Especial coronavirus
“Solo unidos podremos afrontar y salir adelante de esta batalla”
Desde el terremoto de abril de 2016 en Manabí y Esmeraldas se conoció a una mujer, una profesional en derecho y madre que levantó una ola de apoyo y de fuerza para ayudar a los damnificados de esa tragedia.
Karla Morales, la voluntaria más grande que tiene este país, conversó con este Diario por teléfono sobre su trabajo y su colaboración con las autoridades en esta emergencia sanitaria.
Hay una gran diferencia entre el asistencialismo y la ayuda humanitaria. ¿Qué dice usted?
No es caridad porque estamos viviendo una emergencia sanitaria y ante eso u otra como un terremoto, por ejemplo, se requiere ayuda humanitaria, que tiene un enfoque de protección de derechos y de garantizar dignidad. En cambio, el asistencialismo se refiere a una intención más de multiplicar pobreza sin necesidad de tener proyectos sostenibles y de entregar pescado y no de enseñar a pescar.
¿Cómo va la campaña “Unidos paramos el virus”?
Cuando el país enfrenta situaciones como esta, de esta magnitud, y otras situaciones adversas, se debe trabajar en equipo y en forma coordinada. Primero tenemos que convencer a nuestra ciudadanía, autoridades y a todos los actores relevantes en el momento de la toma de decisiones y de hacer políticas públicas de que solamente unidos vamos a poder afrontar y salir adelante en esta batalla. Porque los esfuerzos aislados y la duplicidad de acciones no generan un impacto positivo, sino que todo lo contrario, caotizan y desorganizan cualquier gestión que se quiera realizar.
¿Es por eso que usted se unió a la campaña del Gobierno “Dar una mano sin dar la mano”?
Nosotros trabajamos una campaña inicial que se mantiene y se llama “Unidos Alimentamos Más”. El Gobierno en aras de hacerla más grande e invitar a más marcas creó “Dar una mano sin dar una mano”. Me invitaron a participar para que yo gestione insumos y donaciones; la colaboración tuvo un tiempo perentorio y ya terminó hace una semana y media. Entiendo que quieren seguir apoyando a otras organizaciones que son el brazo de ejecución en territorio.
Usted dice que para brindar ayuda humanitaria se necesita conocer las condiciones de vida de las poblaciones.
Pienso en Guayaquil, en la curva de contagio que no baja en la ciudad. Dicen que la gente es indisciplinada o que no se queda en casa. Ese un comentario precipitado y no toma en cuenta las condiciones de vida de nuestra población.
En Guayaquil existe pobreza y pobreza extrema; eso significa que hay hacinamiento, entonces, resulta muy fácil pedirle a una población que permanezca en casa sin tener plena conciencia de sus condiciones de vida. Eso no significa que deben salir a las calles, pero sí que necesitamos bastante criterio, empatía y humanidad cuando nos anticipamos a emitir esos criterios sin tomar en cuenta esas condiciones y esos factores.
¿Qué pueden hacer las autoridades sobre esto?
Primero garantizar el acceso a alimentación y servicios básicos. Este tipo de emergencias visibilizan las necesidades básicas insatisfechas de nuestra población como la del terremoto. Allí había gente que no tenía ni siquiera material sismorresistente y construía sus casas con arena de la playa y los gobiernos seccionales lo permitieron y emitieron permisos de construcción.
La población de extrema pobreza, los que se dedican a las ventas informales, subempleados, tienen deben mantener el aislamiento voluntario, pero las autoridades no pueden ser ciegas ante una realidad en la cual es más difícil cumplir esas medidas. Estoy segura de que nadie quiere contagiarse y morir. Ellos tratan de buscar la mejor manera de sobrevivir en medio de esta emergencia que afronta el país.
¿Su nueva campaña “Comedores infantiles” está atada al coronavirus?
Arrancó hoy y el plan piloto empieza en el barrio Miseria en Guayaquil, una de las poblaciones más pobres. La idea es pensar en proyectos para el durante y postcoronavirus, para el momento en el que caigan las donaciones y venga la crisis económica que nos afectará a todos. Cuando no tengamos kit de alimentos, ¿qué vamos a hacer? Por eso estamos identificando comedores comunitarios para garantizar el acceso a alimentos a los niños que son los más vulnerables y con índice de desnutrición más alto en América Latina.
Entonces, hay que enfocarse en la seguridad alimentaria a través de estos comedores que tienen capital semilla, aporte de la empresa privada. Ellos nos apoyan cuando arranquen hasta que sean sostenibles y luego su compromiso es vender los productos a costo menor. Con esto, los padres estarán más tranquilos porque verán que sus hijos tienen garantizados los alimentos por un período de tiempo gracias a estos comedores. Esos padres tendrán que cubrir las deudas que arrastren y los préstamos a los chulqueros porque no tienen acceso a créditos.
¿A cuántos niños se planifica ayudar en Guayaquil?
Son almuerzos para 100 niños al día. Es la primera fase y plan piloto para pulir las capacidades y arreglar los errores. Este primer comedor es financiado por Claro, Créditos Económicos y dos empresas más pequeñas. Se extenderá a Quito y Cuenca y se replicará en varios barrios. Si quieren colaborar ingresen a plataformas como Tía.com.ec y donen un kit de alimentos. Las grandes empresas nos pueden contactar para patrocinar uno de estos comedores.
¿Usted dice que el Vicepresidente pone el pecho como los médicos para afrontar esta emergencia?
Me consta el esfuerzo de las autorizadas como el Vicepresidente, el Vicealcalde o el Ministro de Salud. No tenemos que perder el criterio y entender que ellos también son seres humanos y aceptaron el reto para el que ningún país en el mundo estaba preparado. No olvidemos ese poquito de empatía que no significa secundar o permitir cualquier ineficiencia, sino tener consciencia de que ellos también son padres de familia, hermanos que se exponen mientras hacen su trabajo.
¿Qué importancia tiene informar con transparencia y reportar los gastos en estas campañas y proyectos?
Es vital porque la calle de la confianza es de doble vía: la que depositan en mí y la que deposito en la comunidad cuando sé que cuento con ellos para gestionar acciones.
Y el compromiso más alto con la gestión de lo ajeno es la transparencia, por eso hago reportes diarios. Estos buscan evidenciar la honestidad del equipo que recibe las donaciones. Pero también motivamos a la gente a seguir donando y generar el compromiso ciudadano de ayudar a los demás. (O)