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Ecuador, 29 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Los patios de comida contribuyen con la mayor cantidad de residuos

Latinoamérica desperdicia el 16% de alimentos en el mundo, según la FAO (Infografía)

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Una pareja camina tomada de la mano y en la otra sostienen un vaso de refresco en uno de los centros comerciales de Guayaquil. El envase es de plástico. Pasan junto a una madre, de unos 30 años, que disfruta de una tarde de mall con sus 2 hijos. Ambos tienen cajitas felices de una conocida cadena de comidas rápidas. ¿Qué consumen?, pequeñas porciones de pollo se observan en el plato, pero tras 15 minutos de juegos y llamados de atención se comen solo una parte de las papas. El resto se bota en el tacho más cercano. Se levantan y caminan como si lo desechado fuera cualquier desperdicio, menos comida.

Basta mirar en los basureros de los centros comerciales para darse cuenta de que la mayor parte de lo que se bota son verduras, papas, arroz y pan. Eso se refleja en las mesas cuando los comensales se levantan y dejan abandonados los contenedores con los restos de comida. Incluso hay casos en que prácticamente no tocan la comida y la dejan en los recipientes.

“Es que mucho arroz ponen”; “no me gusta ese tipo de vegetales” o “es que ya no avanzo”, son algunas de las excusas. Pocos deciden llevarse el sobrante a la casa.

De acuerdo con la información proporcionada por la empresa que administra los centros comerciales San Marino, de Guayaquil, y Quicentro, de la capital, en el primero hay una producción de basura mensual de alrededor de 9 toneladas y, en el segundo de 11.

La mayor parte es basura orgánica proveniente de los patios de comida. En promedio se registra la visita diaria de alrededor de 45 mil personas.

Este comportamiento de desperdicios se evidencia también en los planteles educativos, donde es común observar en los tachos de basura frutas y sánduches a medio comer. “Es triste ver cómo los niños no valoran los alimentos que reciben”, comentó la profesora Sarita Paredes.

La escena se repite en los domicilios, además de votar el alimento sobrante, donde también las frutas y verduras se pierden por no utilizarlas a tiempo. No hay un registro exacto de la cantidad de comida que se desecha.

El desperdicio de comida no es solo una conducta de Ecuador. Al contrario es una tendencia que aumenta y preocupa a los ambientalistas, porque con tantos alimentos botados se podría beneficiar a quienes muchas veces se acuestan a dormir sin probar un bocado.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), América Latina y el Caribe desperdician alimentos que alcanzarían para dar de comer a 300 millones de personas. Son 80 millones de toneladas al año, el 16% del total global de pérdidas mundiales; en contraposición registra una población con hambre que alcanza solo en este continente los 37 millones. De acuerdo con el mismo reporte, en Latinoamérica el desperdicio de alimentos se da por igual en las fases de producción y consumo con el 28%.

Este estudio indica que en Ecuador, con El Salvador, Surinam y Uruguay, los alimentos botados nivel de retail (comercio en supermercados, tiendas) bastarían para que cada uno de estos países alimente a suficientes personas como para alcanzar la primera meta del milenio, es decir la reducción del hambre en el mundo.

En territorio ecuatoriano, según el reporte del año anterior de la FAO, el problema del hambre afecta al 16,3% de la población.

Para evitar que se mantenga, por ejemplo, en Suecia, desde 2011, las grandes cadenas de restaurantes cobran el 10% adicional de recargo a sus clientes cuando dejan sobras en el plato. Además, en Pekín (China) se aprobó una medida sanitaria que instruye a los chefs que usen el arroz sobrante para la preparación de los platos al día siguiente.

Una tarea para frenar el desperdicio

Conscientes de la cantidad de comida que se pierde en el país, hace 11 años se creó en la capital el primer banco de alimentos del país, conocido como banco de alimentos Quito cuyo lema es ‘Ser el puente entre la abundancia y la carencia’. La iniciativa nació con Alicia Guevara que conoció un proyecto parecido en Bélgica y que posteriormente fue instaurado en Colombia.

A partir de ahí comenzó el enlace directo con el mercado Mayorista del Sur de Quito, donde los productores voluntarios entregan cada semana los productos que no han vendido. “Cuando pagamos queremos que nos den el mejor producto sin nada de manchas o maltratos y cuando están así nadie los quiere comprar”, expresa Yessenia Toscano, administradora del banco.

Cada semana 5 voluntarias participan en la recolección y posterior clasificación de los productos. Por esa tarea como pago reciben alimentos. En esta faena también apoyan estudiantes universitarios como parte de la labor social que deben desarrollar en sus carreras, ellos no reciben nada a cambio. Estos productos son clasificados para la posterior entrega a las familias que dada su condición económica necesitan de ayuda. También se da apoyo a fundaciones, albergues, asilos e incluso escuelas. Hasta el momento alrededor de 2.500 personas reciben esta colaboración, que incluye también productos elaborados en industrias y que por su fecha próxima de caducidad serían lanzados a la basura. En lugar de botarlos, el banco los recepta y los dona a personas e instituciones.

“Cuando nosotros entregamos esto a las personas no sabían qué hacer tuvimos que capacitarlas para la correcta utilización”, agrega Toscano. En 2013 este banco entregó 99.428,70 kilos que representan 44.033 unidades. Además de entregar el producto, la entidad capacita a las personas para elaborar una mochila saludable.

La tarea que cumple el banco de alimentos Quito también la hace Diakonia en Guayaquil. Este tipo de instituciones también están en el resto del mundo en países como Brasil y Turquía, incluso funciona la federación europea de bancos de alimentos.

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