Los médicos recomiendan al menos 30 minutos diarios de actividad física
La falta de ejercicio y la obesidad multiplicarían los casos de diabetes
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que la frecuencia de la diabetes está aumentando en todo el mundo. Actualmente viven alrededor de 350 millones de personas afectadas y la cifra se multiplicaría por más de 2 dígitos en los próximos 20 años.
Con el paso del tiempo, esta enfermedad puede dañar el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios, hasta causar la aparición de problemas crónicos y provocar una muerte prematura. Lo preocupante, dicen diversos estudios, es que el riesgo en niños también ha aumentado. La pediatra Cecilia Cevallos, de la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia, admite que la diabetes es un mal que está destruyendo la población infantil. “Antes se decía que era una enfermedad exclusivamente de los adultos, pero las estadísticas y la vida que tienen los infantes altera su sistema metabólico”.
De acuerdo a la OMS, 1 de cada 10 niños tiene resistencia a la insulina, es decir, es un niño diabético. En Ecuador, la cifra de infantes con la enfermedad fue de 223 en 2012.
Cevallos explica que la diabetes aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce.
De allí que puede dividirse en diabetes de tipo 1, anteriormente denominada diabetes insulinodependiente o juvenil, caracterizada por la ausencia de insulina por factores genéticos. También existe la diabetes de tipo 2, que tiene su origen en la incapacidad del cuerpo para utilizar eficazmente la insulina, lo que a menudo es consecuencia del exceso de peso o la inactividad física. Esta última categoría es la que está en auge entre los niños y los adolescentes.
Un patología de conciencia
La pediatra Cevallos considera que la diabetes tipo 2 es una patología de ‘conciencia’, pues los pacientes pueden prevenirla.
“Si los adultos o los padres tomaran mucha conciencia y los médicos pediatras insistiéramos más en decir que debe haber una alimentación sana, equilibrada y no agregar nada de glucosa a los alimentos que un niño ingiere, seguramente habría menos probabilidades de adquirir la enfermedad”.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) del Ministerio del ramo, en Ecuador la prevalencia de sobrepeso y obesidad en la edad preescolar es de 8,5% y se triplica en los adolescentes de 12 a 19 años con el 26%.
Gran parte de este problema apunta al consumo excesivo de calorías provenientes de comidas rápidas y snacks.
A finales de la década del 70 estos productos representaron solo el 2% del consumo total de la energía en niñas, niños y adolescentes, mientras que a mediados de la década del 90 se elevó su consumo al 10%.
Está comprobado que el aporte energético alto, el excesivo contenido de energía y grasas y el bajo valor nutricional hacen que la comida rápida se encuentre en relación directa con la generación de diabetes tipo 2, resistencia a la insulina y el síndrome metabólico.
Además, el consumo de snacks, gaseosas y bebidas endulzadas con azúcar está asociado a un mayor índice de masa corporal y, como consecuencia, a la obesidad.
Ludwing Álvarez, máster en nutrición clínica, expresa que actualmente estamos viviendo un estilo de vida que nos lleva a caminar poco y hacer menos ejercicios.
A ello se suma el consumo de menos alimentos naturales. “Antes las abuelitas veían a un niño gordito y decían: ‘Qué bonito, está sanito’, pero esos conceptos están cambiados. Un obeso puede tener en su grasa visceral sustancias inflamatorias que le pueden dañar el colon, corazón, el páncreas y potenciar enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes e hipertensión”.
En el Día Mundial contra la Diabetes, que busca generar conciencia sobre el problema, Álvarez sostiene que, para evitar esta patología lo ideal es que los menores practiquen actividad física de 20 a 30 minutos diarios. “Se lo agradecerá el corazón del niño y modulará su peso”.
Una alimentación rica en frutas, vegetales y carnes blancas, además de un cambio de los hábitos dañinos constituye una fuerte defensa frente a la enfermedad. (I)