En el botiquín: ortiga, orégano, borraja y toronjil
Dicen que la prescripción es simple: sus recetas son producto de “la armonía de los elementos de la tierra y de la naturaleza”. Lo afirman con alegría enérgica las “guardianas de la sabiduría”, cuando hablan de sanar los males de quienes buscan alivio.
Dolores en el cuerpo, en el estómago, resfríos, afección a los riñones y hasta estrés son las principales molestias que suelen mitigarse con la medicina ancestral.
Estos saberes ancestrales son promovidos por varias comunidades rurales de la serranía. En las distintas que pueblan el cantón Cotacachi, la transmisión de conocimientos es el objetivo primordial, y su socialización cada vez se realiza a mayor escala. Cada vez con mayor frecuencia llegan visitas para solicitar asesoría en la utilización y aplicación de las hierbas curativas.
Es por eso que hace tres años nació un proyecto de los lugareños en colaboración con la Cruz Roja de Imbabura, que promueve el rescate de la llamada salud ancestral.
El proyecto denominado “Mejoras de las condiciones de vida y defensa de la población andina” lleva desde entonces asesorando a las mujeres de la provincia de Imbabura para que contribuyan con los conocimientos que heredaron y, a la vez, provean, específicamente, la materia prima para la elaboración de los tés que ayudan al alivio y sanación de múltiples dolencias.
A las 09:00, un clima cálido se toma, como una sombra benigna, la provincia. En la comunidad de Quiroga, a cinco minutos de Cotacachi, 45 mujeres denominadas “guardianas de la sabiduría” explican los beneficios y nutrientes de cada producto natural.
Luzmila Zambrano, ciudadana otavaleña, manifiesta, mientras acaricia una planta de cedrón, que las medicinas que hoy proporcionan las grandes empresas de fármacos a la larga solo perjudican la salud y no ayudan “a que el espíritu se sienta tranquilo”.
María Cabascango vive en la comunidad de Chilcapamba. Entre sus múltiples cultivos entre frutas, hortalizas y granos, están las hierbas medicinales. En una parcela de aproximadamente 500 m2 tiene toronjil, cedrón, menta, manzanilla y ortiga.
Cosecha “lo que dan” estas plantas cada semana, pues con su venta puede cubrir los gastos de transporte de sus hijos para que vayan, sin falta -y este es su anhelo hondo-, a la escuela. Son 60 mujeres las que trabajan en sus pequeñas parcelas, quienes, a través de la organización comunitaria, han logrado fortalecer su cosmovisión y transmitir su herencia.
Sumak hampina es un centro de medicina alternativa y tradicional cuyo objetivo es que la población empiece a utilizar los productos naturales a un bajo costo, pues contienen nutrientes de gran importancia, explica Verónica Acosta, gerente del centro.
El trabajo que allí se realiza se viene haciendo desde hace más de 10 años... se trata del “pionerismo” de la medicina intercultural en Ecuador.
Parto vertical
Con la propuesta de llevar a cabo esta práctica en el año 2008 el Hospital San Luis de Otavalo se convirtió en un referente nacional de medicina ancestral. Hoy, el centro médico posee las instalaciones para realizar esta práctica (la del parto vertical), cuenta con parteras que están preparadas como sus ancestros. El servicio que brinda es para todas las mujeres imbabureñas, mestizas e indígenas. Con esto se busca apoyar la interculturalidad y que no se pierdan los conocimientos que tuvieron los ancestros y que ahora se mantienen vivos, por ejemplo, en las mujeres que se dedican a trabajar la tierra.
Actualmente se realiza una revalorización de la medicina ancestral de las culturas andinas y amazónicas, acumuladas a través del tiempo. Se han convertido en una fuente de sabiduría debido a las posibilidades que ofrecen para el tratamiento integral del bienestar humano y que, según sus practicantes, se imponen a los conocimientos médicos facultativos de la cultura moderna.
