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Los retratos de vida de desaparecidos en México
Irving es bailador y le gusta mucho la cumbia colombiana. Inquieto, desde niño andaba trepado en bicicletas y en patines, y seguido terminaba con moretones. Soñaba con ser piloto de avión, pero nunca le gustó estudiar: dejó la escuela a los 12 años y se dedicó a trabajar. Repartir alimentos, impermeabilizar techos, arreglar llantas y lavar coches, de todo hizo, más aún a partir del nacimiento de Uriel, su primer hijo.
Irving tenía apenas 17 años y el bebé “vino a cambiarlo todo; todo lo que hacía estaba orientado a la felicidad de su hijo”. Un año después fue padre por segunda vez, nació Ingrid “y lo llenó de felicidad”.
Es la historia de Irving Javier Mendoza de Alejandro, un muchacho de Monterrey, Nuevo León, desaparecido desde el 17 de agosto de 2010. Un relato de vida, recuerdos y sueños que escribieron su madre, Martha de Alejandro, y la poeta-performer Denise Longoria Lozano; una de 14 historias de personas desaparecidas que integran La presencia de la ausencia, un libro que se presentó este 17 de junio.
Esfuerzo inédito, se trata de una obra escrita por los propios familiares, integrantes de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (Fundenl), en equipo con jóvenes narradores que son poetas, artistas, académicos, periodistas y activistas. El objetivo, poner rostro a las cifras en una provincia donde organizaciones estiman que hay cerca de 10 mil personas desaparecidas desde 2007 al presente (en el país suman más de 27 mil, según datos oficiales que no han sido actualizados desde 2013).
En 210 páginas con fotografías y textos, La presencia de la ausencia reúne las vidas de Brenda Damaris González Solís, Carlos Alberto Fernández Delgado, César Guadalupe Carmona Alvarado, Ernesto Efraín Vidal Flores, Gino Alberto Campos Ávila, Gloria Karina Oliva Ayala, Irving Javier Mendoza de Alejandro, José Ángel Rivera Silva, Kristian Karim Flores Huerta, Miguel Ángel Galo Rodríguez Romero, Miguel Ángel Hernández González, Nicolás Flores Reséndiz, Osvaldo Arizméndiz Flores y Roy Rivera Hidalgo.
También 12 artículos de especialistas como Franco Mora, del Equipo Peruano de Antropología Forense; la académica Cordelia Rizzo, el activista Jorge Verástegui, el funcionario Eber Betanzos y el experto en derechos humanos Andrés Marcelo Díaz Fernández.
“Tristemente hay muchas más que 14 historias pero lo importante es que apostamos por la memoria”, dice Dairee Ramírez Atilano, coordinadora de la publicación junto a Eduardo Carrillo Cantú, Karem Nerio y Angélica Orozco Martínez. “Normalmente se habla de desaparecidos como cifras, como personas que no tuvieran nombre. Narrar sobre ellos y sus familias es ponerles cara y humanizar los números, más ahora que los criminalizan y el gobernador dice que no hay desaparecidos”. Refiere a las declaraciones del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, quien este 14 de junio aseguró que durante su mandato no han desaparecido mujeres sino que “se fugan con el novio”.
Mientras las autoridades niegan y evaden el tema, el libro trata de conectar al lector con la intimidad y el universo familiar de quienes faltan, de quienes están ausentes. “Ojalá lleguemos a muchos corazones”, desea Dairee Ramírez.
El primer tiraje es de 500 ejemplares que se regalarán porque la impresión se realizó con fondos públicos del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, después de que la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (Fundenl) ganó un concurso de proyectos.
El esfuerzo se extendió más de un año y en total participaron 52 personas. Nadie cobró por el trabajo, “se hizo para reforzar un proceso de justicia y memoria. Es reconfortante para el corazón y sirve para saber que lo estudiado puede estar al servicio de una causa”, explica Ramírez, de 23 años, socióloga recién titulada y tan joven como los demás coordinadores de la edición, de 24, 23 y 34 años.
“Son jovencitos extraordinarios que han acompañado nuestro dolor”, explica Leticia Hidalgo, integrante de Fundenl y madre del estudiante desaparecido Roy Rivera Hidalgo.
Celebra la idea de pasar del relato de la desaparición a un perfil de vida de quienes faltan “porque así cada historia nos dibuja una sonrisa: los traemos otra vez, están con nosotros, los podemos ver y volvemos a encontrarlos”.
“Es Roy estudiante, hijo de su mamá y nieto de su abuelita. Son nuestros hijos e hijas, el esposo de Luisa, la hija de Julio, el papá de Benjamín, el nieto de Amparo. Creemos vital el nombrarlos y renombrarlos. Lo hemos intentado decir por años: no son cifras, tienen nombres. Tienen familias que los aman, buscan y extrañan”.
Familias excepcionales, dice el doctor en humanidades Alejandro Vélez Salas, autor del prólogo. Les llama “buscadores de estrellas” y asegura que desde que fundaron la organización, en 2012, supieron “aprovechar la rabia, la tristeza y la indignación. Ganar experiencia y aliados para despejar el cielo o ver a través de las nubes”.
“Resulta aterrador y descorazonador darse cuenta de que en México todos somos víctimas potenciales —asesinables, desaparecibles, extorsionables, exiliables— por lo que deberíamos agradecer que desde Fundenl los familiares de personas desaparecidas estén luchando no solo para encontrar a un ser querido, sino para evitar que lo que les pasó a ellos les suceda a otras personas”, dice. (I)
Familiares de las víctimas durante la presentación del libro La presencia de la ausencia, que narra historias de desaparecidos y reflexiones en torno a la desaparición forzada. Foto: Yolanda Bernalba / Cortesía