A Pamela le apretaban un poco sus zapatos de baile color negro, pero no dejaba de sonreír mientras esperaba salir al escenario y ser parte de la obra “’Sueños cumplidos’. En la pieza teatral participaron alrededor de 92 niños, niñas, adolescentes y jóvenes de Nueva Prosperina, Guayaquil. La menor lucía su pelo cogido y un vestido que apretaba su cintura con varios vuelos, simulando ser un hada madrina.

Cuando llegó su turno subió apresurada y mostró lo que mejor sabe hacer: bailar, como ella afirma. Aunque sin ninguna experiencia en la danza, la joven de 19 años ejecutaba con precisión y elegancia sus estiramientos al ritmo de la música.

A unos pasos de ella estaban Daniela y Melany vestidas de payasitas, quienes apenas salieron a la tarima montada en la Plaza Colón (bajos del cerro Santa Ana) provocaron las carcajadas de los presentes. ‘Dani’ era muy expresiva, se desplazaba con mucha seguridad entre el público, lo mismo hacía su compañera. Ambas quieren ser actrices y ven en obras como ‘Sueños cumplidos’ un camino para lograrlo.

Las tres menores, al igual que el resto de chicos, mostraron sus habilidades en acrobacia, el canto y el baile, en el cuarto espectáculo del Circo Social de Guayaquil.

Jenny Poveda, jefa de Cooperación Técnica de la Municipalidad de Guayaquil, explicó que, a través de las artes circenses, se trabaja con niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo para promover una reinserción social, familiar y educativa. Esta institución colabora con la fundación Huancavilca, a cargo del Circo Social, y tienen como aliado estratégico a la ONG Plan Internacional.

Poveda comentó que los talleres artísticos han permitido que los menores valoren sus actitudes. Además, el usar un micrófono y expresarse ante un público eleva su autoestima.

Jesús fue una muestra de esto. Antes de que llegara su turno, el pequeño aguardaba su salida. En silencio y sentado en una silla movía sus pies. Parecía estar un poco nervioso.

En el escenario ya fue otro niño. Con una seguridad que sorprendió a los presentes pidió: “A ver público, un grito: ¡Que viva Guayaquil!”. Al mejor estilo de un cantante consagrado, en pocos minutos Jesús tenía al público coreando su interpretación del tema ‘Te vas’, de Américo. Hasta se animó a mover su cintura, lo que provocó los silbidos de la audiencia.

Cada uno de los niños, niñas y adolescentes querían mostrar en los minutos que tenían -menos de 5- todas sus habilidades. Eso ocurrió con un pequeño que tenía el papel de un camarógrafo en la obra, pero pidió el micrófono para mostrar sus destrezas simulando ser un robot.

En los rostros de los 92 pequeños se podía ver la felicidad. Una de las madres de los artistas, que prefirió no revelar su nombre, rescató que la presentación es una oportunidad para dejar atrás las carencias económicas o materiales. “Esto es algo bonito porque hace que mantengan sus mentes ocupadas y los aleja de tanta maldad que hay ahora”, dijo.

Además del Circo Social en Guayaquil, hay 5 otras iniciativas similares en el país, administradas por la Vicepresidencia. En Quito, Tena, Loja, Cuenca y el puerto principal este proyecto circense beneficia a 19.000 menores en estado de vulnerabilidad.