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Ecuador, 28 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Migrantes de EE.UU. transforman sus casas

Zenaida Vásquez emigró a EE.UU. en busca de un trabajo. Ella construye su casa con los ahorros.
Zenaida Vásquez emigró a EE.UU. en busca de un trabajo. Ella construye su casa con los ahorros.
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Los hermanos Botello crecieron en una casa de piedra de un poblado mexicano que ni siquiera aparece en los mapas, pero ahora viven en modernas viviendas, gracias a las remesas enviadas desde Estados Unidos.

“No hubiera podido tener mi casa ni mi camioneta sin ese dinero que gané allá”, expresa José Botello, de 28 años, mostrando con orgullo su confortable hogar en la pequeña localidad de Piedras Negras, en el centro de México.

Tras dos años en Estados Unidos, José y su hermano Federico, de 24 años, regresaron en diciembre para casarse en esta comunidad de unas cuantas calles de tierra, donde el sol cae inclemente.

En Naples, Florida, siguen aún otros cuatro hermanos que también ahorran cada dólar soñando con una vida mejor.

Las remesas enviadas por mexicanos desde Estados Unidos son el principal sustento de numerosas familias, principalmente campesinas, y figuran entre las mayores fuentes de ingresos de México, con récord de $ 27.000 millones en 2016, 2,6% del PIB nacional.

Por eso, el Gobierno mexicano permanece vigilante ante los amagos del presidente estadounidense, Donald Trump, de intervenir o tasar las remesas para financiar su polémico muro fronterizo.

Sacrificio

“Ser migrante es un sacrificio porque la pareja, mi esposa, se queda, pero la verdad vale la pena porque solamente así se puede salir adelante”, explica Federico, quien construyó su casa en un terreno que también alberga decenas de cabezas de ganado compradas con su dinero ahorrado.

“A lo mejor me quedo un año más”, relata desde Naples por teléfono su hermano Gabriel, de 22 años, para quien migrar es una alternativa económicamente interesante ante la falta de oportunidades en su tierra.

“Nos ha ido bien, no se han visto redadas por acá, pero si ya nos toca, pues ni modo, de regreso”, añade el joven, que asegura ir de casa al trabajo y del trabajo a casa: “La vida de un indocumentado”.

Los hermanos Botello, que no hablan inglés y manejan un español básico resultado de su corta escolarización, conocen poco del discurso antimexicano de Trump, pero sí notaron un cambio a medida que el republicano se encaminaba a la Casa Blanca.

“Hay más racismo, lo miran a uno como si fuera un criminal. Uno trabaja más que un americano y nos pagan menos”, dice José. Y exclama: “No es justo que Trump pretenda intervenir el dinero que uno gana con su propio sudor”.

Trabajo temporal

Los hermanos Botello entraron a Estados Unidos legalmente, gracias a una visa de trabajo que ‘alguien’, afirman, les consiguió en la embajada estadounidense en México por $ 2.500. El permiso solo era por tres meses, pero decidieron quedarse, por lo que se convirtieron en indocumentados.

Pero todo valió el esfuerzo, cuenta Gabriel, pues a los cuatro hermanos les pagan $ 20 por hora trabajando como albañiles. “Hay meses en los que cada uno de nosotros mandamos (a México) alrededor de $ 2.000 y vivimos con unos $ 1.000”.

“Lo que gano en un mes aquí, en mi rancho tendría que trabajar casi medio año”, resume Magdaleno, de 30 años, otro de los hermanos que está en Florida desde 2014.

En Piedras Negras, los Botello cultivan la tierra familiar y crían ganado en jornadas que arrancan al amanecer y terminan al caer la tarde.

La última cosecha de maíz y sorgo, que empezaron a cultivar en mayo y en la que trabaja toda la familia, la vendieron siete meses después por $ 4.500, frente a los
$ 3.000 que cada uno puede ganar mensualmente en Estados Unidos.

Pero para ellos, su vida estadounidense es temporal, un par de años, dicen, para ahorrar y volver al pueblo y quizá regresar puntualmente cuando necesiten dinero. Ninguno sueña con terminar allí sus días.

“En México vamos al día, subió el precio de la gasolina, suben las cosas y eso le aprieta al campesino. Pero también aquí hay futuro, un poquito más apretado”, considera Federico.

Magdaleno cuenta desde Naples que piensa regresar muy pronto a su país de origen y no volver a Estados Unidos, por lo menos no mientras Trump se mantenga en el poder. “Además, aquí la vida (por el trabajo permanente) no se disfruta igual que en México”. (I)

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