Cuando un teléfono móvil no sirve generalmente es reemplazado por uno nuevo. El aparato termina en centros de reciclaje y en el peor de los casos, en la basura común. El estudio eWaste ‘Análisis estadístico y recomendaciones de política pública’, elaborado por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), señala que solo los celulares y los teléfonos fijos ocupan 17 mil toneladas de desechos electrónicos en Latinoamérica, lo que representa el 0,4 y 0,5%, respectivamente, del total de la chatarra regional.

En 2014 cada persona generó 29 gramos de basura electrónica proveniente de teléfonos móviles en la región. Esto representa unos 0,3 teléfonos móviles desechados por persona al año.

Los países con mayor cantidad de de este tipo de desecho fueron Surinam y Ecuador, con 57 y 50 gramos de desecho por habitante, respectivamente. Solo para tener una idea en el país hay más de 18 millones de líneas celulares activas versus los casi 15 millones de habitantes. Es decir en muchos casos hay dos móviles por una persona, y si bien las telefónicas tienen programas para recopilar los equipos usados poco se conoce de su destino final.

En cuanto al total de basura electrónica, Brasil y México muestran la mayor cantidad de teléfonos móviles y fijos desechados, esto se debe al gran tamaño de sus poblaciones y no a la tasa de eliminación per cápita (kg por persona).

De acuerdo al estudio, los teléfonos fijos aportan 34 gramos por persona al total de basura electrónica, y esta cantidad desciende desde 2009, cuando recién se registraron datos en torno al tema.

Con los móviles también se desechan otros componentes

Además de los metales comúnmente conocidos, como aluminio, cobre, acero y los plásticos, otros metales pueden encontrarse en los teléfonos móviles, a veces en porcentajes muy pequeños.

Estos se utilizan sobre todo por sus propiedades químicas y físicas, y permiten distintas funcionalidades. Por ejemplo, la plata y el oro se utilizan ampliamente en la industria electrónica por sus naturalezas maleables y dúctiles. El cobalto se utiliza en medios de grabación magnética y también en conexiones para la difusión del oro en sustratos. El tungsteno es un contrapeso en el extremo del eje del motor diminuto que hace vibrar los teléfonos celulares. El tantalio se usa en los condensadores, y el indio se utiliza en las pantallas LCDs.

En muchos casos, la industria electrónica utiliza cada año cantidades notables de estos elementos en los procesos de producción. Incluso si las cantidades usadas en un solo producto pueden ser muy pequeñas, a futuro se pueden plantear retos debido al número total de productos producidos anualmente y la disponibilidad global de elementos individuales.

El informe revela que algunos de los componentes presentes en un móvil también figuran como “minerales de conflicto”. Varias iniciativas buscan apoyar y guiar a los productores a realizar auditorías en toda la cadena de suministros con el fin de evitar que la demanda de estos minerales contribuya a violaciones de derechos humanos.

Una ‘mochila ecológica’ liviana

El uso total de recursos durante todas las fases del ciclo de vida de un producto puede ser presentado como ‘mochila ecológica’. Este concepto científico reúne todos los recursos utilizados para cada fase del ciclo de vida del producto, desde la extracción de recursos a la disposición final.

La ‘mochila ecológica’ es muy pesada para la mayoría de los aparatos eléctricos y electrónicos. Para el cálculo de teléfonos móviles, el Instituto Wuppertal incluyó únicamente materiales abióticos y bióticos y se basa en datos existentes para un móvil estándar.

Por lo tanto, todos los esfuerzos para disminuir la ‘mochila ecológica’ son favorables desde el punto de vista ambiental. Esto puede hacerse asegurando tasas de reciclado de cerca del 100%.

Los procesos de tratamiento de desechos electrónicos tienen como objetivo eliminar los componentes peligrosos o recuperar la mayor cantidad de materiales esenciales como sea posible. El informe menciona que lograr ambos objetivos sería lo ideal. (I)