Fotógrafo las engañó y exhibió en un portal
La semana pasada en este mismo espacio publicamos el testimonio de Isabella Nuques, una joven mujer que durante años fue acosada con la difusión de sus fotos íntimas por su expareja.
Casos como estos son muy comunes en nuestro medio y lo más dramático es que usualmente, desde la opinión pública, el dedo acusador suele señalar a las mujeres que permitieron que les tomaran esas fotos en un principio.
Un caso similar, aunque distinto, fue noticia hace unos días en las redes sociales. Se trata de la exposición que un conocido fotógrafo profesional de Guayaquil hizo en una página web de fotos de mujeres con poca o ninguna ropa, sin el permiso de ellas.
Este es el relato de una de las mujeres perjudicadas por este hecho. Ella no quiere dar su nombre, pero su voz y su denuncia tienen un espacio aquí:
Todo empezó el martes 21 de enero cuando una chica denunció en su cuenta Twitter que llevaba algún tiempo pidiéndole a Kenneth Carrera que por favor borrara las fotos que le había hecho porque no estaba contenta con el rumbo que había tomado su trabajo como fotógrafo. Este comentario suyo desató todas las alarmas.
Nunca dudé de lo que decía esta mujer. Pero como buena amiga de Kenneth, porque era su amiga, decidí contar mi experiencia con él. Así que también vía Twitter dije que yo me había tomado fotos con él, pero que nunca me había sentido incómoda.
A pesar de que yo no me había hecho fotos desnuda, apoyaba a las chicas que sí lo hicieron, porque cada una de nosotras es dueña de su propio cuerpo y es libre de hacer con él lo que mejor le parezca.
Las redes sociales, ya se sabe, son un campo minado. A Kenneth otras mujeres lo empezaron a acusar de usar sus fotos sin su consentimiento. Hablé con él, le ofrecí mi ayuda, incluso le dije que no me había aguantado y que lo había defendido públicamente. Él me pidió que mejor dejara las cosas ahí, que apoyándolo solo encendía más la llama. Me pareció razonable, así que borré mis tuits.
Desde diciembre Kenneth tenía una página web en Only fans que es una red social usada en su mayoría por estrellas porno para vender fotos sin censura. Yo declaré en redes sociales que él a mí me había preguntado si podía subir mis fotos, que yo le había contestado que no, y que él había respetado mi deseo.
Gente me escribió por Twitter, por Instagram, por Facebook, por WhatsApp, por todos los medios, para decirme que mis fotos sí estaban en esa página. No les creí, hablé con Kenneth y él me aseguró que eso era falso, que las personas son malas y que le querían hacer daño. Una vez más, decidí creerle.
Al día siguiente empezaron a llegarme de nuevo los mensajes. Viendo la insistencia de tanta gente que me afirmaba que mis fotos estaban publicadas en esa página, pedí como prueba una captura de esas imágenes.
Seguía incrédula. Otra vez le escribí a Kenneth y le pregunté si mis fotos estaban en esa página. Otra vez lo negó. Entonces, me llegaron las imágenes de mis fotos en su página web. Ahí estaba yo, como nunca quise estar: exhibida a la vista de cualquier desconocido que se suscribiera a la página de Kenneth Carrera para ver fotos de mujeres desnudas.
Cuando tuve las capturas se las envié, se le cayó el circo. En ese momento él se descontroló, quiso darme una explicación, pero ya era muy tarde, yo no quería saber nada. Solo quería que borrara mis fotos de esa página.
Armándome de valor, entré yo misma a esta página. Me encontré con la sorpresa de que había más fotos y más modelos de las que él había publicado en Twitter. Vi demasiados rostros conocidos y después de pensarlo profundamente, decidí escribirles a estas mujeres.
No quería hacerlas sentir mal, porque también cabía la posibilidad que ellas hubiesen accedido a estar en esa página y no era nada reprochable. Todo esto se trata del consentimiento, no del contenido de las fotos. Quería que estas mujeres tuvieran la misma oportunidad que yo tuve de hacer lo que creyeran que tenían que hacer.
Efectivamente, ninguna, ¡ninguna!, de las chicas que contacté tenía conocimiento de que sus fotos estaban en esa página. Ninguna había autorizado que sus fotos estén a la venta. Después de eso, cada vez más chicas se enteraban de que su confianza había sido traicionada, cada vez más mujeres descubrieron que Kenneth nos manipuló, nos vendió la idea de que al hacer esas fotos tomábamos el control, nos “empoderábamos”.
Él se infiltró en el movimiento feminista como un aliado, se ganó la confianza de cada una de nosotras. Todos sus tuits quejándose de que cosifican a las mujeres, de que no nos respetan fueron mentiras. Por lo menos así lo veo yo. Todo esto terminó con unas “disculpas” en donde él se victimizó, donde terminó diciendo que se va a retirar de la fotografía porque no lo comprenden.
Por supuesto, en el salvajemente machista terreno de la opinión pública, la culpa es toda nuestra, no debimos confiar en él; incluso gente salió a restregarnos en la cara que nos lo advirtieron.
Kenneth hizo todo lo que una vez criticó: nos vendió como carne, nos expuso sin nuestro consentimiento, dijo que las fotos se le habían “subido por error”, que no sabía manejar muy bien esa plataforma y se le “subieron” solas. A Kenneth se le hizo muy fácil cerrar su cuenta de Twitter para que nadie encontrara más pruebas de lo que había hecho, borrar todas sus fotos de Instagram.
Se le hizo muy sencillo huir y esconderse, no afrontar su responsabilidad, ocultarse como un cobarde y dejarnos a nosotras enfrentar todo este escándalo en el que paradójicamente no somos las víctimas, sino las culpables de este abuso. (O)