Súbita actividad afectó dentro y fuera de la región
Las anomalías que desencadenaron la súbita reactivación del volcán Tungurahua, a las 17:39 del sábado, ya fueron detectadas por los expertos del Instituto Geofísico la mañana de ayer e, incluso, dos días antes.
La gran explosión de esa tarde, los flujos piroclásticos continuos que descendieron por las quebradas, los bloques incandescentes y en general el comportamiento explosivo del macizo preocupan a los habitantes de siete cantones de Chimborazo y Tungurahua, que periódicamente soportan los sobresaltos de este proceso eruptivo que empezó en 1999.
Sin embargo, los vecinos de poblaciones próximas al coloso como Cotaló, Chacauco, Cusúa, Pillate, Bilbao, Pelileo e, incluso, de Baños de Agua Santa, reconocieron que el comportamiento del volcán esta vez fue diferente a otros que han presenciado en el curso de 14 años.
Ayer, la gobernadora de Tungurahua, Lira Villalva, solicitó a la población de la Sierra centro y a los visitantes que arribaron en las últimas horas para mirar la incandescencia “tomar el asunto muy en serio y no acercarse a las quebradas y a las zonas que se volvieron a declarar en alerta naranja”.
DATOS
Del 6 de octubre al 13 de noviembre de 2013, el volcán Tungurahua presentó otro periodo de actividad que se caracterizó por explosiones de intensidad moderada a fuerte que generaron columnas de emisión de hasta 4 km sobre el cráter.
La madrugada del jueves 30 de enero, los instrumentos del Observatoiro del Volcán Tungurahua (OVT) detectaron un incremento en el número de eventos sísmicos y los vigías reportaron la caída de ceniza en Pungal, Penipe y Palictahua.
Los expertos califican el comportamiento del macizo como estromboliano que se caracteriza por la expulsión de bloques incandescentes y fuentes de lava, descenso de flujos piroclásticos y una abundante caída de ceniza. En el último año, el volcán ha tenido pausas de 40 a 63 díasEntre la tarde y noche del sábado, cerca de 200 personas de comunidades agrícolas y ganaderas de Chimborazo y Tungurahua fueron movilizadas en buses de transporte público y camiones de las Fuerzas Armadas. Las 200 viviendas del reasentamiento La Paz, en Pelileo, la casa comunal y el estadio fueron dispuestos para acoger a los evacuados de Chacauco, Bilbao y otros sectores.
Las explosiones del volcán se escuchaban como ‘cañonazos’ hasta Ambato, Píllaro, Salcedo, Patate, Pelileo, Mocha, Quero, Cevallos y también determinados puntos altos de Guano y Riobamba.
Entre las 18:00 y las 22:00 del sábado, cuando la Policía estableció cuatro controles para evitar el desplazamiento de automotores por la carretera Ambato-Pelileo y Baños, el caos y la desesperación se sintieron en sitios específicos de Baños, Ambato, Pelileo y Patate.
En este último cantón, las fiestas por el Señor del Terremoto habían congregado a miles de turistas y feligreses del país que llegaron para presenciar los desfiles.
A la par, las vías rurales asfaltadas de doble vía que conectan a los cantones Pelileo, Patate, Quero, Cevallos, Tisaleo y Mocha soportaron un notable incremento de vehículos.
Decenas de conductores trataban de tomar la Panamericana Norte para continuar hacia Cotopaxi y Pichincha, mientras otros buscaban el modo de llegar a las parroquias Huambaló y Cotalo (Pelileo) para fotografiar y filmar los flujos piroclásticos (nubes ardientes de gases, ceniza y fragmentos de roca) que pueden viajar a 100 km por hora. Esto causó riesgo de accidentes, pues muchos se estacionaron en curvas cerradas sin activar las luces de parqueo.
En la parroquia Cotaló no todos los habitantes se marcharon. La mayoría se quedó y pasaba el rato (22:00 del sábado) escuchando la radio o conversando en grupos frente a la iglesia y el parque.
La noche estrellada, muy fría (8 grados centígrados) y silente permitía escuchar las explosiones del volcán y tres o cuatro hicieron vibrar el suelo y las ventanas. Cerca de allí, en Chacauco, quienes se quedaron explicaron sus motivos. “Temo los robos no solo de nuestras casas, también del ganado y las herramientas agrícolas. Ya nos ocurrió antes”, aseguró Alberto Altamirano.
