Jóvenes con cáncer son embajadores de la alegría
“El secreto para ser feliz es tener fe en Dios y dar todo de ti. Y yo tengo mucha alegría para dar”, afirma Iván Jair Estay, un joven de 15 años que lucha contra su enfermedad sin rendirse.
Cuando era niño le detectaron sarcoma sonovial, un tumor poco frecuente que implica a las células mesenquimales -tipo de células pluripotenciales a partir de las cuales pueden originarse los diferentes tipos de tejidos conectivos-. “A mis ocho años no sabía en qué consistía una quimioterapia. Poco a poco me fui dando cuenta y en realidad es muy duro, porque el estado de mi enfermedad es fuerte”, recalcó.
Jair es de Guayaquil, pero estudia en el colegio Daniel Enrique Proaño, en la capital. Es cantautor de rap y el hecho de tener solo una mano no ha sido impedimento para que forme parte de un taller de fotografía. “Digo que se me olvidó la mano en la casa porque antes de entrar al quirófano, me durmieron y ya no la volví a ver”.
Su mensaje a la sociedad es que los jóvenes deben vivir la vida con más alegría y con menos vicios. “Nosotros luchamos por vivir con intensidad día a día, en cambio otros se estancan por malas notas o porque terminan una relación. Hay otras cosas más importantes por qué preocuparse, como la familia, o esta enfermedad que sin hacer cosas malas nos ocurre. Pero para mí es una prueba de vida”.
Otra guerrera es la venezolana Estefany Moreno, de 18 años. En su infancia le descubrieron osteosarcoma -un tipo de cáncer óseo- en su pierna derecha. “Tenía 12 años cuando me dijeron que tenía un tumor avanzado en el hueso y que lo más recomendable para seguir viviendo era que me amputen una pierna. Pero ya son cinco años que estoy fuera del tratamiento porque superé mi enfermedad”, anotó.
En esta tercera ocasión que Estefany visitó Ecuador, reitera que ahora lucha por lo que quiere y no se queja de lo que tiene o no. “Hay enfermedades graves por las cuales preocuparse, en vez de sufrir por no tener un aparato electrónico o ropa nueva. No tengo una pierna y hago muchas cosas más que otras chicas de mi edad. Con mi prótesis puedo estudiar sin ningún problema e incluso salgo a farrear con mi novio”.
Mientras que a María Cecilia Orellana, de 18 años, le detectaron un tumor en el cerebelo cuando tenía 16. Contó que en el transcurso de estos dos años ha sufrido rechazo por parte de las jóvenes de su edad. “Cuando salía con mi mamá la gente me quedaba viendo como bicho raro y en ocasiones me daban dinero como si yo hubiera estado pidiendo limosna. Las chicas se burlaban, pero no les echo la culpa porque no sabían qué era lo que en realidad tenía”.
María Cecilia se unió a Jóvenes Contra el Cáncer porque considera que esta fundación lucha por la vida. “Somos fuertes guerreros y antes de entrar yo quería ser como ellos. Ahora me siento muy bien”, agregó.
Gustavo Dávila, director general de la Fundación Jóvenes Contra el Cáncer, afirma que ya son 192 los guerreros que se dedican a ser embajadores de la alegría, ya que transmiten mensajes positivos a pacientes de hospitales públicos y privados. “Hemos ido a más de siete países transmitiendo alegría, entre ellos Colombia, Chile, Argentina, México y Venezuela. Trabajamos en la actividad emocional de las personas. ¿Tienen un sueño? Entonces coloquemos alas”.
Dávila afirmó que los primeros pasos para la creación de esta fundación la emprendió su hijo Álex, que falleció a causa del cáncer. “Mi hijo este año hubiera cumplido 23 años, ya que hace seis está dormido. Pero su espíritu lo impulsó a cumplir su sueño y el de mucha gente”.
Para Dávila, estos guerreros demuestran en cualquier momento sus ganas y el entusiasmo por vivir, ya que “no importa cómo se vive, sino lo que hacemos ahora”.