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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Mujeres avanzan en la ciencia

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Nada debe limitar las carreras profesionales de las mujeres, menos su condición de género. Esa es la premisa de quienes se desempeñan en campos básicamente dominados por hombres.

 Paola Leone, científica y docente de la Universidad UTE y Silvana Hidalgo, directora del Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional son ejemplos de que los sueños pueden alcanzarse en cualquier carrera y sin restricciones.

Ellas coinciden en que las mujeres son seres humanos con el potencial necesario para desarrollarse sin problemas en los ámbitos que les toque hacerlo.

Paola, quien es investigadora especializada en genética humana, afirma que el mundo de la ciencia está abierto para las mujeres; la Sociedad Ecuatoriana de Genética Humana es la muestra de ello.

 De los 71 miembros existentes en la actualidad, 50 son mujeres (70%) y 21 (30%) hombres. 

Leone es parte de ese mundo con 77 artículos científicos en revistas internacionales y un sinfín de cargos investigativos, tantos como la pasión que revela en cada palabra que emite.

Solo escucharla es como sentir sus pasos en el laboratorio, con microscopios, reactivos y una serie de muestras para analizarlas.

Ese espacio es su segundo hogar; no imagina su vida fuera de ese campo. Todo comenzó a sus 16 años, en la clase de Biología de secundaria, donde vio las variadas combinaciones que podrían darse entre alimentos para cambiar su textura y color.

Ahí decidió que la genética sería su profesión y así lo hizo. En su casa nadie se sorprendió con su decisión, al contrario la apoyaron e incluso sus padres llevaron a casa un biólogo y un médico para que le ayudaran a definir su área de estudio.

“Tuve la suerte de encontrar en mi camino mujeres que ya tenían recorrido en ciencia, que dirigían en la Universidad Católica y eso me ayudó”, confiesa Leone.

Reconoce que su carrera demanda muchos recursos económicos para la formación y que gracias a las becas a las que accedió pudo costearse por completo toda su formación científica.

Sus raíces provienen de Colombia y Argentina. Por casualidades de la vida llegó a Quito, donde se formó en Biología y después emprendió viaje a Europa donde completó y actualizó su formación. Aunque no tiene familia en Ecuador se siente identificada con el país por la tranquilidad que le brinda su profesión y el ambiente cultural que puede encontrar.

No tiene hijos, ni está casada, pero comparte con colegas que sí lo están; y por eso afirma que se puede compaginar, sin dificultad, el aspecto profesional y personal.

Esa misma aseveración la hace Silvana, quien desde hace un año dirige el IG, encargado de monitorear la actividad sísmica y volcánica del territorio nacional.

Está casada con un vulcanólogo francés y aunque no lo reconoce abiertamente, cree que fue precisamente el entorno cultural de su esposo el que le ayudó a compaginar su carrera que implica muchas salidas de campo de varios días y hasta semanas. “No lo quería decir, pero ciertamente que eso tuvo mucho que ver”.

Sus estudios superiores los realizó en la misma institución en la que hoy trabaja. Recuerda con claridad que en los años 90, cuando fue estudiante, prevalecían los varones en el aula. En el grupo preuniversitario de 45 estudiantes, solo 4 eran mujeres.

Quiso estudiar Ingeniería en Sistemas, pero conforme avanzó la formación común (dos semestres) en el área descubrió que la Geología era más afín con lo que le gustaba hacer. Ahí fueron 7 alumnos y de esos, 2 mujeres.

“Durante todos los años de  carrera los chicos siempre fueron respetuosos”, afirma la profesional.

Sin embargo, cree que la sociedad aún no logra esa evolución para comprender que tanto hombres como mujeres pueden desempeñarse en el campo que elijan.

Recuerda que muchas veces escuchó la frase “tú no puedes, escoge otra carrera”. Pero eso en lugar de amilanarla, le dio más empuje para continuar en su anhelo.

Antes de concluir su carrera se vinculó al Instituto Geofísico y posteriormente lo dejó para cumplir su doctorado en Vulcanología.

Cree que la familia es la base para cambiar los paradigmas presentes en la sociedad, así como los roles de hombres y de mujeres. “Aquí es donde se debe generar una cultura más equitativa entre ambos géneros”, asegura.

A más de dirigir el IG, se desempeña como docente de la Escuela Politécnica Nacional (EPN). Ahí imparte la cátedra de Petrología Ignea, donde habla del origen de las rocas y además es tutora de tesis en pregrado, lo que le copa su tiempo diario. Pero su familia tiene un espacio de calidad lo que la deja tranquila. (I).

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