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4 jóvenes cuentan sus historias de recuperación

“Dejé de ser excelente madre y trabajadora para drogarme”

Todos los lunes la terapia en la Unidad de Conductas Adictivas consiste en clases de música a cargo del profesor Elian Zambrano. Foto: Carina Acosta/El Telégrafo
Todos los lunes la terapia en la Unidad de Conductas Adictivas consiste en clases de música a cargo del profesor Elian Zambrano. Foto: Carina Acosta/El Telégrafo
14 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Sociedad

Andrea, Alejandra, Katherine y Lady tienen aspiraciones distintas: retomar la carrera de cantante, continuar la universidad y terminar la secundaria, respectivamente. Planes que quedaron inconclusos por un problema en común: la adicción a las drogas. Una enfermedad que, aseguran, les costó reconocer; pero cuando lo hicieron, les ayudó a decidir el ingreso a la Unidad de Conductas Adictivas (mujeres)(UCA) del Instituto de Neurociencias de Guayaquil.

En este espacio son tratadas por un equipo de psiquiatras y psicoterapeutas. Trabajan en rehabilitación y recuperación de la autoestima. Todo el modelo de atención dura un año, 6 meses pasan internadas y el resto con tratamiento ambulatorio.

Pero el trabajo no sería completo sin las clases de arte. Es a través de varias horas de música, danza, pintura y otras actividades artísticas que 20 jóvenes están recuperando sus vidas, eliminan la irritabilidad y ansiedad.

Los lunes, por ejemplo, son días en que los acordes de una guitarra y las voces de las jóvenes retumban entre las paredes de un espacioso salón de la Unidad.

En la intervención, Andrea, Lady, Katherine y Alejandra tomaban apuntes y tarareaban el tema ‘Palabras del alma’, de Ilan Chester, que el profesor de música Elian Zambrano les enseñaba.

‘El témpano’ fue otro tema que recordaron. Cada una se deja envolver por la música para olvidar lo que ha vivido.

En las paredes del lugar hay cuadros con leyendas como: ‘Me decían que siempre me amarían si fumaba crack; que la heroína era el viaje de mi vida; que con la cocaína la fiesta nunca acababa, que el pegamento no sería un problema’.

Sus historias las fortalecen

Andrea lleva ya 3 meses en UCA. Hace un año probar una sustancia conocida como base de cocaína cocinada la llevó a desentenderse no solo de su trabajo como cantante sino de su responsabilidad como madre de 2 hijos.

Cuenta que lo hizo por diversión: “Estaba pasando por un momento triste, mi matrimonio se había roto y en esa transición de salir de esa situación me refugié en las drogas por miedo a estar sola. Era de las que decía que el consumo lo tenía controlado, pero eso es mentira, porque es progresivo. Yo dejé de ser excelente madre, trabajadora, para dedicarme a la droga”.

Alejandra, de 21 años, llevó más allá su curiosidad con las drogas. Probó de todo, según cuenta. Era del tipo de adictos que mezclaban cocaína, marihuana, heroína, y alcohol. “Si no las usaba, no era diversión”, recuerda la joven.

Ella empezó su vinculación con la cocaína a los 13 años. Su hermano mayor se la facilitaba. Cuando la droga se volvió una necesidad, Alejandra dejó a un lado sus miedos, no le importó intimar con su ‘dealer’ o proveedor de la sustancia.  

En noviembre de 2013 todo cambió para ella. Sufrió un secuestro por 5 días en Santo Domingo, y esto la obligó a rechazar las sustancias, aunque continuó con el alcohol y el cigarrillo.

Hace 3 semanas ingresó en UCA, tiempo en el que, dice, ha sentido afinidad con la pintura. Hoy ella colorea mandalas (representaciones simbólicas espirituales y rituales), con las que expresa sus emociones. Lo que ella hace tiene como nombre Arterapia.

Al igual que Alejandra, Katherine también inició su adicción cuando era adolescente. Primero fue con pegamento, para luego probar la droga ‘h’.

Cuenta que escuchó que la sustancia le ayudaría a bajar de peso, fue ahí que aumentó la frecuencia de su consumo. Lo hizo durante un año y 2 meses, hasta ingresar al programa.

A Lady el consumo por la heroína también la dejó en el abandono. Vivió en las calles y aun cuando estuvo embarazada continuó el consumo. Hace 4 meses ingresó al programa y ya se siente identificada con las clases de teatro que recibe. “Siempre quise convertirme en actriz, pero ese sueño fue quedando de lado cuando probé las drogas. Ahora quiero salir y graduarme del colegio”.

“El arte tiene el poder de sensibilizar a las personas, que es algo que se pierde con el consumo. Las mujeres que lo hacen se olvidan de que son mujeres, del amor, del pudor, del ser humano, porque el poder que tiene la droga les hace olvidar cosas tan sencillas”, asegura el profesor Elian  Zambrano.

Para Andrea, las actividades en las que están inmersas les impiden recordar lo que hacían con las drogas. “Mientras te mantengas productivo, cantando, que es lo que amo, haciendo deporte, leyendo, meditando, esos pensamientos estarán más lejos”, cuenta.

Uso del tiempo y la familia, los mayores apoyos

Para la psicóloga Noemí Rivas, de UCA, el manejo adecuado del tiempo libre no debe descuidarse cuando se atraviesa un proceso para superar las adicciones.

“Las actividades que realicen van a repercutir en ellas. Por ejemplo, una persona introvertida, al participar en una obra de teatro va a ser más expresiva. Puede desarrollar habilidades que no han sido descubiertas o perdidas por el consumo. Estar en un lugar encerrado por sí sola no hace nada, lo importante del proceso es restaurar la autoestima”, explica Rivas.

El psiquiatra Jimmy Ortiz asegura que el apoyo de la familia en el proceso de recuperación es también vital. De ahí que como parte del proyecto en UCA, el trabajo de los psicoterapeutas se enfoca en recurrir a los familiares.

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