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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Especial coronavirus

Las enfermeras representan el 59% del personal sanitario en el mundo

De izquierda a derecha: Juana Yaguargos, Patricia López y Kristel Salazar (con carpeta en mano).
De izquierda a derecha: Juana Yaguargos, Patricia López y Kristel Salazar (con carpeta en mano).
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Realizan un trabajo incansable y personalizado. Brindan una atención directa 24/7, cuidado integral y asistencia. Están pendientes de la medicación, el estado de ánimo y otras manifestaciones de los pacientes.

Cada una de estas actividades son parte de la jornada diaria del personal de enfermería. Con la emergencia sanitaria por el covid-19 su trabajo tuvo más peso.

Tres enfermeras cuentan a este Diario cómo la pandemia cambió su ritmo laboral al conmemorarse su Día Internacional. Ellas concuerdan que su profesión debe ser más valorada.

Un reciente informe sobre la situación de la enfermería en el mundo en 2020, elaborado por la Organización Mundial de la Salud junto con el Consejo Internacional de Enfermeras y la campaña Nursing Now, señala que esta especialización representa el 59% de las ocupaciones sanitarias.

Además instan a invertir en la aceleración de la educación en enfermería –profesorado, infraestructuras y estudiantes; generar al menos seis millones de nuevos empleos en esta rama para 2030 y fortalecer el liderazgo de los profesionales.

Gina Mendoza, presidenta del Colegio de Enfermeras del Guayas, asegura que existe incertidumbre por la situación que viven las profesionales. Afirma que hay un exceso de trabajo debido a que se han redoblado los turnos a causa de los contagios de covid-19. “Ahora se trabaja hasta 190 horas al mes”.

Señala que en Guayas se registran 13 muertes de profesionales, 132 están contagiadas y 532 esperan los resultados de las pruebas.

Ante esta situación ha propuesto a la Asamblea una Ley que contemple: estabilidad laboral para quienes tienen nombramientos provisionales, y pensión e indemnización para los que fallecieron durante la pandemia. “El mejor homenaje que nos pueden dar es aprobarla”.

TESTIMONIOS

“Ser enfermera es un trabajo a todo terreno y a toda hora”

enfermerasJuana Yaguargos. Hospital General Los Ceibos. Foto: Cortesía

Todos los días antes de salir de casa camino al hospital me encomiendo primero a Dios y escucho a mis hijos, mi pilar. Ellos me aconsejan que vaya con una actitud positiva y que dé lo mejor de mí porque pronto esto va a pasar y volveremos a estar juntos como antes.

Eso realmente me llena y me impulsa a seguir todos los días. Lo que ellos me dicen hace que soporte mi ritmo de trabajo. Un ritmo bastante pesado por las jornadas extensas y en ocasiones sin descanso que tenemos.

A diario podemos atender hasta 30 pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos. Las enfermeras somos todo terreno, podemos desempeñar nuestro trabajo en cualquier área que nos envíen.

Esta pandemia nos ha demostrado que nosotras debemos ser mejor valoradas porque somos las que complementamos la autonomía del paciente ayudándolo a lograr la independencia o supliendo lo que no pueden hacer cuando estén hospitalizados.

Los familiares deberían comprender y apoyar nuestro trabajo porque damos lo mejor de nosotros para que vuelvan a reencontrarse. Lo más duro ha sido alejarme de mi familia y ver morir a algunos enfermos.

Cuando llego a la sala de UCI y no los veo siento un gran dolor y esto se debe a que muchos de nosotros nos hemos encariñado con ellos, incluso se han convertido en un miembro más de la familia debido al extenso tiempo que permanecemos a su lado.

Por eso cuando un paciente se descompensa es lo más difícil para nosotros y más aún al saber que necesitaremos intubarlo. Pero, asimismo, cuando uno o algunos son dados de alta sentimos una gran satisfacción y nos damos cuenta que nuestro esfuerzo ha valido la pena.

El simple hecho de que estas personas volverán a reunirse con su familia nos llena de mucha alegría. Escogí esta carrera por la vocación de servir y lo seguiré haciendo hasta que sea necesario y las fuerzas me lo permitan.

El covid-19 cambió mi vida personal. Desde el primer día que empecé a atender las emergencias opté por tener un cuarto donde me aislaría, tenía que ser responsable con mi familia. Es doloroso no poder abrazar, ni mantener ningún tipo de contacto físico con mis hijos, pero debo prevenir que a ellos no les ocurra nada porque estoy en contacto directo con pacientes con covid. Confío en que pronto esta pesadilla terminará.

“La pandemia puso a prueba nuestra vocación para servir”

enfermerasKristel Salazar (izquierda). Hospital del Día Efrén Jurado. Foto: Cortesia

Durante la emergencia nos hemos convertido en ese rayo de esperanza que los pacientes pierden al enfermarse de covid-19. Cuando llegan les transmitimos esa seguridad que necesitan de que van a salir y podrán curarse.

