Jaime Synch, un guerrero que sobrevivió al cáncer
Su sueño era jugar fútbol y correr, como todo niño de 11 años. Quería reír, vivir, sentir la brisa en su piel mientras recorría la cancha detrás de un balón, emulando a los futbolistas de sus equipos preferidos: el Real Madrid español o el Barcelona de Guayaquil.
Pero por mucho tiempo ese anhelo pareció inalcanzable. Debido a su enfermedad, los médicos le tenían prohibido el esfuerzo físico, la exposición al sol y debía cuidarse de los golpes. Jaimito Synch padecía leucemia.
Sin embargo la historia cambió y hoy el pequeño, quien cursa séptimo año en el Centro Educativo Bilingüe de las Américas (CEBA), en el norte de Guayaquil, ya puede jugar, si tiene los debidos cuidados, pues aún la lucha no termina.
Un tratamiento médico de vanguardia que Jaime recibió en España le entregó una segunda oportunidad para vivir. Como no tiene hermanos y sus padres, Lucy Padilla y Jaime Synch, no son compatibles, los galenos le extrajeron parte de su propia médula, la limpiaron y se la introdujeron de nuevo.
Fue un autotrasplante que le permitió al cuerpo del niño desarrollar los mecanismos para luchar contra la enfermedad. En este momento, según los galenos, tiene cero porcentaje de cáncer. Y este procedimiento le ha permitido al menor redescubrir lo que es ser niño. “Ya puede jugar fútbol, puede salir, hacer todo lo que antes no podía”, afirma Lucy, con la voz quebrada por la emoción al ver cómo su hijo pasó de estar postrado en cama y conectado a máquinas, a compartir con sus amigos afuera de casa.
Viaje de esperanza
El pasado jueves 9 de noviembre, ella y su hijo llegaron a Guayaquil provenientes de Pamplona (España), a donde viajaron dos meses para un chequeo médico en la Clínica Universitaria de Navarra, donde en 2016 le realizaron el trasplante al niño. En el aeropuerto José Joaquín de Olmedo los esperaba Jaime, padre del menor, quien, emocionado, solo deseaba abrazarlos para celebrar la noticia de que su hijo está libre de cáncer.
“Siempre tuve fe, todos los días estuve en contacto con ellos por videollamada. Ahora estoy desesperado por verlos”, comentó don Jaime.
Al principio había expectativa por la posibilidad de que el trasplante fuera rechazado. Pero hasta ahora, con el último chequeo, el menor aparece perfecto, “sin medicamentos, solo con su propia médula”.
A las 21:00, apenas ingresaron la mujer y el niño, la familia se fundió en un fuerte abrazo. Lucy comentó que cada niño que recibe el trasplante necesita cinco controles, uno cada año. “Recién estamos en el primero. Pero lo más duro ha pasado, ya Jaimito tiene cero de cáncer”.
La lucha del niño comenzó a los 8 años, cuando le diagnosticaron la enfermedad el 6 de septiembre de 2014. “Le realizaron un protocolo que determinó un M3 de leucemia aguda”, relató la progenitora. A partir de ese momento comenzó el tratamiento en el hospital de Solca y el 15 de febrero de 2015 fue declarado libre de cáncer.
Pero el 22 de octubre de ese mismo año recayó. Un mes después comenzó un tratamiento con ampollas de trióxido de arsénico, con miras al trasplante de médula en España.
El 4 de marzo de 2016 finalizó dicho procedimiento y el 23 de junio del mismo año viajó a la Clínica Universitaria de Navarra, en la península ibérica, para someterse a la intervención quirúrgica.
En todo este proceso, la parte económica fue una preocupación para la familia. Lucy perdió su trabajo al estar dedicada por completo al cuidado de su hijo y la manutención corría por cuenta de su esposo, que laboraba como taxista. Tocaron múltiples puertas y la fundación Misión Sonrisa les ayudó. Se realizó una campaña de venta de gorras para costear las medicinas que debía tomar Jaimito antes de su viaje, y que implicaban un gasto cercano a los $700 mensuales. También el canal RTS dio a conocer el caso del menor; los participantes del programa Combate ayudaron a recaudar fondos.
Finalmente, la fundación Teletón se unió a la causa y colaboró para que el niño pudiera viajar a España, donde se haría la operación que le cambiaría la vida.
Pero a pesar de todo, hacía falta una cantidad para completar el costo de la operación. Y cuando las opciones parecían esfumarse, la familia recibió una llamada de la Clínica de Navarra. “Me preguntaron si había conseguido el dinero y les respondí que no”, comentó Lucy, emocionada. “Entonces me dijeron que iban a darme lo que hacía falta porque habían visto mi esfuerzo”.
El 23 de junio de 2016 Jaimito viajó al país ibérico y casi dos meses después, el 16 de agosto, se realizó el trasplante, que fue un éxito total. Estuvo 15 días hospitalizado y el 15 de noviembre de 2016 regresó a Ecuador.
Volviendo a vivir
En su hogar en la ciudadela La Atarazana, Jaimito disfruta de un nuevo comienzo. “Es increíble. Antes estaba muy aburrido y ahora ya puedo jugar y todas esas cosas. Me quedé sorprendido cuando el doctor me dijo que podría hacerlo y de inmediato le dije a mi mamá que quería jugar fútbol”, indicó el niño, a quien el equipo ‘torero’ nombró socio en 2016.
Por el momento el futuro es prometedor para el pequeño. Desde ya su madre busca los recursos para ir en 2018 a Pamplona, para el segundo de los cuatro chequeos anuales que faltan. “Lo ideal es que las revisiones se hagan donde fue la operación. Por eso debemos viajar”.
Lo más importante para Lucy es que su hijo está superando la enfermedad; por eso pide al Gobierno que el país invierta en los equipos que permitan efectuar este tipo de trasplantes de médula y así entregar a los niños con cáncer una nueva oportunidad de vida. (I)