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¿Qué tanto se puede desacelerar el envejecimiento cerebral?

¿Qué tanto se puede desacelerar el envejecimiento cerebral?
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12 de septiembre de 2020 - 08:30 - Colaboración externa

Por: Álvaro Campo Ojeda - Universidad Casa Grande

El proceso de envejecimiento no debe ser visto como una enfermedad ya que es una etapa en la cual se dan procesos crónicos que pueden ser manejables con un enfoque de promoción de la salud y de prevención
El envejecimiento del organismo es un proceso de declive normal y paulatino que se da a través de los años. Se presenta como cambios fisiológicos, morfológicos y metabólicos, que no necesariamente indican enfermedad, es así que, simultáneamente con nosotros envejecen los órganos como la piel, el corazón, el hígado y el cerebro. Este último, sin duda, es uno los órganos más importantes porque controla todas las funciones del cuerpo humano, por lo que su envejecimiento afecta a todo el organismo. Según los expertos, se inicia alrededor de los 30 años.

Al envejecer, nuestro cerebro reduce su peso y tamaño hasta en un 15%, provocando un deterioro de las funciones cognitivas, la memoria y la capacidad de aprendizaje. El envejecimiento del cerebro puede estar asociado a enfermedades neurodegenerativas, pérdidas de memoria o demencia. Muchas veces está combinado con factores genéticos y no genéticos, estos últimos relacionados con estilos de vida saludables como el consumo de alcohol, el tabaco, las drogas, los altos niveles de estrés, la alteración del ritmo circadiano, la alimentación desbalanceada y el exceso de radiación electromagnética, que aceleran el proceso de envejecimiento, así como la exposición prolongada en ciertos trabajos (soldadura, aleaciones, talleres de baterías, etc.) con metales pesados, especialmente el aluminio, mercurio, plomo, entre otros.

En el interior de las neuronas, los organelos como las mitocondrias se encuentran muy afectadas, estos organelos encargados de la producción de la energía (ATP)[1] para los procesos metabólicos de la célula y es donde se producen los radicales libres de oxígeno, que producen efectos nocivos en la célula y cuando se dan en exceso, el organismo no puede defenderse, esto se lo conoce como estrés oxidativo.

En un pequeño porcentaje (3% al 5%), el oxígeno que llega a esta instancia se transforma en radical superóxido, es convertido por la enzima superóxido- dismutasa a peróxido de hidrógeno. Este peróxido, por la acción de la catalasa, transformarse en ion hidroxilo, que es un radical libre muy tóxico para la célula. Estos radicales libres se unen fundamentalmente al ADN mitocondrial y a los lípidos de la membrana mitocondrial interna, el lugar donde se encuentra la cadena respiratoria y la ATPsintasa.

De esta forma, la producción de radicales libres es una de las causas fundamentales de las lesiones en las células nerviosas, en este caso por pérdida de su capacidad para mantener el metabolismo y la formación de ATP. Las mitocondrias se dañan, lo que obliga a las enzimas de los lisosomas a degradarlas además de otros organoides, que también se dañan, produciéndose los llamados cuerpos residuales, pigmento del envejecimiento o lipofuscina[2] que es observable tanto macroscópicamente, por dar un color marrón al cerebro, como al microscopio.

Existen otras teorías sobre el envejecimiento como la teoría de la glicosilación, donde tiene responsabilidad la glucosa. La teoría de acortamiento de telómeros localizados en los extremos de los cromosomas.

Es de destacar que muchas enfermedades que se asocian con la vejez son enfermedades crónicas, que se van instalando de forma gradualmente a partir de los 30 años, cuando comienza a disminuir la capacidad endógena del organismo a combatir radicales libres, un ejemplo de estas enfermedades son la arterioesclerosis, hipertensión arterial, diabetes, enfermedades cardiacas, reumáticas y neuronales.

