de trabajo mundial. Más de 500 millones se han incorporado a la fuerza de trabajo, lo que dio paso a la disminución sin precedentes del embarazo en países en desarrollo.
Su participación en el trabajo extradoméstico pasó de 16,9% en 1980 a 33,5% a mediados de la década del 2000; es decir, se incrementó en 16,6%. Por otro lado, según la ONU, el porcentaje de mujeres electas a los parlamentos nacionales en América Latina y el Caribe, por ejemplo, fluctúa entre 3,6% y 27,6% (Unión Inter-Parlamentaria).
A nivel nacional, la participación de la mujer en la economía pasó de 16,9% en 1980 a 33,5%, según se plantea en el Plan Nacional del Buen Vivir. La Carga de Trabajo (CTT) es de 59 horas con 31 minutos semanales, para los hombres, y para las mujeres de 77 horas con 53 minutos, considerando el trabajo doméstico.
En cuanto al acceso a las oportunidades económicas, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de trabajar en tareas domésticas no remuneradas o en el sector no regulado, aunque las agricultoras tienden a ocuparse de parcelas menos extensas y a dedicarse a cultivos menos rentables que los hombres; y las mujeres empresarias dirigen operaciones de menor volumen y en sectores, también, menos rentables. Como consecuencia, la tendencia en todas partes es que las mujeres ganen menos... Por eso, las constituciones de 136 países contienen ya garantías expresas de igualdad; y la tarea de hacerlas respetar es cotidiana.