Entre tanto, los científicos del Observatorio del Volcán Tungurahua (OVT) registraban bloques incandescentes que salían expulsados del cráter a una altura de 800 metros y luego rodaban 500 metros por los flancos. Al norte y noroccidente del volcán se pudo percibir el olor a azufre. En Pillate, Capil y Palictahua, los vecinos dijeron que cayó cascajo (piedra menuda mezclada con arena).
El Ecu 911 de Ambato informó que 49 militares se hallaban en las zonas afectadas para dar seguridad. Los planes de contingencia se activaron en todos los cantones afectados. Ayer, el alcalde de Quero, Raúl Gavilánez, informó que tras la gran explosión del sábado que causó una nube de ceniza de 10 kilómetros de altura, los efectos de la caída de ceniza empezaron a sentirse en el agro y la ganadería de comunas como El Santuario, Gualcanga San Luis, El Carmen, Sabañag, entre otras.
Grupos de agricultores adelantaban ayer las cosechas para prevenir daños futuros por posibles nuevas ‘lluvias’ de polvo volcánico. Y su actitud no está fuera de lo real.
Los científicos del Instituto Geofísico “no descartan que una nueva generación de flujos piroclásticos pueda ocurrir en el corto plazo”.
Afectaciones en Quero
Ni Hualcanga Santa Anita ni Hualcanga San Luis presentaban mayores daños ayer. En esos sitios la ceniza cayó media hora después de la gran explosión. Los agricultores adelantaron las cosechas de cebolla por temor a perderlas. “Normalmente tendríamos que empezar a cortar el 17 de febrero, pero por la súbita reactivación decidimos esto con mis dos hermanos”, dijo José Facundo, morador de San Luis Alto, en compañía de siete vecinos que los ayudaban en un área de 2.000 metros cuadrados.
Facundo sabía de las consecuencias. El atado de cebolla tierna sin madurar bien se devalúa hasta en un 50%. Ya no recibirá un dólar por atado sino 50 centavos en el Mercado Mayorista de Ambato. Un kilómetro adelante, en Hualcanga Santa Anita, la situación era similar con la cosecha de papa.
120 productores alternaban la labor entre plantaciones de cebolla y de zanahoria. Edmundo Guamán explicó que casi siempre el volcán se despierta en febrero. “Con esta previsión, mis dos hijas, esposa y yo, un día antes de las explosiones, ya realizamos la colecta de 50 quintales de papas en tres solares. Optamos lo mismo con los sembríos menores de zanahoria y maíz que tenemos a los costados”, señaló el agricultor.
Aun así la ceniza volcánica se había asentado en los cultivos. Al sacudir las hojas, esta se desprendía y volaba con el viento.
La gente experimentaba ya molestias oculares, afecciones en el sistema respiratorio, dolor de garganta, piel seca y resquebrajada, y labios partidos.
Guamán, con el rostro quemado por el fuerte sol que brilló ayer sobre la Sierra centro, dijo que esperaba vender sus productos en las ferias de Quero, Cevallos y Ambato, al precio de diez dólares por quintal.
En estos dos sectores, los agricultores coincidieron en que la afectación llegaba al 20% de la totalidad de los cultivos y que los daños eran mayores en el área ganadera.
Dijeron además que las autoridades todavía no verificaban el estado de las plantaciones. Por eso, solicitaron al Comité de Operaciones de Emergencia de Tungurahua (COE) y del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) organicen un recorrido técnico urgente.
Wilmer Guamán, dueño de una vaca lechera y seis terneros, expuso que si la caída de ceniza se agrava, tendrán que buscar alternativas a la hierba que come el ganado. Por ejemplo, verde, zanahoria, papas pequeñas y brócoli.
Según este agricultor, si una vaca come forraje contaminado con ceniza, el sistema digestivo se afecta de tal manera que presentaría diarreas constantes, vómitos, dolores gástricos y postración total, bajando la producción de leche de ocho a dos o tres litros al día. Cerca de 250 cabezas de ganado hay en ambas comunas.
Desde esa altura, el volcán podía ser observado. Las explosiones cargadas con material oscuro se escucharon también en comunidades como Querochaca, Penipe, Bilbao, Huambaló y Cotaló.