La despedida del año va acompañada de la contaminación producto de la quema de los monigotes.

Con la incineración se libera el plomo de la pintura,  carbón, azufre y nitrato potásico de los explosivos.

Carlos Castro, quien trabaja en el centro de Guayaquil, recordó que antaño los bancos encendían monigotes y usaban camaretas. “Había llamaradas y humo incontrolables”.

Para reducir el problema, los estudiantes de la escuela Jaime Roldós, de la Isla Santay, hace cinco años usan sandías, bananos, uvas, papayas y cerezas para darle forma a un personaje.

Ena Gomerto Tandazo, directora de la unidad, explica que el muñeco se esfumará con la degustación. “Nos permite reflexionar sobre la necesidad de cambiar la actitud frente a esta celebración ruidosa y contaminante. Los niños se esmeran en identificar los materiales y el personaje que crearán”.

Asimismo, en el 2016 el Municipio de Pasaje recibió el año con monigotes de sandías, grosellas chinas y piñas.

La Unidad Carlos Moreno Arias, de Milagro, también promovió esta iniciativa.

En años anteriores, los estudiantes de la Escuela Superior Politécnica del Litoral los elaboraban con frutas, canguil, tapas y coco seco.

Francisco Plaza,  de la Fundación contra el Ruido, Ambiente Contaminante y Tabaquismo, está a favor de que se fomente un concurso para la elaboración de ‘años viejos’ con frutas. “Si lo hacemos con otros elementos ahorraremos dinero”.

Minimonigotes
Para Plaza,  hay dos alternativas para despedir el año: el uso de globos de cantoya y el minimuñeco. “Los efectos son menores”.

Desde 2008 es comercializado un monigote de 15 cm que al quemarse desprende aromas de laurel, incienso, mirra, romero, palo santo, copal y panela.

Cristina Velasco, creadora de Don Monigote, explicó que  no es inflamable ni tóxico. “El humo es incoloro y no hay nada de sintético”.

La propuesta mantiene la tradición sin  dañar el ornato. Este año fueron fabricados 5.000 ejemplares (miden 50 cm); cada uno se expende en $ 6,99.  No se requieren camaretas, sino sal en grano.

Afectaciones en la salud
Plaza, quien es oncólogo, explicó que en la quema de los tradicionales muñecos se genera combustión, se desprenden monóxido y dióxido de carbono y productos volátiles: azufre, aluminio y mercurio (cancerígenos).

“La gente piensa que los restos no afectarán, pero con las lluvias terminan en las fuentes hídricas. El agua y los peces que consumimos  están contaminados”.

Los residuos necesitan de tres meses para su eliminación y en el caso del plomo y mercurio hasta 400 años.

El otorrinolaringólogo Pedro Toledo, del Hospital Los Ceibos, advirtió que el ruido genera daños auditivos irreversibles. Estos superan los 200 decibeles (dB), pero una persona soporta 85 dB.

“La inhalación del humo produce daños respiratorios y alergias”.

Santiago Peña, coordinador de prevención de Incendios del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, indicó que con el apoyo del Municipio local acordaron que los monigotes serán solo para exposición y sin quema. (I)