El código alimentario argentino ya exige que cada producto informe las cantidades mínimas de este ingrediente
Argentina prohíbe consumo de grasas trans
Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en prohibir la producción y comercialización de alimentos con grasas trans de origen industrial. Este tipo de grasa es utilizado para aumentar la vida útil y consistencia de los productos, y es considerado muy nocivo para el corazón porque causa obstrucciones arteriales.
La medida rige desde el 3 de diciembre pasado en un país donde 2 de cada 3 galletitas dulces rellenas contiene este tipo de grasa formada cuando el aceite líquido se convierte en grasa sólida a través del uso de hidrógenos.
La mayoría de estas grasas trans proviene de alimentos procesados con aceites vegetales parcialmente hidrogenados como margarinas, galletas, productos de panadería, papas fritas y toda clase de ‘snacks’ o comida chatarra procesada.
Una reciente investigación hecha en el país sudamericano por la Federación Interamericana del Corazón (FIC) reveló que el 68% de las galletitas dulces rellenas tenía grasa trans, seguida de los productos tipo bizcochos (62%), las galletitas dulces secas (24%), las tipo crackers o de agua (10%) y las galletas de arroz (5%).
Pero el estudio reveló que las galletitas no son el caso más grave, pues se ubicaron en la quinta categoría con mayor cantidad de productos con grasas trans. Las otras cuatro con mayores índices de este tipo de grasa fueron los baños de repostería, los alfajores (una golosina tradicional), los productos de panadería y los chocolates en polvo.
Para llegar a la prohibición del uso de grasas trans hace 4 años se modificó el Código Alimentario Argentino.
“Argentina es un país pionero en la región en avanzar con legislación para limitar el contenido de grasas trans de origen industrial en los alimentos procesados y resulta muy alentador constatar que la mayoría de los productos ya informa nulas o mínimas cantidades de grasas trans de origen industrial, de acuerdo a lo que establece el Código Alimentario”, dijo Lorena Allemandi, directora del área de políticas de alimentación saludable de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina.
María Inés Somoza, jefa de la División Nutrición y directora de la Carrera de Nutrición del Hospital Universitario de la prestigiosa Fundación Favaloro, dijo a EL TELÉGRAFO que “la prohibición de producir y comercializar alimentos con grasas trans demuestra el compromiso que tiene el Ministerio de Salud de la Nación en el cuidado de la salud de la población”.
El Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) reveló que la medida además permitirá ahorrar al sistema sanitario cada año unos $100 millones en tratamientos y control de pacientes.
Incluso “en las poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser mucho más grande”, aseguró el investigador del IECS Adolfo Rubinstein.
El desafío que enfrentará ahora el país es fiscalizar los productos elaborados a partir del 3 de diciembre pasado y aumentar la producción de aceite de girasol oleico para satisfacer la demanda interna.