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El Telégrafo
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Sus productos son enviados a otros cantones o fuera de Ecuador

Dos artesanos 'viven' de la construcción de crucifijos

El artesano azuayo Jaime Jimbo elabora cruces, Cristos y otras imágenes que son enviadas al exterior.
El artesano azuayo Jaime Jimbo elabora cruces, Cristos y otras imágenes que son enviadas al exterior.
Foto: Fernando Machado/El Telégrafo
25 de marzo de 2016 - 00:00 - Redacción Regional

Cuenca-Latacunga.-

En dos ciudades del país existen artesanos que fabrican crucifijos en mármol o cemento y en madera.

Jaime Jimbo, en Cuenca, y Abelardo Defaz, en Latacunga, ya perdieron la cuenta de las cruces construidas en todos los años que llevan trabajando. El primero parecería que sigue los pasos de los artistas azuayos Manuel  Ayavaca y José Miguel Vélez. Su pequeño taller está diseñado para hacer estas obras. La demanda de Cristos o crucifijos que tiene en esta época aumenta, pero también hace otros trabajos similares. Sus hijos son el complemento a esta labor. Esteban le da los toques finales mientras Victoria se encarga de vestir o confeccionar la ropa.

Con su mirada fija en un Cristo Nazareno, de 1,70 metros, que debía ser entregado ayer para una procesión en la parroquia de Octavio Cordero, recordó que en una ocasión elaboró 25 imágenes religiosas, entre ellos crucifijos y Cristos.

El artesano, que no aprendió a esculpir en ninguna escuela de arte, indicó que su padre, Julio César, es su maestro y quien le enseñó los secretos de este trabajo. Sus obras -aseguró- están en casi todos los puntos de la costa ecuatoriana.

Así, un Cristo hecho en cedro de 2,50 metros ahora se encuentra en una capilla del sector conocido como La Chala, en Guayaquil. “Se hizo en un solo tronco. Lo elaboramos con mi padre hace 35 años”.

Jimbo recalcó que su trabajo no se ha perdido porque el pueblo azuayo es muy católico.

Los productos que ha fabricado también han llegado a  Estados Unidos y Alemania. En este último país existe un Niño de Navidad y un Cristo. Al territorio norteamericano envió imágenes de la Virgen de la Nube, la Virgen del Cisne y una María Auxiliadora. “Toda la vida me he dedicado a este trabajo junto a mi padre. A los 10 años ya estaba en el taller”.

A casi 380 kilómetros de Cuenca está la marmolería Divino Niño, que pertenece a Defaz. Este artesano que vive en la capital cotopaxense construye cruces talladas en mármol o de cemento.

Las ha elaborado en distintos tamaños, desde los 10 centímetros hasta 1,50 metros.  

La tarea -aseguró- es sacrificada debido al peso de la materia prima y lo complicado que es tallar con la piedra de esmeril (instrumento para cortar el cemento y el mármol).

Al artesano de 33 años no le importa las horas que deba pasar en el taller. Lo que le interesa es entregar un producto bien elaborado.

Cuenta que la mayoría de cruces que le compran es para tumbas o para recordar a las personas fallecidas en las carreteras. “La cruz es un símbolo que los católicos respetamos. Al tallarla, se viene a mi mente el sacrificio que Jesús hizo por todos”.

Defaz es padre de dos niños a los cuales espera enseñarles todo lo que aprendió en estos 15 años de oficio.

En una ocasión -recordó- debía entregar una cruz de 1 metro, tallada en mármol, para un lunes después de la Pascua. Le tocó trabajar en el Viernes Santo. Mientras laboraba no podía apartar de su mente la pasión y muerte de Jesús.

Para elaborar una, por más pequeña que sea, es necesario al menos dos días. Los acabados en los contornos son complicados y demandan concentración.

Una cruz de mármol de 70 centímetros cuesta $ 80. En Salcedo existen 10 familias más que se dedican a esta labor. (I)

En La Pila amasan imágenes con barbotina

El ingenio de los artesanos es visible en los estantes de varios locales que se levantan al filo de la carretera en el sector La Pila de Montecristi. En esta parroquia los  lugareños fabrican con sus manos decenas de figuras, incluso religiosas.

Jefferson Bailón, en el taller ubicado detrás de su vivienda, trabaja de lunes a viernes. El oficio es un gusto de su familia, que ha venido de generación en generación.
Usa la barbotina para fabricar las imágenes que en estos días han tenido “bastante salida” por ser Semana Santa.

Para él, la parte espiritual es primero. Pone mayor ahínco cuando se trata de hacer figuras de Jesucristo en la Cruz, del Divino Niño Jesús, de la Virgen de Guadalupe, la Virgen de la Merced y la de Monserrat, así como de la Última Cena.

Al mes, Luis Vera, uno de sus colaboradores, estima que hacen unas 50 piezas religiosas que se suman a las demás que a diario producen. También las elabora para las iglesias, pero eso es bajo pedido, porque son figuras más grandes. En su local, ayer ya no tenía las imágenes de Jesús en la Cruz, debido a la alta demanda.

Shirley Vera, también artesana, explica que los precios son asequibles y van desde $ 5 hasta $ 70 (figuras que pasan de 60 centímetros).

La materia prima que usan estos artesanos es la barbotina, la cual llega desde Cuenca. Una vez que la tienen se la prepara y se pone en los moldes, luego sigue el proceso de secado para meterlas al horno y comenzar a pintarlas para lograr su atrayente acabado.

La también comerciante Sonia Bailón asegura que estas figuras siempre son adquiridas por los turistas que pasan por el sector. (I)

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