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Los factores emocionales detrás de los embarazos adolescentes

Los factores emocionales detrás de los embarazos adolescentes
24 de diciembre de 2012 - 00:00

Cuando Irene (nombre protegido) tenía 14 años, la mayoría de sus compañeras de colegio ya habían tenido relaciones sexuales con sus parejas. Ante esta presión social se involucró con Javier, pero ella no sabía que esta curiosidad iba a cambiar su vida.

Cuando sus familiares supieron que había perdido la virginidad, la obligaron a casarse, ya que tenían la creencia de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio deshonraban a la mujer.

Irene en vez de tener fiesta rosada, usó vestido blanco a sus 15 años. A los pocos meses de matrimonio, quedó embarazada. Ante este acontecimiento abandonó sus estudios y vivió una fuerte depresión.

Tuvo un embarazo muy complicado ya que su cuerpo no se había desarrollado por completo. Le afectó principalmente los riñones y tomó medicamentos durante los nueve meses de gestación. Pero el ginecólogo nunca le indicó que ese remedio podría alterar o presentar complicaciones para su bebé.

Su hija, Gabriela (nombre protegido) nació con una pequeña abertura en la oreja. Inmediatamente la recién nacida fue sometida a cirugía plástica y el problema fue resuelto.

Luis López es uno de los autores del estudio regional “Embarazo adolescente y oportunidades en América Latina y el Caribe”. En este informe, se expresa que “estudios previos han encontrado que una autoestima baja suele predecir una gama de comportamientos riesgosos. Por lo que se concibe como factor potencial a tomar en consideración”.

En contraparte, Álvaro Sáenz, secretario del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CNNA), anotó que el ejercicio de la sexualidad no tiene relación con la baja autoestima, excepto cuando hay violencia de por medio.

Irene nunca recibió apoyo de su esposo, lo cual fue motivo de peleas, hasta que Javier aceptó firmar el divorcio, siempre y cuando él no se hiciera cargo de su hija.

Sin el apoyo de una pareja, Irene trabajaba muy duro como secretaria. Llegaba cansada a casa y no le dedicaba tiempo a su hija. Era indiferente con Gabriela ya que inconscientemente, según dijo, la culpaba por haber truncado sus estudios y metas profesionales.

“Me arrepiento de no haber sido una madre cariñosa, de no estar al pendiente de las acciones de mi hija. Le di demasiada libertad porque la creía autosuficiente y responsable. Ella le tenía más respeto a mi mamá que a mí, y poco a poco me di cuenta de que estaba cometiendo un error” afirmó Irene.

La falta de tiempo, dedicación y comunicación entre madre e hija incidió para que esta historia se repitiera; Gabriela quedó embarazada al finalizar quinto curso. Irene no podía comprender cómo su hija pudo cometer el mismo error pese a que le había informado los métodos anticonceptivos existentes para evitar un embarazo no deseado.

Ante este tipo de experiencias, el secretario de Salud del Distrito Metropolitano de Quito, Ricardo Gutiérrez, afirma que la complejidad de las decisiones de fecundidad adolescente sugiere emplear un enfoque multisectorial para mitigar las consecuencias adversas del embarazo. “Hemos propuesto una política pública de los derechos de salud reproductiva desde un enfoque multisectorial. Para ello, hay que desarrollar herramientas de comunicación que hagan visible esta problemática y que combatan el estigma y la desigualdad de género en los adolescentes con relación a su entorno”, aseguró.

Cuando nació Estefanía (nombre protegido), Irene no sabía cómo tratar a su nieta, ya que sus padres eran quienes cuidaban a Gabriela mientras ella trabajaba. Pero cuando su nieta abrió los ojos y sonrío, Irene, llena de emociones, se arrepintió de la idea que le rondó hace varios años. No quería ser madre a sus 16, y tampoco abuela a sus 36.
“Ahora entiendo que con mi actitud inmadura, la única que pagó los platos rotos fue mi hija. Ella sufrió mucho por no haber tenido un hogar estable. Pero ahora mi nieta tiene tres años y es mi adoración. Si en algún momento le fallé a mi hija, estoy recompensando esa falla con mi nieta”, agregó Irene con los ojos enlagunados.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en el 2011 los partos de adolescentes menores (de 12 a 14 años) representaron el 1.85%, y mayores (de 15 a 19 años), el 2.7%.

Para Sáenz, los adolescentes están informados del tema y hablan con total libertad sobre ello, aunque esto no quiere decir que cuenten con la mejor información y la madurez suficiente para tomar decisiones. “La sexualidad no tiene nada que ver con ningún tipo de debilidad funcional.

Cuando se habla de sexualidad responsable se puede recurrir a mecanismos informados de control, que propician que los adolescentes se den cuenta de que no hay necesidad de apresurarse ni de abordar este tema con drama”.

Por su parte, Rebeca Cueva, directora de la Agencia de Comunicación de Niñas, Niños y  Adolescentes (Acnna), considera que los adolescentes están bajo presión. “Creo que el embarazo adolescente tiene relación con factores sicológicos de afecto y búsqueda de exploración. Hay que darles más espacio ya que falta la real participación de los adolescentes en medios de comunicación y otros”. 

Según datos del informe de indicadores de desarrollo del Banco Mundial 2012, Ecuador es el sexto país con la tasa de fecundidad adolescente más alta, después de Nicaragua, República Dominicana, Guatemala, Honduras y Venezuela.

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