El Nobel al Diálogo tunecino, un espaldarazo a la frágil democracia de ese país
El Nobel de la paz al Diálogo nacional tunecino es un respiro para una frágil democracia naciente, sobre la que planean graves amenazas en materia de seguridad luego de los atentados en el museo Bardo y en Susa.
El viernes, los principales actores del diálogo nacional de 2013, como la central sindical UGTT, así como las grandes instituciones y gobiernos del mundo rindieron homenaje a la única transición exitosa de la Primavera árabe, que se originó en Túnez a inicios de 2011.
Pero subrayaron los desafíos mayores en materia de seguridad y en el terreno económico a los que ese país de Africa del norte sigue enfrentádose.
Frente a tales amenazas, el jefe de Estado tunecino Béji Caïd Essebsi lanzó un llamado a la unidad.
"La guerra que llevamos a cabo contra el terrorismo solo podremos ganarla si estamos unidos", declaró el primer presidente democráticamente elegido, a fines de 2014, al término del proceso de transición.
"Creo que la única arma contra el terrorismo es el diálogo. Es nuestra responsabilidad", reiteró el presidente de la Liga tunecina de derechos humanos (LTDH), Abdelsatar Ben Moussa, ONG miembro del cuarteto premiado con el Nobel.
Entre los fracasos de los gobiernos que se sucedieron desde 2011, como el dirigido por el movimiento islamista Ennahda, figura la incapacidad para detener el auge del movimiento yihadista extremista, responsable de la muerte de decenas de turistas y también de soldados y agentes de seguridad.
Este año, el país se vio especialmente afectado por los atentados del museo del Bardo (en marzo, 22 muertos) y de Susa (fines de junio, 38 muertos), ambos reivindicados por el grupo extremista Estado islámico (EI).
A inicios de julio, Túnez, donde miles de individuos se enrolaron en grupos yihadistas, se vio obligado a reinstaurar el estado de urgencia que prevaleció de 2011 a marzo de 2014.
Percibida como un riesgo de retroceso en materia de libertades públicas, la medida, que otorga poderes excepcionales a las fuerzas del orden, fue levantada finalmente el 2 de octubre, aprovechando la relativa calma en el terreno de la seguridad.
Desde marzo, unas veinte "células terroristas" fueron desmanteladas, según el ministerio del Interior.
Túnez también emprendió la construcción de un muro en su frontera con Libia, donde el caos permitió la emergencia del grupo EI.
¿Un Nobel que augura cambios?
Los aliados de Túnez, encabezados por Estados Unidos y Francia, empezaron a reforzar su cooperación en materia de seguridad, ya que el país se convirtió en "aliado principal no miembro de la OTAN". Y anunciaron un programa de 20 millones de euros destinado a apoyar a las fuerzas especiales y los servicios de inteligencia.
Pero el peligro continúa. El mes pasado, la avenida Habib Bourguiba, arteria principal de Túnez donde se encuentra el ministerio del Interior, fue en gran parte cerrada a los vehículos durante varios días a causa de las "amenazas".
Este jueves, el diputado Ridha Charfeddine de Nidaa Tounes, la primera fuerza política, fue objeto de una tentativa de asesinato en Susa, lo que hizo recordar los asesinatos de los opositores de izquierda Chokri Belaïd y Mohamed Brahmi.
En 2013, esos asesinatos contribuyeron ampliamente al bloqueo político, solo superado gracias al trabajo del Diálogo nacional.
En la actualidad las diferentes teorías sobre quién fue verdaderamente el que ordenó los asesinatos, reivindicados por extremistas que adhirieron al EI, muestran las fracturas de una sociedad tunecina extenuada luego de cuatro años de dificultades económicas.
El sector vital del país, el turismo, se encuentra devastado.
A causa de los atentados, los turistas provenientes de Europa se han reducido a la mitad desde enero y varias cadenas hoteleras internacionales cerrarán sus hoteles en invierno.
Esperanzado, el diario La Presse escribió en su sitio internet que el otorgamiento del Nobel de la paz "¿no será tal vez el desencadenante que cambie todo?" (I)