La legislación impulsa la eliminación del plástico
En 2014 el Gobierno del Régimen Especial de Galápagos decidió restringir el consumo de los plásticos. Ese año, el 75% de hogares los usaban.
Con la resolución, en 2015 el porcentaje cayó en picada. Solo el 2% de familias seguían consumiendo el material, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Cada año, el mundo emite 8 millones de toneladas de plástico al océano. Este número equivale a vaciar un camión de basura por minuto.
Según ese comparativo, para 2030 serían 2 camiones y para 2050, 4 por minuto.
La información del Ministerio del Ambiente explica que cerca de 1.500 millones de fundas plásticas son utilizadas anualmente en Ecuador. Es decir, cada persona compra 130 fundas al año.
Aunque Galápagos tuvo una excelente respuesta en torno a la problemática, no fue suficiente. Para 2016 el consumo subió al 25%. Por eso el 22 de abril de 2018, el Gobierno Insular decidió cortar de raíz el problema y prohibió la compra de los productos de ese material.
La legislación ayuda a mitigar
Varios países se unieron para enfrentar el problema desde sus legislaciones. Por ejemplo, desde el año 2002, autoridades irlandesas implementaron el “PlasTax”, que consiste en un impuesto del 20% sobre las compras de los usuarios que utilizan bolsas plásticas.
La medida permitió que el consumo cayera en el 90% y el dinero recaudado se lo destine a programas de protección ambiental.
La voluntad política en torno a mitigar el consumo de plástico es urgente para evitar la marea de basura de este material y el peligro que supone al medio ambiente.
Alternativas al plástico
Mariela va una vez por semana al Mercado Central. Ella creció llevando una bolsa de mimbre mientras iba con su madre a hacer las compras. Para ella, el plástico representa un irrespeto al planeta y por ello, no lo usa.
La carne, las verduras y las frutas de su casa viajan en una bolsa de tela que guarda celosamente en el cajón inferior de su despensa.
La alternativa al plástico no solo la conoce ella. La resolución 005 de Galápagos no solo traía prohibiciones, sino también beneficios para quienes la acataran.
En el artículo 6, Galápagos ordenó que se promueva el uso de productos reutilizables alternativos al plástico como el papel, la tela, el talego, entre otros. “Las fundas reutilizables tendrán un costo mínimo que deberá ser claramente visible en los locales o establecimientos en cuestión, y que será cubierto en su totalidad por el usuario”, explica el documento.
A pesar de que existe una fuerte demanda para consumir fundas ecológicas o biodegradables, la oferta al momento es limitada por los costos de producción.
Sin embargo, existen alternativas para dejar de lado el uso de las fundas de acarreo, pues al momento la conciencia ambiental ha logrado que ciudadanos opten por fundas de cambrel (tela) o fundas ecológicas de papel kraft (papel madera) provenientes de bosques sostenibles.
Christian Guerrón, gerente comercial de la Corporación IdeaG, promotora de este tipo de fundas, cuenta que hace unos 2 años la tendencia hacia lo ecológico creció con fuerza. Actualmente cadenas, especialmente de ropa, han dado un giro en el uso de fundas que entregan a sus clientes. “Nos empezaron a preguntar si teníamos otro material que no sea plastificado, dejando el plástico a un lado, entonces tuvimos que sustituir esa línea y pasarnos a lo ecológico que ahora se está implementando con más fuerza”.
Las fundas ecológicas son biodegradables, tardan alrededor de 2 horas en descomponerse, indicó José Luis Guerrón, presidente de IdeaG. Es por ello que existe el menor impacto ambiental a diferencia de las fundas plásticas.
En países como Chile ya se ha eliminado totalmente el uso de las fundas plásticas. Guerrón asegura que “no es sostenible el tema del plástico, como están los océanos, el impacto ambiental; aquí tenemos dos formas de empaque: las fundas ecológicas o las fundas cambrel”.
Para Daniel Hidalgo, docente de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Las Américas (UDLA), una de las alternativas gira en torno a las políticas de exención de impuestos para empresas que eliminen el uso de plástico.
¿Qué pasa en el continente?
A diferencia de Galápagos, en Quito la situación es diferente. Uno de los ríos que mayor polución plástica tiene es el Machángara. Por ello el gobierno local trabaja en una ordenanza municipal para la erradicación progresiva de plásticos de un solo uso.
Así cuenta Fernando Granizo, director de Políticas y Planeamiento Ambiental. Este proyecto delimita a cuatro tipos de plásticos: los sorbetes y mezcladores, la vajilla de plástico, la vajilla de espuma flex y las fundas de acarreo.
Para Granizo, estas últimas representan una grave afectación al medio ambiente, especialmente a la fauna. “La descomposición de la funda plástica depende del tamaño y gramaje, pero puede tardar entre 200 y 1.000 años y los impactos son especialmente a mamíferos, a reptiles, a las tortugas marinas, que confunden las fundas plásticas con las medusas que son su alimento”, enfatizó.
Esta ordenanza no limita la producción de fundas plásticas de un solo uso sino su comercialización; “está apuntando a que bares, restaurantes, supermercados, farmacias, no entreguen cualquier tipo de material de plástico, para generar conciencia en el consumidor”, aclaró Granizo.
Según un mapeo realizado por la Secretaría del Ambiente, existen 25 emprendimientos para realizar productos biodegradables. “Fomentamos el desarrollo de alternativas a base de productos vegetales, de fundas, de vajilla desechable, de sorbetes de almidones, de maíz, de residuos de papaya, de coco, de residuos de la pepa del aguacate”, explicó Granizo.
Hidalgo señaló que el plástico no solo contamina en su uso sino en su misma producción. “El plástico proviene de componentes producidos del petróleo, además de contaminación del suelo y la acción de la polimerización que fragmenta al plástico. Eso ingieren los animales y les produce incluso la muerte”. (I)