La importancia de las fuentes primarias para una re-lectura de la historia
Del inicio de la resistencia Conservadora-Progresista a la Revolución Liberal
El 4 de agosto de 1895 se efectuó la revista de las tropas organizadas para la defensa de la ciudad ya que Alfaro había dispuesto la movilización de una fuerza armada al mando de los coroneles Manuel Serrano, Gabriel Arsenio Ullauri y José Luis Alfaro, a fin de que se dirijan a la provincia del Azuay, siguiendo la ruta de la provincia de El Oro, para combatir a las fuerzas opositoras comendadas por Antonio Vega Muñoz. Como consecuencia de esta incursión militar, el 23 de agosto de 1895 se produjo el enfrentamiento militar conocido como la Batalla de Girón, con el triunfo de las fuerzas liberales; fue una verdadera carnicería en la que murieron cerca de 200 hombres de las fuerzas antiliberales; con este enfrentamiento se inicia un largo proceso bélico liderado por Vega Muñoz que será sellado un año más tarde con la cruenta toma de la ciudad de Cuenca por las fuerzas liberales mandadas por Alfaro, el 22 de agosto. Los preparativos bélicos previos al combate de Girón fueron publicados en la prensa local con el título ‘Crónica de la situación’, el 6 agosto de 1895:
“Anteayer tuvo lugar en la plaza mayor la revista de las tropas organizadas para la defensa de la ciudad que la hizo el Comandante de Armas de la provincia, Coronel Sr. Dr. Alberto Muñoz V. A la una de la tarde principió la marcha de los varios cuerpos que, saliendo de su respectivos cuarteles, se dirigieron a ocupar sus puestos en la plaza mayor. Formaban dichos cuerpos, la ‘Guardia de Honor’, compuesta de los jóvenes de la Universidad, con su jefe el Sor. Dr. David Neira; la Columna ‘Comercio’, al mando del Coronel Sor. D. Pablo Chacón; el Cuerpo de Policía, con su Jefe el Intendente de la provincia, Sor. Dr. Moisés Arteaga; el Batallón ‘Azuay’ formado por lo más selecto de nuestros artesanos, al mando del Coronel Sor. Dr. Miguel Prieto; el Batallón ‘Guardia Nacional No. 39’ al mando del Coronel Sor. Dr. Héctor Bravo; un cuerpo de ‘Ambulancia’ compuesto de médicos distinguidos y hábiles practicantes de la Universidad, con su jefe el rector del Colegio Nacional, Sor. Dr. Eugenio Malo T.; y muchas personas pertenecientes a distinguidas familias que a caballo, rodeaban al Comandante de Armas de la provincia.
El número efectivo de la fuerza se acercó a 600 hombres, sin tomar en cuenta guardias que quedaron en los respectivos cuarteles, y una avanzada de exploración y reconocimiento que, formada en gran parte por jóvenes de la Universidad y de los Colegios, marchó hacia el Sur, al mando del Coronel Jefe de Operaciones de la provincia, Sor. Dr. Francisco Guillermo Ortega. Formadas las tropas, el Coronel Sr. Dr. Alberto Muñoz V., como Jefe Militar de la plaza, arengó en breves y bien cortadas frases a cada uno de los cuerpos, enalteciendo el ardoroso entusiasmo con que habían acudido al primer llamamiento, para rechazar con las armas aquella menguada expedición de Machala, acaudillada por pérfidos hijos de este mismo suelo; y que, en torno de tan abnegados jefes y soldados participaría de los laureles de la victoria en esta lucha del honor y la justicia.
