Adultos mayores, prioridad en la política pública del país
Los adultos mayores son una especie de libros vivientes porque atesoran las raíces de la familia, cuyas tradiciones transmiten por vía oral. Pero también ellos son quienes contribuyen a la educación de sus descendientes.
Sin embargo, sean abuelos o no, todos merecen el respeto que las sociedades no parecen dispuestas a prodigarles en toda su magnitud.
Según estadísticas internacionales, aproximadamente 1 de cada 6 personas adultas mayores sufre algún tipo de abuso en sus comunidades. Esto puede conllevar graves lesiones físicas y consecuencias psicológicas prolongadas e incluso provocarles la muerte.
Por eso la ONU dedica un Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato de la Vejez, cada 15 de junio.
En Ecuador, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) quiso agasajar por este día a los abuelos, en agradecimiento a sus aportes a la sociedad, con actividades virtuales para hacer reflexionar sobre el cuidado que se le da a este grupo etario.
De acuerdo con esta cartera, en el censo de población realizado en el país en 2010, el último hasta la fecha, este grupo poblacional era de 940.905, lo que representaba entonces el 6,6% de la población total. Para este año 2020 se estima que la cifra ascienda a 1’310.297, lo que representará el 7,2 % de la población total.
Según las estadísticas, se hacia el año 2025 la población adulta mayor mundial será de 1.200 millones.
Lo preocupante es reconocer que en este momento entre el 4 % y el 6 % de personas de este segmento poblacional sufre algún tipo de abuso o maltrato.
En el territorio nacional, de acuerdo con la cartera del MIES, existe un número de personas adultas mayores, en situación de pobreza y extrema pobreza, o algún tipo de vulnerabilidad como la discapacidad; muchos pueden no contar con una familia, vivir en soledad, exclusión y discriminación por etnia, género, analfabetismo o nivel de instrucción y casos de violencia intrafamiliar.
Ellos también sufren por su condición de vulnerabilidad, no solo de agresión física, sino también psicológica y de abandono.
El psiquiatra Jorge Gencón relató a este Diario que tuvo una paciente con demencia, de 89 años, a quien su hijo no le creía que estaba enfermando y suponía que se negaba a realizar sus labores diarias. Como castigo, le quemaba las manos.
“Nos dimos cuenta porque cada vez que había un control el hijo no asistía, sino una persona que la cuidaba y ella estaba en el día y cuando regresaba me decía: no tenía estos moretones, estas quemaduras y estas heridas, y, por otro lado el hijo decía que la madre se las hacía”, relató.
A raíz de ello, el médico tuvo que contactar a otros familiares que se hicieran cargo de esta adulta mayor y evitar que siguiera padeciendo.
Ante la problemática, el doctor Gencón alerta que falta cultura geriátrica frente al incremento de la población adulta en el país. “Desconocemos mucho. Tratamos al adulto mayor como que fuera relativamente igual al adulto joven, no solo en lo farmacológico sino en las estrategias, en las actividades, en la funcionabilidad diaria. Y en las condiciones laborales los comenzamos a retraer y los hacemos a un lado”, dijo. (I)
Los centros gerontológicos
El Estado garantiza la atención de 120.131 mayores de 65 años de edad en el país. También 2.039 personas adultas mayores que no cuentan con el cuidado de algún miembro de su familia son atendidos durante el año, las 24 horas, en centros gerontológicos residenciales. En estos centros, pero en sesión diurna, son atendidos otros 6.514 adultos mayores, de 6 a 8 horas. (I)