Todos los docentes del magisterio ecuatoriano que aspiran a un ascenso acelerado pueden promoverse a cualquier categoría superior del escalafón, una vez en su vida. El Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval) es el encargado de valorar los conocimientos, destrezas y habilidades conforme a los perfiles profesionales.

El candidato para rendir la prueba puede elegir la asignatura según su especialidad y aprobar con un puntaje mínimo de 700/1.000.

En el proceso de recategorización para el periodo 2014-2015 fueron 10.547 docentes los ganadores y 5 obtuvieron un puntaje perfecto.

Nelly Guevara Huera y Bertha León Terán son dos de las profesoras que pertenecen a este grupo selecto y comparten varias cosas en común. Ambas son profesoras de Biología de la Unidad Educativa Ibarra, ubicada en el cantón del mismo nombre, en Imbabura.

Guevara tiene 30 años en el magisterio y da clases a cerca de 300 estudiantes de tercer año de bachillerato. Ella aplicó al proceso de recategorización en 2014 y logró pasar de la categoría G a la C. “Antes ganaba alrededor de $ 701 y con el ascenso mi sueldo ha subido unos $ 75. La idea es ir subiendo cada año hasta llegar a la categoría que gané”, expresa.

Su colega, León, tiene 32 años de servicio como maestra y luego del proceso ascendió de la categoría E a la C. “Todo esfuerzo es hecho con mucho cariño a la profesión que se ha escogido; siempre me ha gustado la docencia y tengo la paciencia para enseñar no solo contenido científico, sino valores y costumbres que no enseñan en el hogar”.

Aunque el tiempo de experiencia de ambas docentes en el campo de la educación hizo que dominen la asignatura en la que fueron evaluadas, se organizaron para hacer grupos de estudio y dedicar más tiempo a la preparación de la prueba. Al final, ninguna de ellas imaginó obtener un puntaje perfecto.

Guevara revela que una semana antes de la evaluación utilizó el tiempo familiar para revisar los temas y estudiar. Para ella no se trata de algo nuevo porque considera que su profesión requiere de mucha dedicación.

“Compartir con la familia no se ha podido. Hay que dedicarse a los estudiantes, porque toca prepararse en la casa. Si uno se queda hasta la medianoche o 01:00 a los esposos les molesta, pero a uno le toca cumplir con la docencia”, agrega.

El ejercicio profesional lo inició en escuelas lejanas a su hogar, en las parroquias Urcuquí y Quichunquí, como una pasión que había surgido desde que era estudiante. “Un profesor de lenguaje nos decía ‘no se hagan profesores porque les tocará tratar distintas personalidades de los chicos’, pero a pesar de eso me gustó la docencia y opté por seguir esa carrera”.

En cambio, la maestra León indica que eligió la profesión por recomendación de su padre. “Me decía: ‘debes ser profesora, como tu hermano (Jorge), porque gana bien, y tienes que ser muy educada’”.

De esa decisión no se arrepiente porque ha tenido la satisfacción de  ver crecer a sus estudiantes, aunque admite que le ha costado sacrificios familiares. “Es bastante sacrificado cuando se tiene a los niños recién nacidos. Hay que dejarlos en guarderías o con la abuela, por eso no hubiera querido tener otro hijo, porque es bastante duro tener que trabajar y cuidar a los hijos”, manifiesta.

León señala que su preparación para la cátedra es diaria, ya que debe actualizar los contenidos científicos de la materia que ha impartido a adolescentes que estudian en el básico y hasta en bachillerato.

La docente Guevara sostiene que “ser maestro es la profesión número uno y debe ser reconocida como tal porque es la que forma al hombre del mañana”.

“Uno se da a la patria, a los estudiantes y la oportunidad para la recategorización es muy importante porque siempre se aspira a vivir un poco mejor”, puntualiza la profesora. (I)