El envejecimiento cerebral puede conllevar a enfermedades neuro-degenerativas como el Parkinson o el Alzheimer. Lo más básico en una persona que demuestra, que su cerebro está envejeciendo son signos inespecíficos como los olvidos, el quedarse dormido en horarios que normalmente no lo hacía, muchas veces hay depresión. Sin embargo, no necesariamente una manifestación de olvido es signo de Alzheimer, ya que se puede ser consecuencia de niveles de estrés o agotamiento mental.

Como seres humanos podemos intervenir razonablemente enlenteciendo el envejecimiento de tal manera de tener una senescencia biológica y fisiológica con calidad de vida. El proceso de envejecimiento no debe ser visto como una enfermedad ya que es una etapa en la cual se dan procesos crónicos que pueden ser manejables con un enfoque de promoción de la salud y de prevención.

Para desacelerar este envejecimiento es necesario seguir algunas intervenciones como es el cambio de estilos de vida, dormir bien, controlar el estrés laboral y personal, tratar de disminuir el exceso de radiaciones electromagnéticas. También hay que evitar el consumo excesivo de azúcar y el gluten. En su lugar es importante consumir los famosos jugos verdes para mejorar muchísimo el tema de la flora intestinal con prebióticos, que contribuya a la producción de serotonina que se produce en las células enterocromafines, las cuales se ven alteradas cuando hay una mala salud intestinal, por el exceso de carbohidratos refinados y de azúcares. La serotonina actúa como regulador del estado de ánimo y también regula el sueño y el apetito, en otras palabras, es la hormona del bienestar.

Es importante realizar ejercicio con regularidad no extenuante, optimizar los niveles de vitamina D, eliminar el mercurio del cuerpo, que antes se lo utilizaba en las calzas de los dientes. Es un metal pesado que se acumula, en especial en el cerebro y es difícil de eliminar.

El exceso de consumo de medicamentos utilizados para bajar el colesterol, que altera la síntesis del colesterol bueno, las hormonas, de la coenzima Q10 que es un protector de la mitocondria.

Incrementar el consumo de colesterol bueno tipo Omega 3 contenido en pescados como sardina, el camarón, atún, lamentablemente, este último en algunos lugares se le encuentra contaminación con trazas de mercurio debido a la contaminación oceánica.

Uno de los grandes antioxidantes es el ácido alfalicoico con el que cuentan las verduras y tiene la habilidad de regenerar otros antioxidantes como la vitamina C, E y glutatión. Por lo tanto, cuando su cuerpo agota estos antioxidantes, si hay Acido alfa Lipoico, le ayuda a regenerarlos; también es un excelente modificador de expresión genética para reducir la inflamación; quelante de metales pesados muy potente; y fortalece el control del síndrome metabólico.

Importante es el consumo de vitamina B12 ya que estudios demuestran que presentar niveles bajos de B12 en el cuerpo puede provocar daños en la materia blanca del cerebro, lo que a su vez causa un detrimento importante en la función cognitiva. Esta vitamina la encontramos en las carnes res de animales alimentados con pasto, huevos criollos, los vegetarianos deberán suplementarse mediante tabletas, o inyecciones, las verduras no nos proveen cantidades suficientes para mantener el funcionamiento del cuerpo.

El consumo de Glutation contenido en verduras, como las crucíferas y el ajo es importante. La función principal del glutatión es proteger las células y las mitocondrias del daño oxidativo y peroxidación; además de ser un antioxidante endógeno es un factor esencial en la utilización de energía, desintoxicación y prevención de enfermedades que relacionamos con el envejecimiento.

Tener cuidado con los niveles elevados de hierro. Estudios científicos están correlacionados con la presencia del alelo de riesgo para el Alzheimer (APOE-e4);y, es posible que estos niveles en su cerebro en realidad sean el mecanismo que hace que el APOE-e4 sea un enorme factor genético de riesgo, para provocar la enfermedad. Asimismo, los niveles elevados de ferritina se han relacionado con un metabolismo incorrecto de la glucosa, lo cual hace que el riesgo de padecer diabetes aumente cinco veces en los hombres y cuatro veces, en las mujeres. Un coeficiente de correlación similar al de la obesidad. (I)

Fuente: Dialoguemos

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