En América Latina y el Caribe no es lo mismo ser mujer indígena, afrodescendiente, joven, residir en la ciudad o en el campo, tener o no hijos, o estar cerca de la tercera edad. Silvia Ramírez, de 66 años, es una muestra de las diferencias. Maestra, arqueóloga y máster en Historia, ella ha trabajado durante 45 años en Guayaquil. Su salario promedio es de $4.500 dólares mensuales y tuvo que laborar a doble jornada para mantener a sus hijas.

A pesar de los avances en el nivel de escolaridad y los esfuerzos de mujeres como Silvia por obtener un título de cuarto nivel, más de la mitad de mujeres gana un 37% menos que un colega hombre con igual experiencia. “Evidentemente se debe a una desigualdad arraigada, una situación que solo conseguiremos erradicar con el compromiso de los gobiernos y empleadores”, dice Elizabeth Tinoco, directora regional de la OIT (Organización Mundial del Trabajo), en entrevista con diario EL TELÉGRAFO.

Tinoco es una de las autoras del informe “Trabajo Decente e Igualdad de Género” de la OIT.

Según la funcionaria, disponer de un empleo menos cualificado o pobremente remunerado por el hecho de ser mujer significa “no solo una injusticia sino un desperdicio de talento y energía”.

Actualmente hay más de 100 millones de mujeres trabajando en la región. Aunque la tasa de ocupación subió de 49.2% en 2000 a 52,6% en 2010, continúa siendo inferior al de los hombres (79,6%).

El documento de la OIT concluye que las desigualdades de género son consecuencia directa de las perspectivas tradicionales sobre el “lugar y papel que deben ocupar las mujeres en la sociedad”.

En el escenario “común” los hombres son vistos como los proveedores de la familia, y las mujeres dedicadas al cuidado del hogar y “como aportante de ingresos complementarios”, dice la OIT.

Con el tiempo las mujeres se han insertado en el mercado laboral: 7 de cada 10 mujeres de 25 a 49 años trabajan. Ellas enfrentan extensas jornadas de trabajo. Trabajan no solo en la oficina sino también en el cuidado de la familia.

En Ecuador, las mujeres a más de trabajar ocupan un promedio de 77 horas semanales en las tareas domésticas. Los varones destinan apenas 59 horas a la semana. Así lo confirma la encuesta del Uso del Tiempo del INEC.

Discriminación laboral
Silvia cuenta que muchas veces dejó de viajar o realizar excursiones porque debía atender a la familia. Recuerda que alguna vez le consultaron en el trabajo: “¿Es usted casada?, ¿Tiene hijos? ¿Piensa quedarse embarazada?”.

Para Margarita Estero, lideresa de género de la organización Plan Internacional, estas preguntas responden a una mentalidad del empresario en la que la mujer es vista como una carga y gasto económico cuando queda embarazada.

“Como los padres por lo general no asumen sus obligaciones parentales tenemos una consecuente discriminación hacia las mujeres. Hasta que no se reconozca que tener hijos e hijas es un bien para toda la sociedad, y que padres y madres deben implicarse en el cuidado la desigualdad no disminuirá”, dice Estero, de Plan Internacional.

De acuerdo con la socióloga, la discriminación abarca formas más sutiles e invisibles.

Chistes sexistas, actitudes y comentarios referente a la estética femenina son un ejemplo. “Es una cuestión cultural y a menudo muy inconsciente”, agrega.

Pocas en la gerencia
“El empleo de las mujeres se concentra mayoritariamente en puestos de servicio y en el comercio”, dice Tinoco, de la OIT.

Un estudio que muestra esta realidad fue el hecho por la firma Deloitte en marzo de este año. El reporte Mujeres Ejecutivas 2013 de Deloitte analizó 93 empresas ecuatorianas. La mayoría de las profesionales se ubica en los departamentos de recursos humanos o marketing y apenas un 3% está en la vicepresidencia de una empresa.

Un 59% de las mujeres tiene entre el 5 y el 10% de participación en cargos de gerencia o ejecutivos. “Estos datos confirman que la participación de ellas en cargos altos es limitada en el país”, reza el documento.

En Estados Unidos, un 15% de miembros de los consejos ejecutivos es mujer. Mientras que en Europa, solo una de cada siete directores es mujer, según datos de la OIT.

“El acceso a empleos más cualificados para las mujeres, en general, es más difícil que para los hombres en toda América Latina”, dice Tinoco. Ocurre en todos los sectores tecnológicos, y el salario por lo general es más bajo.

Al parecer género y tecnofobia guardan relación. Estero, de Plan Internacional, está convencida de que las mujeres disponen de menos tiempo libre para acceder y aprender de las nuevas tecnologías, porque asumen una triple carga (laboral, doméstica y familiar).

Garantizar igual remuneración y situación laboral solo será posible con políticas estatales para el mercado laboral, concluye el estudio de la OIT.

Habrá que poner mayor énfasis en las mujeres afrodescendientes, indígenas y jóvenes que son más vulnerables por la falta de escolaridad y recursos económicos.