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Ecuador, 11 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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1.500 madres salvaron a sus bebés del VIH-sida

Ellas van al hospital porque sospechan o intuyen que están embarazadas. Reciben la noticia que confirma su estado y aceptan someterse a otra prueba. “Ni siquiera pensaba en tener un bebé, peor me iba a imaginar que tenía una enfermedad como esa”, recuerda Mariana R., que confirmó su embarazo y pocos días después supo que tenía el virus del VIH-sida.

Para abordar esta problemática, el sistema público de salud de Guayas aplica desde el 2006 una política que ofrece a las mujeres gestantes la posibilidad de realizarse pruebas rápidas de sangre para comprobar si tienen VIH-sida.         

En seis años, más de 1.500 niños han pasado por el canal de nacimiento sin contraer el virus de inmunodeficiencia adquirida que llevan sus madres en la sangre, explica Tomás Muñoz, director del programa de VIH-sida para la provincia.

La prueba de detección rápida se realiza en las maternidades Matilde Hidalgo de Prócel, Santa Marianita, Sotomayor y el Hospital Guayaquil.

Los hospitales que pertenecen a la red  privada de salud no reportan al programa el número de pruebas realizadas o los resultados de los test; en consecuencia, no se conoce si se está aplicando la misma estrategia.  

“Las clínicas privadas no están tamizando a las mujeres, deberían hacerlo y el MSP debe vigilar que lo hagan porque tiene la rectoría sobre el sistema”, asegura Muñoz.  

Marcela, quien vive en el Guasmo Sur y tiene 35 años, dice que no se arrepiente de haberse sometido al test, aunque recibió una noticia dura.   

“Yo estaba feliz cuando me enteré de que estaba embarazada”, recuerda la mujer, que formó parte del programa de transmisión vertical.       

“No sabía que tenía VIH. Primero me deprimí mucho, pero con el pasar de los años (ahora dos) he entendido que si no fuera por mi hijo, jamás  me habría tratado a tiempo. A veces pienso que él es un pequeño mensajero”.

Desde el 2000 hasta el año pasado, 319 niños se han infectado con el virus porque sus madres no ingresaron al programa de transmisión vertical. Por ello, Muñoz recomienda a todas las mujeres realizarse la prueba cuando se enteran de que están embarazadas.  

“No creo que yo tenga VIH, soy una persona tranquila”, dice Ángela Castro, mientras espera su turno para ser atendida en la maternidad. “¿Y tu marido?”, le dice medio en broma, medio en serio, otra paciente.       

Algo incómoda por el comentario, Ángela responde que se hará la prueba, aunque tiene un poco de miedo, “pero es mejor eso a después tener que vivir con un problema doble”.  

El programa de prevención está compuesto por varias fases: empieza con el examen y termina con un proceso de vigilancia que se extiende entre 18 y 24 meses, en el que participan la madre y su hijo o hija.

Después de la detección, la mujer que porta el virus ingresa a un programa de asesoría psicológica. Jimmy Ampuero, encargado del departamento que atiende a las mujeres infectadas con VIH que ya dieron a luz en la maternidad Santa Marianita del Suburbio guayaquileño, ratifica aquello de que la mayoría de esas embarazadas infectadas desconoce su situación. 

“Algunas llevan un estilo desordenado de vida, pero otras resultan infectadas por esposos acostumbrados a visitar burdeles u otros sitios donde tienen relaciones sin protección”, señala.  

Las mujeres deben llamar a sus esposos, parejas o a los hombres con quienes hayan mantenido relaciones sexuales para que se hagan la prueba. “Ésta no es obligatoria, pero las madres suelen aceptarla después de hablar con el equipo de consejeros”, dice Pedro Jiménez, director de la maternidad. 

Las mujeres cuyos exámenes resultan positivos reciben tratamiento antirretroviral durante todo su embarazo.  Al finalizar el tiempo de gestación, los niños nacen vía cesárea, para evitar el contagio en el canal de nacimiento y reciben medicación durante cuatro semanas.

La madre no puede dar de lactar a su hijo, que deberá ser vigilado por los doctores durante 18 meses. “La epidemia se produce en grupos familiares, ya no podemos decir que esté circunscrita a las trabajadoras sexuales o a los hombres que tienen intimidad con personas de su mismo sexo”, asegura Jimmy Ampuero.

Durante todo el 2011 el MSP hizo la prueba a 1’133.128 pacientes, entre hombres y mujeres, y de este total 1.279 habían contraído el virus del VIH.

La mayoría de las pruebas (el 88%) fue realizada a mujeres y el 12% a hombres. El tratamiento con antirretrovirales continúa incluso después del parto, en función de que las defensas de las madres contagiadas no bajen, pues si esto ocurre el VIH puede convertirse en sida.

“Las mujeres quedan sensibles a cualquier infección”, explica Ampuero, “y la más frecuente es la tuberculosis, enfermedad que ha tenido un repunte con el advenimiento del sida, presentando incluso formas resistentes a los tratamientos de primera línea. Por eso ahora se aplican medicamentos preventivos”.

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