Mujeres en la sociedad
El machismo aún persiste
Por los estrechos y saturados pasillos de la zona comercial de la Bahía, en Guayaquil, de todos los negocios para arreglar teléfonos celulares atendidos por hombres, hay uno que está al mando de una mujer.
Por esa misma razón su propietaria ha sido cuestionada. Desde que el local empezó a funcionar Martha González, de 35 años, soporta burlas. Cada vez que recibe a un cliente preguntan por el dueño o el que repara. “Cuando les digo que soy yo unos se me ríen y otros me dicen que se me van a romper las uñas o prefieren irse. Creen que por ser mujer no soy capaz pero se equivocan”.
Esta sutil manifestación machista aún persiste en el siglo XXI a pesar de la permanente lucha por la igualdad de derechos y oportunidades y de los avances que han conseguido colectivos femeninos.
La catedrática e investigadora de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), Fanny Herrera, explica que el machismo es un proceso de discriminación que inferioriza y niega a la mujer. No tiene género y se ha naturalizado en ciertos espacios del hogar. Se reproduce hasta en las propias madres.
“La mujer tiene que enfrentar un sistema de creencias y prácticas que la reducen a ciertos roles vinculados con la economía del cuidado como los roles domésticos: madre y esposa”.
A esto se suman los dogmas religiosos y de virilidad o relacionados con la fuerza que desestiman la capacidad del sexo femenino.
Romper con esos estereotipos es el fin de cada lucha. No quedarse calladas sino alzar su voz es lo que les ha permitido desde acceder al sistema de votos, espacios de representación política, la educación superior y al servicio militar por disposición presidencial.
Además de tener una Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres y la tipificación del femicidio.
Pero eso no es suficiente, dice Gina Galeano, coordinadora del programa “Amiga Ya no estás sola”. “Aún falta muchísimo, todavía estamos en condiciones de desigualdad, tenemos que pelear espacios en la sociedad y esta lucha viene desde los hogares”.
Justamente, el programa que dirige tiene línea de acción a la sensibilización y capacitación en este tema.
“Promovemos generar y conformar hogares en igualdad de oportunidades”.
Según Cassia Delgado, docente de la UPS, la mujer ha logrado empoderarse de todas sus capacidades y competencias, pero requiere nuevas conquistas para que todas tengan las mismas oportunidades sin distinción de edad o etnia. (I)
Los espacios logrados en su fuerte lucha
Ellas han logrado puestos académicos y en las empresas.
15.3% de féminas ocupó el cargo de rectora en universidades y escuelas politécnicas,públicas y particulares.
18% es la brecha salarial que se busca reducir en 2021. En la actualidad esta se sitúa en el 20%.
Fuertes
27.753 son directoras y gerentas de empresas en Ecuador.
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Desde niñas se les exige cumplir con una multiplicidad de responsabilidades
→ Tenía ocho años cuando Alexandra Chávez empezó a notar marcadas diferencias en la distribución de tareas del hogar que hacían sus padres. Ella cargaba con todo, mientras que a su hermano se le permitía ver televisión. Al empezar los estudios la situación no cambió al contrario, empeoró.
Cuando ingresó a la universidad tuvo que compartir las tareas enviadas en clases con los quehaceres de la casa que le habían asignado.
De acuerdo con la psicóloga Sandra Moreira, docente de la Universidad de Guayaquil, una de las principales situaciones actuales a la que se enfrenta una mujer es el tener que cumplir la multiplicidad de roles.
“Se les exige que sean competitivas, que trabajen, que estudien, pero a la vez se les sigue exigiendo que al llegar a casa cumplan con los roles tradicionales del hogar: atender al marido, a los niños, limpiar la casa”.
Añade la estudiosa que las mujeres trabajan el doble para ganarse un puesto y que este sea valorado.
Pero a pesar de ello, las inequidades de género se evidencian en los salarios.
Un nuevo informe de la ONU Mujeres señala que ellas continúan asumiendo la mayor parte del trabajo de cuidados y doméstico no remunerado y, en promedio, se les paga un 16% menos que a los hombres, una disparidad que alcanza el 35% en algunos países.
El documento añade que trabajan el doble para ganarse el puesto y para que su aporte sea valorado como se debe.
Sin embargo, con todos los esfuerzos, la inequidad se evidencia en los salarios.
En Guayaquil, desde varios observatorios trabajan con el Municipio para educar a las niñas desde los cinco años a que elijan carreras de ciencias exactas como matemática, física y no crezcan con el temor de que las carreras científicas no son para ellas sino solo para hombres.
María José Zambrano, presidenta de OPEV, destaca que ese trabajo se lo compartirá con los padres de familia también. (I)