Los cuerpos que retan la gravedad
Nadie, en su sano juicio, sería capaz de contradecir o peor aún tomarle el pelo a Newton. Seguramente, en su época, nadie se atrevía a trepar por las paredes sin pensar en las consecuencias. Hoy, hay varias razones para creer que el cuerpo no se somete a los límites de la gravedad o si lo hace, los supera. En cada nuevo reto, el escalador lucha contra esa fuerza descrita por Newton que nos mantiene atados a la tierra. Al subir por una roca, el peso que cargan estos ‘acróbatas’ del aire, es su propio cuerpo y, a pesar de la dificultad que conlleva esta práctica, son artífices de nuevas hazañas al abrirse paso por rocas o muros artificiales. Cuanto más practican, más dominan su cuerpo, ese lugar donde convergen las sensaciones, pero también las energías.
Cada célula funciona como una pila eléctrica, lo que significa que tenemos varios billones de unidades eléctricas en nuestro organismo. Quizás porque somos seres magnéticos, es posible creer que hay otras formas de curar, menos agresivas, menos invasivas, aunque nunca renunciemos a los antibióticos y analgésicos. Pero el idilio que muchos mantienen con la medicina tradicional no tiene por qué ser eterno. La Organización Mundial de la Salud advierte que la humanidad se acerca a una era en la que ningún medicamento podrá combatir a las bacterias, cada vez más resistentes. Si la medicina tradicional ya resulta insuficiente, no hay razón para deslegitimar a las terapias alternativas y minimizar sus efectos.