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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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La iniciativa de la politécnica y el mies busca la creación de la universidad para el adulto mayor

60 adultos mayores vuelven a las clases en la Espol

Los facilitadores Adrián Henk, Carmen López y Jordan Burgos (atrás) son los encargados de las clases de folclore. Fotos: Pilar Vera.
Los facilitadores Adrián Henk, Carmen López y Jordan Burgos (atrás) son los encargados de las clases de folclore. Fotos: Pilar Vera.
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Mery Castro de Yambay tiene 78 años y Mélida Castelo, 61. Ambas tenían un reto: descubrir el nombre de cada una, que previamente había sido pegado en un papel en la espalda. Así simulando una ‘pelea de gallo’, como juego de integración, Mery y Mélida intentaban ocultar el papel para no ser descubiertas. Con esa dinámica finalizó la clase de Folclore y Etnia en uno de los cursos de la Escuela Politécnica Superior del Litoral (Espol) en Guayaquil. En la clase estuvieron otros 15 adultos mayores de diferentes sectores de la ciudad, como Nueva Prosperina y Mapasingue.

Norma Rendón de Jervis, de 78 años, no jugó ese día, pero alentó a sus compañeras. Sentada en su pupitre estaba atenta a todo: “para aprender nunca es tarde”, decía la mujer de cabello platinado y de menos de un metro y medio. Motivar a Norma que regrese a estudiar, junto a otros 59 compañeros, es la meta del proyecto Formación Activa para el Adulto Mayor (FAAM) de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas, impulsado por el Centro de Desarrollo Social Aplicado y con el coauspicio del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).

Según Loretta Moreira, coordinadora académica de FAAM, hace un año surgió la iniciativa por parte de la Economista Mariela Méndez, Subdecana de la Facultad que tuvo el apoyo de Alicia Guerrero, directora del CEDESA.

“Se trabaja en este programa que facilita herramientas a los adultos mayores para que sean actores estratégicos en la promoción y transmisión de la cultura, conocimiento tradicional e historias locales a las nuevas generaciones. Las clases son solo un paso para la creación de la Universidad Superior del Litoral del Adulto Mayor (Uslam). Por ahora queremos que se sientan y formen parte de la comunidad politécnica”.

Leonor Palacios y los hermanos Rendón se dirigen hacia el salón designado en la Espol.

El programa tiene 2 horarios -matutino y vespertino- y es impartido los lunes y miércoles por un grupo de facilitadores, que son estudiantes de la Espol. “Ellos deben realizar 160 horas de voluntariado como lo exige la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES). Mucho mejor si los integramos en un proyecto como este”, agrega Moreira.

Estudiar a cualquier edad

Uno de los alumnos/facilitadores es Adrián Henk, quien explica: “Nuestro objetivo no es que memoricen, sino que ellos participen, por eso tuvimos que prepararnos para educar a adultos mayores”.

Debido a la metodología usada, la participación y las clases se tornan entretenidas, y las risas no cesan durante las 2 horas de clases.

Un ejemplo ocurrió cuando Jordan Burgos, otro facilitador, preguntó ¿qué entendían por “folclore”? En pocos segundos hubo varias manos alzadas dispuestas a contestar.

“Disfraces”, “bailes”, “tradición”, “comida”, decía Rosa Hidalgo, quien cumplía sus 66 años en medio de una de las clases.

“Yo solo estudié la primaria y por cosas de la vida no continué los estudios, pero regresar a recibir de nuevo clases es hermoso”, expresa la cumpleañera.

Mery Castro de Yambay, también, recuerda que solo terminó la primaria y quiere aprender computación, “no sé nada de manejar computadoras, pero quiero ayudarme y entenderlo porque tengo familiares en otros países y me sirve para comunicarme con ellos”.

El curso de Microemprendimiento, con el que concluirán el programa que dura un año, es otro de sus intereses. “Siempre he pensado en ponerme mi negocito de comidas, debido a que no estoy afiliada. Venir a clases demuestra que a pesar de la edad no podemos quedarnos estancados”, cuenta Mery. Ella acude a las clases con su esposo Marcos, de 78 años.

Otras de las curiosidades del programa es la participación de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas, de la Espol, como ahijados de los alumnos. “Estoy muy sorprendida de tanta alegría que nos contagian, de su voluntad y optimismo para participar en clase”, dice Alison Sabando, de sexto semestre de Negocios Internacionales. Ella cuenta la historia de Víctor Rendón, quien a pesar de no tener una visión completa y padecer de problemas de memoria, quiere continuar aprendiendo.

Para Víctor, de 84 años, ser llamado un alumno politécnico lo enorgullece. “Esta es una gran oportunidad que se nos brinda para rehacernos y formarnos. Además, nos sirve para salir de la rutina de la casa, de otra manera uno se siente acabado”.

El próximo lunes 2 de junio, Rosita, Mélida, Mery, Norma, Víctor y el resto de estudiantes volverán a esperar, junto a su puerta, el expreso escolar. Los buses son financiados por el MIES, que colabora con el programa, y ayudan a trasladar a los alumnos al campus de la Politécnica. Allí serán parte de más clases y anécdotas. El nuevo reto será ser gestores de sus propios emprendimientos.

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