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Su labor es reconocida en el cantón Mira

Mujeres con discapacidad diseñan arreglos florales

En la floristería trabajan por turnos y todas cumplen con diferentes tareas. Nunca pierden el entusiasmo. Foto: Diana Ruiz
En la floristería trabajan por turnos y todas cumplen con diferentes tareas. Nunca pierden el entusiasmo. Foto: Diana Ruiz
31 de mayo de 2015 - 00:00 - Diana Ruiz. Estudiante PUCE Ibarra

Este no fue un día común y corriente. Dos razones lo hicieron particular: la primera, que era la víspera del Día de la Madre; y la segunda, que pude conocer una historia relacionada con esta y otras conmemoraciones mundiales.

¿Quién no ha regalado una flor, por lo menos una vez en su vida, a alguien especial? A veces no es solo una flor la que se entrega como presente. Hay quienes buscan algo más y recurren a los especialistas en arreglos que combinan flores, hojas, cintas y otros materiales.

En el cantón Mira, hay 12 personas con discapacidad que tienen esta habilidad y laboran en la floristería Mira Flores Golden Land.

El espacio en que funciona Mira Flores Golden Land es uno de los 6 locales ubicados en un paseo comercial del centro de la localidad.

Narcisa Vallejo, Patricia Narváez y Teresa Bolaños atienden a quienes llegan. Saben que es una época alta para las ventas.

Los clientes arriban uno tras otro. Una abuela y su nieta deciden adquirir un bonche de rosas blancas, 2 aves del paraíso y 2 rosas rosadas. Como en todo negocio, hay días en los que acuden más clientes y el trabajo se intensifica.

Narcisa, Patricia y Teresa, así como las otras mujeres que están involucradas en la floristería, tienen algún tipo de discapacidad, pero esto no les impide preparar los arreglos florales ni constituye un obstáculo para ninguna de ellas.

Narcisa se moviliza en una silla de ruedas y su brazo izquierdo se mueve con la guía del otro brazo: su mano derecha toma la muñeca de la extremidad opuesta y la mueve para cumplir su tarea.

Doña Teresa tiene dificultades para caminar; su pierna derecha es más corta que la izquierda. Y Paty es una persona no vidente, pero que se apoya en sus manos y en su memoria para desempeñar sus actividades.

Como es conocido, la legislación laboral actual exige a las empresas públicas y privadas que, por cada 25 empleados, se contrate por lo menos uno (4%) que tenga discapacidad.

Con este proyecto, la florícola Golden Land y la Dirección Provincial del Consejo Nacional de Igualdad de Discapacidades (Conadis), no solo cumplen la normativa, sino que también dan una valiosa oportunidad a estas personas. “Es una forma de aprovechar nuestras capacidades”, afirma Teresa, quien es una de las pioneras en este campo, porque no había floristerías en Mira. Ella reconoce que hasta ahora les va bien.

Desde las 09:00 hasta las 18:00, en temporada baja, atienden a 5 o 6 personas en el local, pero también realizan ventas a domicilio.

Se dan el trabajo de recorrer la ciudad para ofrecer los arreglos de casa en casa. No es inusual ver a un hombre que conduce un triciclo artesanal en el que transporta las flores para la venta. De hecho, fue justamente así como empezaron: acudían a los hogares y a instituciones, y por eso, la gente se acostumbró a esa modalidad.

Cuando está próxima una celebración, los pedidos se reciben el día anterior. De este modo disponen del tiempo suficiente para cumplir con las entregas.

Las mujeres se apoyan entre sí

El trabajo en la floristería es por turnos. Las 3 mujeres designadas para cada día cumplen sus tareas y siempre se ayudan entre sí.

Narcisa está ocupada creando un arreglo en forma de corazón. Utiliza rosas blancas, otras anaranjadas, palma areca, aves del paraíso y otros follajes.

Ya tienen uno listo para el cliente que desee comprarlo. Narcisa se apura a escarchar un bonche de rosas blancas. Una por una.

Con su mano izquierda esparce goma líquida sobre el borde de los pétalos; ubica la flor “de cabeza” y con su mano derecha, mueve de arriba hacia abajo su otra mano para que la escarcha se adhiera a la flor.

También cambian el agua de los recipientes donde se ponen las flores y follajes disponibles. Teresa desocupa los contenedores y pone sobre una mesa su materia prima.

Mientras tanto, Paty, quien perdió la visión, sale adelante por sí misma. Ella ayuda con la limpieza.

No se avergüenza de decirlo: “Toca lavar, pues. Hacer el aseo es algo que uno puede realizar”. Asegura que en 2 semanas ya puede ubicarse en un nuevo lugar. Han pasado 4 años desde que empezó a trabajar en Mira Flores, por eso lo conoce de memoria.

Perdió la vista, pero utiliza sus manos. Con ellas se habitúa a su entorno y se desenvuelve sin mayores dificultades. Nuevos clientes llegan al local y hacen sus pedidos. Ellas los atienden presurosas.

El tiempo transcurre entre carcajadas, arreglos florales y bromas.

Ya era tiempo de almorzar, de alimentar cuerpo y alma, con el fruto material y espiritual de ese trabajo que hace a estas personas más especiales y valiosas. (I)

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