Juana Morales, vicepresidenta de la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi (Unorcac), explica que las infusiones de hierbas se han convertido no solo en la puerta de entrada hacia un universo mágico compuesto por el profundo saber de las propiedades curativas de las plantas medicinales, sino que, por sobre todo, tras ella convergen filosofías de vida y espiritualidad enclavadas en una concepción sagrada de los elementos naturales y de su conexión directa con la Pacha Mama.
“Los componentes de la naturaleza, como plantas, animales y minerales no son considerados objetos sin vida, sino que tienen elementos indispensables para el diario vivir”.
Así el yachak Enrique Cachiguango hace una apología de la naturaleza, concebida como la energía vital más poderosa: alberga vida, fertilidad, productividad y sanación.
Agrega que en la cosmovisión indígena las plantas tienen energías propiciatorias de la salud y de la buena ventura, del buen entendimiento y de la perspicacia, de la búsqueda de la armonía y la paz; en otras palabras, las hierbas actúan según la voluntad de las energías espirituales que las componen.
Esta forma de mirar el mundo, refiere, categórico, Cachiguango, nos lleva a considerar “lo racional de lo irracional, lo tangible de lo intangible y lo visible de lo invisible”.
Adentrarse en esta perspectiva le permitirá al sujeto -cualquiera que este sea- entender de una manera más amplia los principios de la salud física y espiritual del ser humano.
Los espacios andino y amazónico, gracias a sus privilegios ecológicos, han generado gran variedad y cantidad de plantas, animales y minerales, que se compaginan con las culturas ancestrales profundamente emparentadas, a su vez, con los elementos naturales. Ambas cosas, naturaleza y hombre, se unen para curar el cuerpo y el espíritu.
Por ello, algunas plantas, como la hoja de Calaguala, la datura, el taraxaco, y la ayahuasca, son consideradas sagradas, porque nos permiten “abrir los ojos” y nos dan la oportunidad de iniciar un viaje dentro de nosotros mismos para que podamos observar e interpretar con más claridad nuestro entorno. Así los indígenas de la Amazonía buscan implementar un proyecto con las plantas ancestrales de la zona, especialmente, de Sucumbíos.
Las plantas en la cosmovisión
Agua, fuego, tierra y aire son los cuatro elementos de la naturaleza. Si a ellos se los deja de ver como “recursos” y se los eleva a la categoría que tienen para el indígena, se transforman en “elementos purificadores y sanadores”, “recursos espirituales” o “energías vitales”.
Franklin Columba afirma que es una ciencia que escapa a certificados o títulos emitidos oficialmente.
“Es una ciencia honorífica, sustentada en la universidad de la vida, aquella que da certificados fechados en milenios”; pero no es un conocimiento privilegio de todos, sino de aquellas personas que eligieron ser sus portadores por convicción o por herencia; esta ciencia es potestad de aquellos seres que decidieron encaminarse en una vida espiritual armoniosa, de constante aprendizaje, de crecimiento personal, de autorreflexión, de paz y prosperidad.
Una dolencia de años
Este es el caso de Juanita Morales, oriunda de la comunidad de Chilcapamba, quien por más de cinco años padecía un dolor agobiante en su estómago, que se hacía más intenso conforme avanzaba el día y que dejaba inmovilizado su cuerpo. No había podido curar su enfermedad en sus visitas a los médicos y especialistas, hasta que acudió a la casa de su abuela, quien con una infusión de ortiga, toronjil, orégano y manzanilla logró que su dolor desapareciera y fue en ese momento cuando decidió apropiarse del conocimiento que la anciana mujer poseía y que siempre fue la pauta para curar las dolencias que aquejaban a sus hijos.
Ella afirma que para bajar la fiebre de sus familiares utiliza las hojas de col y granadilla, con un batido de clara de huevo. De esa forma los resultados son inmediatos.