Prolongados y estrepitosos “vivas” de la tropa se dejaron oír en la contestación a las palabras dirigidas por su digno Jefe. Luego desfilaron los cuerpos debidamente armados, por las principales calles de la ciudad, regresando después a la plaza mayor, de donde partieron en el mayor orden a sus respectivos cuarteles. En seguida, quedó llamado al servicio activo el numeroso y entusiasta Batallón Azuay, formado por nuestros más inteligentes artesanos que, en su mayor parte, han sido veteranos; a fin de contar con la fuerza respetable y lista para un momento dado. Esta espléndida manifestación ha puesto en claro la enérgica actitud de nuestra sociedad. Se trata ahora de lo más sagrado: la religión y la patria; y a este grito y bajo esta bandera corren a agruparse todos los ciudadanos, sin distinción de edad ni posición. El dinero ha principiado a ofrecerse con profusión. Miles de sucres han consignado ya dignísimos patriotas. Un grupo de respetables hacendados ha ofrecido el pago anticipado del cuatro por mil sobre el valor de sus propiedades. En un momento, en un círculo de patriotas se colectó una suma respetable para hacer un agasajo público a las tropas. Se ha herido el honor y el patriotismo, y no se excusarán sacrificios; y cuando llegue la hora del conflicto, Cuenca, se levantará como un solo hombre para castigar a estos pérfidos invasores, que tratan manchar con sangre hermana, este querido suelo, que en hora menguada es también el suyo.
Ayer, a las cinco de la tarde, tuvo lugar una solemne procesión con la hermosa efigie de la Virgen del Rosario, que saliendo de la iglesia de Santo Domingo, recorrió las principales calles de la ciudad. La concurrencia fue numerosísima. El inmenso gentío que desfilaba, en el mayor orden, ocupaba más de 5 cuadras, distinguiéndose el crecido número de señoras y caballeros. Esta sociedad sabe, como lo sabe la República que Dios protege el triunfo de nuestra causa; y por esto, acude creyente y ardorosa a implorar en las calles y plazas ese favor de lo alto que aniquila y desbarata las maquinaciones de los perversos. La marcha ordenada y solemne de la procesión se interrumpió por algunos instantes a consecuencia de un alboroto formado por mujeres del pueblo. Era el caso que, preparándose para dirigir al público la palabra desde el balcón de la Casa de Gobierno, el orador sagrado Sor. Dr. Vicente Alvarado, se insinuó la idea de colocar a la tropa en lugar adecuado para que pudiera oír de cerca la alocución dirigida principalmente a ella. Para esto hubo necesidad de ordenar un movimiento retrógrado, a consecuencia de la gran aglomeración de gente que obstruía la calle principal. Observado esto por algunas mujeres, creyeron que se trataba de alguna operación militar, y esto originó las carreras y alarma de muchas hasta que persuadidas de lo ocurrido se restableció completamente la clama. (O)
Inicios de una cruenta guerra civil en el país
El 5 de junio de 1895, el pueblo de Guayaquil proclamó la Jefatura Suprema del general Eloy Alfaro y se inició una cruenta guerra civil; el ejército regular, que defendía la sucesión constitucional, fue derrotado por las fuerzas liberales en los campos de Gatazo, a mediados de agosto. Mientras, en Cuenca desempeñaba el cargo de gobernador el doctor don Benigno Astudillo y la Comandancia de Armas estaba a cargo del Coronel Antonio Vega Muñoz.
Según el Dr. José Peralta existían en Cuenca 3 tendencias políticas: los clericalistas, los progresistas y los liberales. Conocida la supuesta venta de la bandera, solo a los liberales les negaron todo derecho para protestar contra la profanación del emblema nacional, según Peralta, que fue perseguido, con otros liberales, por haber publicado una hoja suelta en la que exhortaba a los cuencanos a que se abstuvieran de celebrar una festividad patriótica en esos días de vergüenza y luto para el país.
En Girón y en el valle de Yunguilla se refugiaron alrededor de un centenar hacendados liberales, liderados por Peralta, dispuestos a combatir por Alfaro. Las autoridades cuencanas recibieron comisionados enviados desde Guayaquil por el caudillo liberal a fin de obtener que la ciudad se plegara a la revolución, mas el gobernador Astudillo se mantuvo en el criterio de respaldar el orden constituido que representaba el sucesor de Cordero por lo que el enfrentamiento se tornaba inminente. (O)