El avistamiento de la especie dura de junio a septiembre
El turismo de ballenas aplica límites ecológicos (Infografía y Video)
Cada año llegan desde la Antártida alrededor de 6 mil ballenas jorobadas a las costas ecuatorianas. Recorren más de 8 mil kilómetros para aparearse y también para cuidar a sus crías durante los primeros meses. El rito de estos mamíferos machos para exhibirse ante el sexo opuesto consiste en dar saltos en el aire y emitir singulares cantos.
Esta estrategia de amor se convierte en espectáculo y en una forma de negocio conocida como el avistamiento de ballenas jorobadas. En el mundo, 13 millones de personas participan de la actividad, según el Fondo Internacional para el Bienestar Animal.
En Ecuador el avistamiento turístico se observa desde Esmeraldas hasta Santa Elena. El aumento de embarcaciones informales dedicadas a la actividad motivó al Ministerio de Turismo a firmar el acuerdo 20140004. Este fue suscrito por los ministerios del Ambiente, de Transporte y Obras Públicas y de Defensa Nacional.
El documento era una acción postergada desde 2001, cuando se formó la Comisión Interministerial para crear la normativa. El año pasado la Secretaría del Mar indicó que el borrador estaba listo y que sería publicado en junio. Así fue, el acuerdo contiene 18 puntos que se aplicarán a “todas las actividades turísticas inherentes a la observación de cetáceos realizadas en el mar territorial, cuya temporada en el país inicia en la segunda quincena de junio y concluirá en septiembre”.
Las nuevas regulaciones abarcan tanto a las ballenas jorobadas como a los bufeos o delfines de agua dulce. En el documento se ordena la legalización de operadoras, que además deben zarpar desde lugares autorizados. A lo que se suma el control de las embarcaciones que salen para la actividad, estipulado en 3 por hora.
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Una vivencia diferente
Ver ballenas jorobadas en el mar es una experiencia distinta a la que se puede vivir en los parques acuáticos. Los machos miden entre 10 y 11 metros y las hembras de 15 y 18 metros, todos llegan a las costas con una reserva de grasa de 5 meses. Escogen las cálidas y no tan profundas aguas del Pacífico para procrear con facilidad, y porque están distantes de otros depredadores.
De ahí la importancia de la normativa, puesto que si la actividad turística se realiza sin control puede ahuyentar el normal desarrollo de las ballenas. La especie puede sentirse amenazada y realizaría buceos más profundos, siendo presa de orcas o tiburones.
Carlos Steffano es guía turístico de ballenas hace 10 años, cuando el traslado se hacía en pequeñas lanchas. Su piel bronceada y la habilidad en la descripción de la especie muestra cuánto tiempo está ligado a la actividad. Cada mañana sale de casa con una pantaloneta, gafas amarillas y un chaleco salvavidas, cuyo uso es indispensable para el avistamiento.
Steffano está convencido de que su trabajo es ecológico y como tal toma precauciones para no afectar el hábitat y desarrollo de los cetáceos. En el nuevo acuerdo, por ejemplo, se indica que cada embarcación debe tener un banderín naranja para especificar que es dedicada solo al turismo de ballenas.
Otro aspecto que Steffano vigila es el correcto desecho de basura orgánica en las lanchas.
Legalización de botes
En Salinas, Santa Elena, ya han iniciado los controles de la actividad. El representante del Ministerio de Turismo, Patricio Tamariz, indicó que hasta el momento se han legalizado 5 operadoras turísticas en Salinas y Ayangue, que tienen 13 embarcaciones en funcionamiento, lo que es posible distinguir con una placa de registro. Además se han habilitado carpas para que los turistas reconozcan dónde cancelar por la actividad. La tarifa para el avistamiento se fijó en $ 25.
Con la nueva regulación, las autoridades esperan detener el trabajo informal del sector, puesto que salen embarcaciones sin las medidas de seguridad necesarias. De acuerdo con la normativa, los guías legalizados deben notificar situaciones de informalidad.
Mientras tanto, representantes de Salinas anunciaron que este año no se desarrollará el desfile de recibimiento de las ballenas, pues se trabaja en un plan estratégico para la observación de los mamíferos.
Con este plan, en el que intervienen el Ministerio de Turismo, la Gobernación de Santa Elena, el Museo de Ballenas y la Alcaldía de Salinas, se estimará por primera vez el número de personas que año a año se involucran en el avistamiento turístico.
Además se prevé la creación de una plataforma web para que los visitantes suban fotos de las ballenas que observan. La finalidad de la iniciativa es que con el tiempo se conozcan cuáles son las ballenas que llegan anualmente e identificar a nuevas especies.
Uno de los puntos más importantes de la normativa incluye la distancia para observar el avistamiento. Según el documento, la maniobra de aproximación debe iniciarse a 400 metros de distancia de un grupo de ballenas y apagarse el motor de la embarcación.
Si bien los actuales guías comunitarios ya conocían estas indicaciones, era necesario dejar estipulada la normativa para la capacitación de futuros operadores.
El Ministerio de Turismo y el científico holandés Ben Haase, quien desde hace 25 años investiga el fenómeno de las ballenas y aves marinas en el país, han capacitado a la mayoría de guías. En Puerto López, donde inició el turismo de ballenas hace 20 años, también se trabaja en los controles.
Fausto Choez, gerente de Machalilla Tours, ubicada en esta playa, indica que de las 30 embarcaciones se ha establecido que cada una realiza 2 viajes por día. El mes más propicio para el avistamiento es agosto. El viaje dura 1 hora 40 minutos y hay que ser pacientes para ver a un grupo de ballenas, aunque, según el científico Haase, “a veces no es necesario buscar tanto para admirarlas”.