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La Agenda 2030 debe representar un gran avance para las mujeres

La Agenda 2030 debe representar  un gran avance para las mujeres
18 de mayo de 2019 - 00:00 - Fausto Segovia

“La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres no solo son considerados una obligación moral, sino también cruciales para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, según Lakshmi Puri, especialista de ONU Mujeres.

“Los derechos económicos, sociales y políticos de las mujeres, su seguridad e integridad y su voz, participación y liderazgo ocupan el centro de su ambición de transformar el mundo y no dejar a nadie atrás”.

“A pesar de los avances en las leyes para promover la igualdad de género y abordar la violencia contra las mujeres y las niñas, en la matrícula educativa, la participación en la fuerza laboral, el acceso de las mujeres a los métodos anticonceptivos y la representación femenina en los órganos legislativos, 20 años después muchas de las mismas barreras estructurales siguen vigentes en el mundo. La Agenda 2030 deberá abordar esas barreras de manera integral”.

Epidemia mundial
Lakshmi Puri -subsecretaria de ONU Mujeres- destaca que la violencia contra las mujeres es una epidemia mundial que toma diferentes formas.

La mayoría de los pobres son mujeres. Las inequidades persisten en la educación, la participación laboral, los salarios, los ingresos, la protección social, el trabajo de cuidados no remunerado y el trabajo doméstico.

La desigualdad en la participación en las empresas, los órganos legislativos y el gobierno es grande. Ningún país alcanzó la igualdad sustantiva entre los géneros.

“Al ritmo actual se necesitará otro siglo para alcanzar la igualdad de género” –dice Puri-. “Existe la necesidad de avanzar para anular los sistemas y las estructuras patriarcales que infravaloran a las mujeres y las niñas desde hace siglos, las despojan de la igualdad de derechos y les niegan a ellas y al resto de la humanidad las oportunidades para realizarse por completo”, afirma la subsecretaria de ONU Mujeres.

Más inversión en igualdad
“La Agenda de Acción de Addis Abeba, aprobada en 2015 en la Conferencia Mundial sobre la Financiación para el Desarrollo, se comprometió a lograr la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer e incorporarla en particular mediante acciones e inversiones específicas en la formulación y aplicación de todas las políticas financieras, económicas, ambientales y sociales”.

También se comprometió a aplicar políticas sólidas, legislación y “medidas transformadoras” en todos los niveles.

El Plan de Acción de Addis Abeba sobre la Financiación Transformadora para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer de ONU Mujeres, que implica un aumento considerable de la inversión en la igualdad de género de todas las fuentes y en todos los niveles, cosechó un amplio apoyo.

La urgencia de estos compromisos de dotación de recursos sin precedentes se enmarcó en la fecha límite de 2030.

El “gran salto”
“La adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, centrada en la igualdad de género, representa una victoria importante para quienes defienden este objetivo, incluida ONU Mujeres”, expresa Puri.

Por eso, las mujeres ven con beneplácito el reconocimiento que “el desarrollo sostenible no es posible si a la mitad de la humanidad se le sigue negando la plenitud de sus derechos humanos y oportunidades”.

“El gran salto es que la Agenda 2030 posiciona como marco fundamental para el desarrollo sostenible, una base normativa con todos los objetivos y metas de género transformados en aquellos de desarrollo sostenible”.

Nuevas políticas públicas
La situación de las mujeres en Ecuador ha mejorado, gracias a los avances en la legislación y a la lucha continua de grupos e instituciones sociales vinculados a su defensa.

La participación de las mujeres en los ámbitos político, social, laboral, cultural, académico y económico es evidente; no obstante. se mantiene todavía una estructura de poder patriarcal anclada a una matriz cultural aliada al predominio masculino.

Las estadísticas sobre violencia intrafamiliar, discrimen por género y desventajas comparativas en el mundo educativo y laboral subsisten en el país, en grave detrimento de la dignidad del colectivo femenino.

El cambio de la matriz educativa en textos escolares, en el lenguaje oral y escrito, así como en el denominado currículo oculto, que elimine toda forma de discriminación entre los sexos, es urgente.

Y junto a lo anterior, nuevas políticas públicas en relación con el fortalecimiento de las familias, la profesionalización de las mujeres, con espíritu abierto y plural, anclado a los derechos humanos y a los deberes y responsabilidades de sus actores.

Deuda pendiente
La creación de nuevas organizaciones de mujeres es un indicio de que el mundo puede cambiar. Y de hecho está cambiando: la red de mujeres científicas ecuatorianas ha tomado fuerza; el estatus de las mujeres profesionales mejora; la inserción de las mujeres en la política, las artes, la educación y la cultura -en pie de igualdad con los hombres- es real, aunque hay que trabajar más.

Una deuda pendiente es la erradicación de la pobreza y la pobreza extrema -donde la mayoría corresponde a las mujeres-. Es papel de la sociedad -y no solo de los candidatos- encontrar sistemas de inclusión, con una educación de calidad para las mujeres, remuneraciones adecuadas y el respeto como seres humanos.

¡Y que la enfermedad de la violencia contra las mujeres dé paso a un proyecto integrador e interdisciplinario -de mujeres y hombres- comprometido con la ética civil, social, económica y política! (O) 

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