En el mundo, el 40% de las labores del campo son realizadas por mujeres. En el día nacional del agricultor y ganadero, que se celebra el 16 de octubre en Ecuador, se destaca la labor de la mujer en el campo, una fuerza laboral que representa el 36% de la población activa en las áreas rurales.

Un estudio de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) sugiere que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a recursos productivos que el hombre, instrumentos para su formación y se estimulara su participación en la toma de decisiones, la producción agrícola de los países en desarrollo aumentaría de un 2,5% a un 4% y el número de personas con hambre disminuiría un 12%.

A pesar de que cada vez son mayores las iniciativas de varios sectores por incentivar la participación, inclusión y equidad de género, en las labores del campo aún existen varios retos transversales a los problemas sociales del país que no se han podido superar.

Hoy, por ejemplo, el agricultor ecuatoriano vive una dualidad, que en pocos países existe, además de cultivar su propia tierra, él debe trabajar también en otras fincas para poder subsistir. En Ecuador existen más de 500 mil agricultores, y en superficie menor a 40 hectáreas se encuentra más del 60 %.

Sumado a ello, para poder subsistir, los agricultores en general necesitan apoyo integral para tener productos que permiten aumentar su productividad y tener el conocimiento de programas de buen uso y cuidado.

“No es desconocido que la agricultura se ve tradicionalmente como una actividad de hombres. La poca tecnificación en nuestros campos hace que las labores sean muy pesadas físicamente para ellas; sin ahondar en que en general el agricultor debe cultivar su propia tierra y además ir a otras tierras a trabajar por lo que aumentan las pocas probabilidades que tienen para dejar el trabajo del hogar”, explica María Fernanda Nossa, gerente de marketing-protección de cultivos de BASF.

La buena noticia es que en el país existe la disposición para trabajar en temas de inclusión para la mujer rural y propuestas para apoyarlas de diversas formas.

“En Ecuador, por ejemplo, el cultivo de flores es uno de los más incluyentes. En este, ellas han asumido un rol protagónico: las vemos como tomadoras de decisiones, como gerentes de fincas, líderes de equipos técnicos y, por supuesto, mano de obra de labores de campo y post-cosecha.

En su gran mayoría son roles desempeñados por madres cabeza de familia”, explica Nossa y agrega que “en cultivos de banano, la participación de la mujer se da sobre todo en las tareas de post-cosecha y en otros cultivos". 

Los expertos aseguran que es posible continuar abriendo el camino para fortalecer la presencia femenina en el campo creando proyectos de inclusión de la mujer y mesas de trabajo por cultivos.

“El llamado es entonces a reconocer como trabajo y no como 'colaboración’ el rol que desempeñan las mujeres en el agro”. Y, a las mujeres que ya están involucradas en estas labores, quiero resaltarles su papel en la dignificación del trabajo más valioso de la tierra, que es la dedicación al campo y la producción de alimentos por un futuro mejor para todos”, concluye Nossa.

Promover y abrir opciones para la mujer rural, otorgándole, por ejemplo, oportunidades educativas en carreras afines al campo, asegurará una mejor gestión y administración de recursos económicos; diversidad de ideas y pensamiento a cultivos, aumento de mano de obra, dignificación de la labor y un modelo a seguir para las nuevas generaciones. (I)