Su timbre de voz denota la emoción que siente. Tiene medio siglo de vida y casi la mitad de ese tiempo Teresa Caisaluisa ha pasado en constantes capacitaciones para su formación docente.

La gran mayoría de dinero para financiar esa formación salió de su bolsillo, incluso el título de cuarto nivel que lo consiguió de forma semipresencial en la Universidad Nacional de Loja le representó alrededor de $ 6.000. Eso sin contar los viajes que debió realizar hasta la ‘Centinela del Sur’ para acceder al asesoramiento.

En ese entonces no había programas de aprendizaje públicos impulsados desde la cartera de Educación. “Antes, cada vez que se acercaba el tiempo para el ascenso se apresuraban los docentes en hacer algún curso, pero luego de eso se descuidaban y no había seguimiento. Hoy tenemos más exigencia y eso nos ha permitido mejorar el sistema educativo y crecer como personas”, cuenta Teresa, a quien no le importó incluso llevar a sus tiernas hijas a las aulas para actualizar sus conocimientos.

“Siempre me interesó mejorar mi preparación académica. Por eso incluso sacrifiqué parte de mi tiempo, dinero y hasta mi familia, pero no veía algo que recompensara todo eso”, recalca Teresa, quien toda su vida ejerció la docencia en el colegio General Píntag, del Valle de los Chillos.

Por eso apenas se enteró del programa de recategorización docente que impulsa el Ministerio de Educación no dudó y postuló de inmediato. “Tenía todos los requisitos y no podía perder esta oportunidad. Me actualicé junto a los compañeros de la institución en algunos temas y estaba segura de que aprobaría, mi corazón me lo decía”.

Hoy ella es parte de los 63 maestros que lograron escalonar hasta la categoría C.

En el examen del Ineval, que se lo rinde de acuerdo a la especialización del docente, en este caso lengua y literatura, obtuvo una de las notas más altas: 897 puntos.

De manera general 17.529 docentes ya fueron recategorizados y otros 18.000 están en el proceso. “Gracias a la lectura que practicamos y a la investigación no fue difícil aprobar el examen. Además nos ayudó la preparación que hicimos con los chicos para las pruebas Ser bachiller”, agrega Teresa.

Similar situación experimenta el director del colegio Píntag, el carchense de origen pero quiteño de corazón Segundo Viveros, quien ascendió de la categoría F a la C. “Es una oportunidad que esperaba con muchas ansias y desde hace tiempo, no solo por algo profesional, sino también por el incremento en el sueldo”, reconoce el docente de matemáticas.

Los cursos del Ministerio de Educación de manera permanente, incluida la formación que recibió en bachillerato internacional, porque su institución busca esa acreditación, fueron parte de la preparación de Segundo.

“Todos esos programas no solo me ayudaron a cumplir con ese requisito, sino que además me permitieron tener una mayor preparación al momento de rendir la prueba”, comenta Segundo, quien es parte de los casi 2.200 profesores que a nivel nacional cursan las primeras maestrías online de forma gratuita gracias a los convenios con las universidades españolas.

Las evaluaciones que rindió y que son preparadas por el Ineval son digitales y se las rinde en los establecimientos educativos con la tecnología necesaria para ello. Constan de 120 interrogantes dentro del campo de especialidad del docente, quien tiene alrededor de 2 horas para completar el cuestionario.

Apenas finaliza el examen, el maestro conoce el puntaje que obtuvo. En caso de inconformidad tiene la posibilidad de impugnar el resultado y de acceder a una nueva revisión, mas no a otra prueba. “En el caso de matemáticas, aunque todo es de  seleccionar, es necesario hacer los ejercicios para dar con la respuesta correcta. Aquí entra mucho el razonamiento lógico”.