Para curar la gripe acude a las hojas de naranja y eucalipto y las frota sobre los niños antes de que se vayan a dormir. Eso los relaja y elimina el frío corporal.
José Manuel Cachimuel, oriundo de la comunidad de Calpaqui Bajo, afirma que el proyecto Sumak-Hampina ayuda a las mujeres a que no se alejen de sus labores diarias del hogar y las tierras, pues de esa forma son promotoras de nuevas iniciativas de desarrollo en la comunidad.
Tés para el estrés
Las hierbas para el estrés pueden resultar un gran aliado en esos momentos en donde el agotamiento se convierte en nervios y malestar.
La mezcla entre toronjil, paico, ortiga y perejil es “como mano de santo” para el estrés. Simplemente se puede beber el agua de la decocción o hacer infusiones regulares para evitar que se presenten mayores quebrantos en la salud.
También, dentro de las hierbas desestresantes, está el romero, uno de los más importantes tónicos naturales para cuando el agotamiento mental pega con toda su fuerza. Hacer infusiones con la planta puede ser una de las maneras más interesantes de luchar contra el estrés. Otras hierbas como la menta peperina o piperita hacen que el cuerpo se relaje.
Hoy, las comunidades han tomado conciencia plena de la necesidad, tanto médica como cultural y a nivel de economía popular, de cultivar y almacenar algunas plantas específicas que guardan mucho poder curativo.Tomemos como ejemplo el milin: ahora se siembra en los hogares de las familias.
Carmen Aguilar lleva más de 25 años ayudando a quienes acuden hasta su casa con varias dolencias, pues tiene un huerto (su botiquín verde) con “múltiples recursos” que van desde la manzanilla hasta la borraja para aliviar las inflamaciones de los músculos... Se atreve a soltar una sencilla receta -con la que las mujeres de la comunidad concuerdan-: uno de los excelentes remedios caseros para el dolor de estómago consiste en preparar una infusión de albahaca, sobre todo cuando la dolencia presenta esos espasmos tan molestos.
“Otra tisana que va de maravillas para el dolor de estómago es la de mejorana y orégano. Simplemente una cucharada pequeña de cada una por taza de agua y un poco de reposo, alivia”.
Juanita hace alarde de sus amplios conocimientos y dice que para el dolor de estómago que va acompañado de ardor, lo mejor que puede prepararse es un antiácido natural, solo exprimiendo el zumo de limón (es un excelente paliativo, y contiene el ph ácido que necesita la mucosa estomacal).
Proceso de las infusiones
Las plantas son entregadas por las mujeres de la comunidad, muchas de las cuales trabajan en el cuidado, lavado y secado de la hierbas.
Algunas plantas, como la menta y la hierba luisa, se secan a temperaturas bajas, de entre 20 y 25 grados, para que no pierdan su valor nutritivo y medicinal.
Una vez secas, son llevadas a la fábrica de procesamiento del proyecto donde se muelen y luego son llevadas hasta la empacadora, luego de lo cual son distribuidas en el mercado.
Las mujeres de la comunidad poseen el 49% de las acciones de esta microempresa, debido a que la organización les brinda capacitación, plantas de calidad y un excelente ambiente para su desarrollo en talleres para que difundan sus conocimientos.
Esta idea, según aseguran quienes la sostienen en esta provincia, se replicará en varias otras como Loja, donde se hace la mixtura de plantas y se obtiene la horchata.
En la provincia de Sucumbíos, por ejemplo, buscan replicar esta forma organizativa de trabajo, con las hierbas endémicas del lugar como la ayahuasca, canela y la guayusa.
Detrás de las hierbas medicinales existe, como podemos ver, todo un ensamblaje cultural sostenido por un espíritu sencillo y complejo a la vez, que trata a la naturaleza como un igual, y que hace del rescate honesto de la herencia un motor de desarrollo comunal; el rasgo de un “alma colectiva”.