Hace poco tuve una experiencia emotiva de una paciente diagnosticada que sufría de disnea, es decir no podía respirar bien. Se le hizo nebulizaciones y control a sus signos vitales. Los cuidados hicieron que mejore de forma muy significativa. Ella tenía que ser trasladada al Hospital Los Ceibos para continuar su tratamiento médico, pero cuando le informaron se negó. No quería irse y se aferró a nosotros, a nuestros cuidados. Nos decía que ella ya estaba recuperada.

Su reacción nos conmovió porque eso significa que ella se sintió segura, aliviada con nosotros. Esas son cosas que nos hace pensar que estamos haciendo bien el trabajo. En estos momentos es cuando más se ve la vocación y conocimiento de todas nosotros como enfermeras. Todas hemos dado un granito de arena para que el paciente se restablezca.

Lo más duro es que psicológicamente no estábamos preparados para lo que nos llegó pero a medida que pasaban los días aprendimos a trabajar en equipo. En estos dos años de servicio siempre he considerado la labor de la enfermería como compleja y estresante. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, se ha vuelto mucho más agitada.

Al mismo tiempo, este virus nos ha hecho más humanos y ha permitido que se reconozca el trabajo que hacemos, aunque también hemos sido maltratadas por los familiares de los enfermos.

Lo más duro lo he vivido con mis hijos que han sufrido debido al distanciamiento social. Esto ocurre porque para evitar contagiarlos tuve que dejar de abrazarlos y besarlos. Cuando salgo de casa ellos me dicen que me cuide y que vuelva.

Muchos arriesgamos nuestras vidas. Muchos fuimos contagiados, pero hemos sido resistentes. En mi caso presenté sintomatología de forma más leve. Nadie del personal del hospital ha fallecido. No obstante, nos cuidamos muchísimo al quitarnos el overol de protección. Para ello nos han capacitado a nivel institucional, pero también nos hemos autoeducado.

Lamento que todavía muchos no han hecho conciencia del peligro que conlleva este virus invisible. Aún estamos en una fase en la cual se debe mantener el uso de mascarillas, visores, guantes y otros.

“Somos el corazón del hospital y deben valorarnos”

enfermerasPatricia López. Hospital General Los Ceibos. Foto: Cortesía

Antes de la emergencia trabajaba en la unidad de cuidados intensivos neonatales, donde cuidaba a recién nacidos en estado crítico, pero por el elevado número de personas que llegan al hospital tuvimos que pasar al cuidado de adultos con covid-19. Hasta ahora junto con mi equipo de enfermería lo hemos hecho bien lo cual me enorgullece .

Fui asignada al respiratorio 3 dentro del área de emergencias donde tenemos a 15 pacientes intubados. Es como una mini UCI. Allí, por normas, cada enfermera atiende entre tres o cuatro pacientes máximo para darles un cuidado adecuado. Actualmente ya no llegan tantos, sino más bien han disminuido. Sin embargo, en esta área existe una alta presión.

Esta pandemia me ha enseñado que muchas enfermeras pueden hacer de todo y hacerlo bien. Buscar soluciones a los diferentes problemas que se presentan en el transcurso de la guardia.

Nosotras no solo medicamos al enfermo, sino también lo cuidamos de forma integral. Estamos pendientes de que coma, se bañe y su estado de ánimo. Por ejemplo, cuando podemos hacemos llamadas a los familiares, prestamos nuestros celulares para que hagan videollamadas y conversen un rato.

Las enfermeras somos el corazón de un hospital porque sin nosotras, que estamos al pie del paciente, ellos no podrían mejorar. El personal de salud debe trabajar en equipo sin que nadie sea mejor que otro. Simplemente tenemos funciones diferentes, que unidas dan como resultado el alta del afectado.

Cuando esto ocurre es un orgullo, pero también sufrimos cuando uno de ellos fallece. Tuve un caso de un adulto mayor, de 87 años, que nos dijo que no quería morir porque su esposa se quedaría sola.

Considero que por todo ese trabajo esta carrera debería ser más valorada. No me considero heroína porque esta es mi profesión y como siempre digo nunca la cambiaría. Lo único que quisiera es que no nos digan héroes, sino enfermeras. No como un sinónimo de desprecio, sino como aprecio.

Tengo dos hijas, la mayor de 10 años siempre me pregunta por qué salgo al hospital si otras madres se quedan con sus hijos, en esta cuarentena. Le respondo que lo hago para cuidar a las personas que necesitan sanarse para volver con sus familias, porque si nadie las cuida sus hijos se pondrán a llorar. Ahora ella se siente orgullosa de que trabajo en un nosocomio. (I)

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