‘Sombra Negra’ encuentra un espacio para dar paz
Con una población de 20.727 habitantes, el cantón Biblián era conocido en la provincia del Cañar como la tierra nativa de la peligrosa pandilla “Sombra Negra”.
Esta organización está integrada por cientos de jóvenes no solo dentro de la jurisdicción sino también en España y Estados Unidos.
El nombre nace en una de las cárceles de norteamérica, cuando un ecuatoriano de esta ciudad cañareja -del que no se conoce su nombre y es el máximo líder- cae preso. Durante su permanencia en prisión se identificó con lo que parecía ser una “sombra” que lo perseguía a todas partes.
Una vez cumplida la condena retornó a su tierra y fue ahí cuando empezó a integrar el grupo juvenil para infundir temor.
La vestimenta de la banda se caracterizó por el color negro, la ropa ancha, a más de las gorras de medio lado, las cadenas pesadas y los tatuajes. Son también aficionados al rock pesado. Poco a poco se fueron extendiendo en toda la provincia. Los integrantes cumplían diferentes actividades en el día y en la noche salían para reunirse.
“Durante la semana planeábamos las cosas que íbamos a hacer, averiguábamos las fiestas de las comunidades y nos íbamos a disfrutar, pero siempre ocasionando peleas donde nosotros éramos los vencedores. Había ocasiones en que la pelea iba más lejos y teníamos que utilizar armas de fuego, cuchillos, palos, entre otras cosas. Así, poco a poco empezamos a tener poder y todos hablaban de la Sombra Negra”, cuenta Luis Alberto Palaguachi, líder de la banda en Biblián.
No es fácil entrar ni salir del grupo, dice, al tiempo de agregar que se debe hacer méritos para ser aceptado, entre ellos, golpear a alguien o enfrentarse con algún arma. “Yo decidí ingresar porque mis padres se fueron lejos (migraron). En los estudios estaba mal y no me sentía aceptado por nadie, entonces me llamó la atención este grupo”, dijo Luis.
Y así la historia se repite con Cristian Tenecela, William Guamán y Carlos Vizhñay; este último menciona que las ganas de ser conocido y respetado influyó para que ingresara al grupo. El 80% de los integrantes son hijos de inmigrantes.
Ya son casi tres años los que Luis Alberto tiene lejos de la banda gracias a los diálogos mantenidos con personal policial de la Unidad de Investigaciones, y a la ayuda del Concejo Cantonal de la Niñez y Adolescencia.
“La Policía nos detenía por cualquier circunstancia y mientras permanecíamos bajo disposición de ella nos daban charlas y talleres donde nos decían que la vida que llevábamos no tenía futuro y que la probabilidad más grande era que nos matasen o que cayéramos presos muchos años. Fue ahí cuando con 14 amigos tomamos la decisión de cambiar. No pasó mucho tiempo de eso y nos fuimos a dialogar con Orlando Guillén, secretario del Concejo Cantonal de la Niñez y Adolescencia, quien nos dio toda la apertura y nos ayudó a contactarnos con instituciones como el Municipio y el Gobierno Provincial del Cañar para recibir ayuda.
Es así que el año pasado, 15 integrantes de la “Sombra Negra” realizaron una minga de limpieza en la parroquia Nazón, en el Parque Central, con el afán de resarcir el daño que hicieron a la sociedad.